De la NOCHEBUENA vamos a hacer ese día que de improviso nos llega una buena noticia y puebla nuestro corazón de ilusión. Día de felicitaciones, ponderar la amistad, celebrarlo con alegría y recorrer la ciudad de mano de la esperanza. Por donde vayamos se ha de aplacar la furia, quebrar las lanzas y finalizar las injusticias. Sea anuncio de contento, haya proclamas de paz y se desenrede lo atrapado en la discordia.
Es magnífico hallar en la rocosa enormidad de una montaña hierba entre las piedras y donde culmina, lirios azules. Toda la grandeza de su mole poderosa se hace pequeña en lo tierno de las hojas de hierba y en los pétalos de los lirios. Hacer de lo pequeño algo grande es un triunfo. Apreciar emocionados en lo grande lo pequeño es el latir admirado de lo universal de los sentimientos imponiéndose a lo duro y oscuro que amenaza con torres altas y sombras largas la belleza de la vida.
Ya lo ven, va transcurriendo el tiempo sin apenas alteración y al menor descuido, un tropiezo, una arenga de lucha y todos a barrer los escombros de lo derribado y vendarnos las heridas. Son muchos los desechos que se acumulan cuando hay enfrentamientos, se tapan los desagües y se pudren las raíces. Es malo se desfile con antorchas, se desboquen lo caballos, oír se insulta y se humille al vencido.
La verdad es que nos rodea más bueno que malo, pero ya saben que el ruido se escucha más que el silencio. Se ha de acabar lo que acecha en la oscuridad, el proferir injurias y el desprecio a los diferentes para que haya convivencia y nunca más la guerra. Por lo demás, no hay nada imperecedero ni tan terrible que no se le pierda el miedo.
CON MIS MEJORES DESEOS, FELIZ NAVIDAD.
Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor
