Museo de la Automoción

Martín Palacín conoció la colección y quedó prendado de ella. De ahí nació la idea de añadir al proyecto del Centro Nacional de Educación Vial, el del Museo nacional de Automoción
La Casa Palacio de los Marqueses de Castellanos se encuentra en la avenida de Juan Pablo II, 44-54. Actualmente, alberga el Centro Superior de Educación Vial, perteneciente a la DGT.

El Museo Nacional de Automoción estaba previsto integrarlo en el complejo del Palacio de Tejares, en la finca que la Dirección General de Tráfico compró a la congregación de San Pedro Ad Vincula. En el proyecto aprobado, el museo contaba con una sala de exposiciones para cien vehículos, un edificio para servicios complementarios, una sala de proyecciones y una nave para la reparación de coches antiguos. Se proyectó por José Carlos Marcos y Ángel León por un coste de 464 millones de pesetas. Los tres edificios se articulaban alrededor del Palacio de Tejares, residencia de verano de los Marqueses de Castellanos y Monroy, donde la DGT ubicó, previa rehabilitación, el Centro Nacional de Educación Vial. Se contemplaba en el proyecto la edificación de 12.000 metros cuadrados para los tres contenedores, rodeados de la arboleda consolidada y con la incorporación visual del río Tormes.

Para el director general de Tráfico, Martín Palacín, el museo debía ser vivo, para contemplar el material expuesto, pero también debía servir para restaurar piezas y vehículos antiguos. Se pensó en crear una escuela de formación profesional para preparar mecánicos expertos en estos vehículos. Profesionales que escasean a la vez que aumentan los coleccionistas que demandan sus servicios. El complejo también contaría con una biblioteca, que actualmente se encuentra dentro del CNEV, y un centro de documentación con los datos de cada uno de los coches expuestos.

Los tres edificios proyectados se comunicaban entre sí por galerías y corredores, de tal manera que los visitantes podían escoger dos itinerarios distintos, uno para ver las exposiciones permanentes o esporádicas, y otro para visitar el edificio central dotado de cafetería, sala de exposiciones y proyecciones, y la nave de restauración. El exterior del edificio del museo estaba proyectado construirlo en piedra de Villamayor.

Los trámites se realizaron con cierta rapidez. Gloria Javier fue la encargada de contactar con los coleccionistas y con los clubes de automovilistas de España y del extranjero. Además de Salamanca, las ciudades de Sevilla, Barcelona, Gerona y Alicante contaban con colecciones privadas de importancia.

Demetrio Gómez Planche tenía en Salamanca una magnífica colección que fue logrando desde sus años mozos. Entre sus muchos coches se encuentra el que utilizó el embajador de Hitler en la España de Franco. Tuve la suerte de conocer a Demetrio y a Lali, su mujer, con los que mantuve una sincera amistad que perdura en la actualidad también con su hijo Javier. Al visitar la colección de Demetrio quedé impresionado. Guardaba coches de toda la historia de la automoción en perfecto estado de revista. Todos ellos funcionaban y pude comprobarlo acompañándoles en algunas pruebas automovilísticas de coches antiguos, una de ellas con salida desde Madrid y llegada a Salamanca. José Luis Martín Palacín conoció la colección y quedó prendado de ella. De ahí nació la idea de añadir al proyecto del Centro Nacional de Educación Vial, el del Museo nacional de Automoción.

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