Cada vez que Antonio de la Torre estrenaba una película parecía una buena oportunidad para pedirle una entrevista. Pero, un día por otro, pasaron los años, más de treinta desde que Antonio y yo coincidimos en Radio Iris, una emisora pirata de Madrid, cuando éramos estudiantes de periodismo. Ahora está a punto de estrenar dos películas y, por un instante, volvimos a la Complutense. Este es el resultado de la charla que mantuvimos.
Antonio de la Torre no disimula su deseo de que Unionistas gane al Barça esta semana en la eliminatoria de Copa. Omnipresente en el cine español durante años, es un actor camaleónico y honesto. Un profesional prolífico y meticuloso. Se ha labrado a pulso una carrera jalonada de premios, entre ellos dos Goya. Es el éxito tranquilo de un actor que, además, derrocha simpatía y bonhomía. Este año estrena Los destellos y, ya en marzo, Tratamos demasiado bien a las mujeres. Habla de todo en una conversación con La Crónica de Salamanca.
Este año estrenas Los destellos y Tratamos demasiado bien a las mujeres. No sé si llevas la cuenta de todo lo que has hecho.
Qué va. De hecho he estado hablando hace poco con un amigo con el que trabajé en una radio pirata de periodista y no me acordaba de las cosas que hacía (risas). Soy consciente un poco por repetición de entrevistas, porque gané un Goya o me premiaron. Por deformación periodística te podría hacer un breve relato de cómo he llegado hasta aquí, pero a todo, todo, que va. Se me va y, seguramente, habrá cosas importantes que no tenga presentes ahora mientras hablo contigo.
Qué tiempos aquellos de las primeras incursiones en el mundo del periodismo en la radio pirata de Madrid, donde tú mostrabas ya soltura como locutor y con las imitaciones de voces…
A ver, radio pirata,… Me sabe mal llamarla radio pirata, porque es verdad que en aquel momento no tenía licencia, pero menos nosotros todo era muy profesional. Los estudios estaban muy bien y tenía unos medios razonablemente buenos para aquella época, a finales de los 80’s. Y también tenía un sentido. Se montó porque estaba en el umbral de las concesiones de emisoras. No estaba mal. La idea era buena. Desafortunadamente, no le dieron la concesión y murió. Desgraciadamente murió también el promotor de aquel proyecto, José Luis Perceval. ¿Lo recuerdas, no?
Sí, cuando estaba en Marruecos como corresponsal de la Cope.
Vaya historia. Era un personaje. Yo tengo un buen recuerdo de él. Una vez nos llevaba a mí y a Alberto -San Juan-, que también pasó por Radio Iris, a un Foster’s Hollywood. No es como el McDonalds ahora, que si tenemos que ir para llevar a los críos, pues se va, pero en aquel momento me pareció una superinvitación. Recuerdo aquello como algo que fue la hostia. Eso es algo que echo de menos de los inicios, la capacidad de sorpresa.
Por otra parte, hemos ganado en aplomo, en saber hacer, quizá en entender la vida mejor, pero echo de menos eso que ahora veo en mis hijos, que flipan con las cosas.
Ojalá nos quede algo de eso. A ti con el periodismo y a mí con la interpretación ahora.
¿Hemos perdido un gran comunicador o hemos ganado un gran actor?
Ni lo uno ni lo otro (risas). Hemos perdido un periodista que trabajaba en la información deportiva en el momento que hizo esa transición para ser actor. Tú trabajaste con él y puedes opinar mejor que yo de mí mismo, pero que le ponía ganas a las cosas como tantos y tantos compañeros, porque sigo considerando a los periodistas como compañeros. Eso sí lo mantengo. La realidad es que no creo que hubiera llegado muy lejos en el periodismo. No sé. Porque no sé muy bien qué es llegar lejos en el periodismo. Ese es otro debate. Tampoco sé muy bien qué es llegar lejos en la interpretación.
¿Una carrera como la tuya?
Creo yo, y me conviene pensar así porque ya tengo una edad, que he conseguido recorrido profesional o más desarrollo profesional, más felicidad profesional y bienestar económico como actor que como periodista.
Según los estudios de la Aisge, la asociación que gestiona nuestros derechos de imagen, solo el 8% de los actores vivimos de esto, lo que da una idea de la precariedad que hay. Mucha gente piensa actores, Bardem, Luis Tosar,… Pero no es todo así. Igual que los futbolistas no son todo Cristiano Ronaldo y Messi.
A veces hay sorpresas.
Bueno, Unionistas ahora está de lujo, a ver si elimina al Barça pero, en fin, que he tenido la suerte de estar en esa punta del iceberg, con lo cual en ese sentido creo que tomé una buena decisión, porque he conseguido colocarme, por emplear la expresión, en un lugar privilegiado en la profesión de actor. Y en la profesión de periodista no lo habría logrado. No sé dónde hubiera llegado, porque yo pedí la excedencia de Canal Sur en 2007, y desde entonces vivo de la interpretación. A los diez años me mandaron una carta dándome las gracias por los servicios prestados. Me dio un poco de pena, pero era comprensible.
¿El contacto con el periodismo y conocerlo te ha servido como actor?
Yo diría que sí. Para una película por la que fui premiado, El reino, hice un curro de investigación,… Hablé con Rubalcaba, que en paz descanse, que se leyó el guion y nos mandó un PDF con indicaciones; con Cristina Cifuentes, con Álvaro Pérez, David Marjaliza, un juez que no te puedo decir el nombre que se ofreció, fue muy cariñoso y nos pidió que no dijéramos que había colaborado,… Hablé con mucha gente, porque le dije a Rodrigo Sorogoyen que, aunque todo el mundo lo iba a asociar al partido popular, era importante que fuera una lección general sobre la corrupción. Teníamos que ser muy rigurosos, porque no podía ser una película maniquea.
Eso es muy periodístico.
Ese afán por la verdad, la objetividad, ya sabes compañero, me acompaña mucho en las pelis. Cuando huelo esa sangre,…
Otra peli de la que estoy muy orgulloso, La noche de 12 años, donde interpretaba a Pepe Mujica, que fue presidente de Uruguay. Está basada en hechos reales. Doce años que tuvieron en aislamiento a unos rehenes de los tupamaros. Me fui a Uruguay, hablé con un montón de gente. Hice una investigación sobre la realidad, porque me obsesiona mucho eso.
En película Grupo 7, también me sale la vena periodística. No está basada en hechos reales, pero sí en un grupo policial de aquella época.
Quizá estén más relacionadas ambas profesiones de lo que parece a priori.
El periodista y el actor cuentan historias, pero el actor en primera persona y el periodista en tercera persona. Pero ese afán de enterarte de lo que hay, ese creerte que has captado la verdad, cuando tienes una historia y sabes que es importante, que la puedes contar y la gente se va a enterar, que sabes que va a interesar a la gente, tú sabes que esto es excitante. Este afán, de alguna manera, me persigue en el buen sentido y el periodista que hay en mí me ayuda a que el actor que soy ahora y del que vivo, si se me permite la expresión, sea riguroso.
¿Cuánto queda y has podido incorporar a tus personajes del joven malagueño que se fue a la aventura a Madrid?
No sé lo que queda de aquel joven. Cuando tú yo nos conocimos llevaba tres años en Madrid. Más allá de acentos matizados, porque yo hablaba muy cerrado,…
Las eses no existían y te has esforzado para pronunciarlas con nitidez, perfectas.
(Carcajada) Ese es otro debate, el acento. Lo normativo. No sé. Creo que sigo confiando en la gente. Ahora tengo una edad y veo que me ha ido muy bien confiar en la gente. Como todo el mundo, he tenido malas experiencias. Pero algo de eso queda, confiar en la gente. Tengo un refrán que detesto: ‘Piensa mal y acertarás’, que me parece una excusa para la inacción, y otro que me encanta: ‘Quien quiere algo siempre tiene una fórmula y, quien no lo quiere, siempre tiene una excusa’.
La inevitabilidad de la vida es que aprendes, que por un lado está bien, porque yo ahora afronto conflictos que si me pillan con 16 años y me desintegro.
Se aprende a decir que no.
Claro. Esa es la suerte de que te vaya bien, de estar en ese 8% que tienes que decir que no, porque hay muchos compañeros míos que no tienen ese problema. De hecho, para la mayoría de mis compañeros su problema es otro. Su problema es que suene el teléfono.
¿La suerte también juega un papel importante en la vida y en el oficio de la interpretación?
A mí me apareció mi ‘hado madrino’, por utilizar una expresión, que fue Daniel Sánchez Arévalo, un director que hoy es como mi hermano. Hicimos juntos un corto. Era un corto rarísimo, pero yo tenía tantas ganas de currar que a mí cualquier cosa me parecía bien y dije que sí. Nos hicimos muy amigos. Luego hizo una película, Azul oscuro casi negro, y me dijo que me había hecho un papel que se llama como yo, Antonio, que me cambió la carrera. Gané el Goya a mejor actor de reparto y a partir de ahí me empezaron a llamar.
La suerte fue que apareció Daniel. Luego, yo he ido haciendo cosas, y él me dice de broma: ‘Ya no me necesitas, cabronazo. Soy yo el que te necesita a ti’. Bueno, tampoco hay que pasarse (risas).
Antes se decía que si Pilar Bardem no trabajaba es que no había trabajo para nadie en el cine. Y ahora si no está trabajando Antonio de la Torre es que no hay trabajo para nadie.
Leí un tuit que me hizo gracia: «Cuenta la leyenda que se hacía cine español y no salía Antonio de la Torre». Todavía me duele la colleja.
Luego, Edu Soto hizo una broma en unos premios y dijo: «Van en un avión Javi Gutiérrez y Antonio de la Torre, se estrella y se acaba el cine español’. (Risas)
Este es el mito, pero la realidad es que cada año se hacen 150 películas españolas y yo como mucho estoy en dos (Risas).
¿Y qué buscas en un proyecto para que te pueda ilusionar?
Para la película de Pepe Mujica le dije al director que sí en quince minutos, sin leerme el guion. Me empezó a contar la historia de los Tupamaro, de Uruguay, cómo se buscaban la vida. Recuerdo que le dije, está claro que hay que hacer una película de esta gente. ¿Qué estamos haciendo aquí? Él me sonrió y dijo, este ya está metido en la película.
Y si te llama Almodóvar es que ni miras el guion. Por decirte uno. Son muchas razones, la verdad.
Una anécdota más…
Tengo una película pendiente de estreno en marzo que se llama Tratamos demasiado bien a las mujeres. La directora es Clara Bilbao, una figurinista directora de vestuario, y es el primer largo que hace. Yo estuve de jurado en un festival de cortos y vi uno suyo que me encantó. Le dije que cuando rodara un largo que me llamara. Y me dijo, «pues voy a hacer un largo, ya te he llamado». Y dije que sí.
(Interrumpe entrevista porque se nos ha echado el tiempo encima y sale su hijo del colegio y lo está recogiendo. Se disculpa. Se le oye hablando con el pequeño. Y sigue respondiendo)
…Muchas películas me animan más casi por lo que yo puedo aprender que por lo que yo pueda hacer como actor. Lo que digo, para que los directores que lo lean no digan que me llame una agencia de viajes, es que ese afán de hacerlo bien y de estar te dan ese plus como actor.
Y te mantiene vivo…
Que hay algo que tú estás deseando hacer, tú eres un profesional y yo intento serlo. El querer estar en un proyecto ya te hace embeberte de eso. Son muchos factores, pero se resume en la intuición. Que luego, a lo mejor, la cagas y dices, cómo me he metido en esto. Pero, como lo que dije antes de Radio Iris, en la vida si no haces nada no vives.
Si no arriesgas no ganas.
Dentro de lo que cabe, intentar no darte muchas hostias innecesarias, pero al final siempre hay un componente de riesgo inevitable en las decisiones que tomas en la vida.
Eres la alegría personificada. ¿Cuántas veces te ha rescatado ese buen carácter en los malos momentos personales y profesionales?
En el mundo que vivimos, en el periodismo, la interpretación,… las habilidades sociales ayudan mucho.
Hay muchos actores, y yo creo que también muchos periodistas, con mucha obsesión por estar en los sitios, estar, figurar. En cualquier actividad profesional tus habilidades sociales te van a abrir o cerrar puertas de una manera clarísima en muchos ámbitos, tú lo sabes, pero quizá especialmente en el cine.
Los malos momentos vienen solos.
Quizá, sí, yo me he sabido buscar la vida, pero ha habido malos momentos. Yo a finales de los 90 pasé una etapa muy mala, muy mala y me vine de Madrid, porque me resultó muy difícil (Antonio de la Torre habla con La Crónica de Salamanca desde Sevilla, donde vive). Esa cualidad que me atribuyes y que te agradezco, supongo que me habrá abierto puertas, pero bueno, no hay un ser humano que no sucumba a la melancolía.
La salud mental me parece un temazo. Uno de los momentos más importantes que recuerdo de la anterior legislatura fue cuando íñigo Errejón dijo en el Congreso que la salud mental es muy importante y salió uno del PP diciendo, «pues vete al médico». Fue importante, porque abrió el debate, abrió el melón. Ahora, a ver si con esta ministra de Sanidad que tenemos se puede seguir ahondando en el tema. Es que la salud mental es la epidemia del mundo moderno.
Yo pasé unos años difíciles,… La vida te va sacudiendo y no todo es jiji-jaja.
Después llegó la fama. ¿Te abruma, te ha cambiado la vida?
No, no. Yo siempre he dado el perfil de un actor de «prestigio» (por favor, entrecomíllalo, aclara que me río yo mismo de la expresión), en el sentido de que yo no he sido un actor guapo, o de una serie. A mí se me conoce como una serie de gotitas de agua, de muchos años de trabajo. La gente que me entra me da la enhorabuena por el trabajo, no tengo ese fenómeno fan.
Soy un actor que ha trabajado mucho, pero no me entran mucho. Me has escuchado en directo recoger a mi hijo y cuando entras en la rutina eres un padre más del cole.
Pero, tú tampoco te has expuesto.
Claro. Yo salgo en las películas, hago mis promociones, pero es el cine español. En los 90’s y en los 2000’s se notaba mucho salir por la tele y ahora, con las plataformas, es pegar el pelotazo. El otro día estuve con Pedro Alonso (La casa de papel), que es amigo mío y hacía mucho tiempo que no le veía, y la peña le entra,… O Enrique Arce (La Casa de Papel), he trabajado este verano con él y la gente le entraba en el hotel. Unos turcos pidiéndole una foto. ¡Hostias, cómo es la globalización!
¿Cuál ha sido tu papel o el personaje con el que más vínculos has generado?
El de Azul oscuro, casi negro, El reino, y en Caníbal. He tenido varios personajes que han sido una experiencia bastante potente, muy interesantes.
En la ficción has vivido muchas vidas. ¿Ya no te sorprende nada de la realidad?
La realidad siempre es más potente que la ficción. La ficción no tiene nada que hacer contra la realidad.
¿Qué valoras más con el paso de los años?
La amistad y el afecto.
¿Te ves detrás de la cámara en el futuro?
Creo que se me daría bien dirigir actores, porque me gusta. Lo que no sé es si sería tan bueno manejando la cámara.
Los mortales vamos al cine para evadirnos, vivir emociones o simplemente ocupar nuestro ocio. ¿Y tú?
Te va a decepcionar esta respuesta. Últimamente solo voy al cine lo que puedo. Como estoy con los niños veo mucha película infantil, pero últimamente no tengo la ocasión de ver mucho.
Durante una época elegía en función de una crítica, de referencias, y lo típico, Woody Allen estrena una película, pues quieres ir a verla. Almodóvar, estrena una película, pues quieres ir a verla.
¿Y cómo es trabajar con Almodóvar?
Muy bien. Muy guay. Te tienes que adaptar a su mundo. Él tiene un mundo muy peculiar, pero es un sueño.
Para terminar, te lo tengo que preguntar. ¿Qué experiencias has tenido en Salamanca?
Hace mucho que no voy por Salamanca. Me da mucho palo. Lo último que recuerdo fue un viaje que hice con mi mujer y los niños por la zona de Mogarraz y el norte de Cáceres, Las Hurdes.