Conocernos a nosotros mismos y actuar tal que somos, hace procedamos auténticos. Manera de evitar nos condicione tanta información manipulada, exceso de comentarios partidistas y avalancha de comadreos, que inducen a errores a los que les hacen caso y aprovechan en su beneficio quienes los difunden; gente que siembra cardos y quiere recoger trigo. Y, para colmo, que sean otros quienes hagan el trabajo y se lo sirvan hecho pan en la mesa. La mentira equivoca, la verdad nunca extravía.
La primera impresión sobre una persona, acontecimiento o situación determina que nuestra opinión y disposición sea a favor o en contra de lo que se trata. Medios de comunicación influyentes y personajes relevantes hay, que sabiendo que somos de atender las razones del corazón, las emociones y lo contado con gracia, con astucia y cinismo se lanzan a desvirtuar la verdad, censurar lo que les molesta y ser propagandistas de lo que les conviene usando de falsas argumentaciones y fingidos golpes de pecho, con tal de convencernos y favorecerse ellos.
Toca desenredarnos de esos reclamos que amenazan la verdad y la decencia, son criadero de abusos y triunfo de charlatanes, estando más atentos a los serios, discretos e imparciales que a los tendenciosos por ideología y arbitrarios por intransigentes, para no caer en la trampa que nos tienden con engaños. Puestos a prueba, hemos de estar dispuestos a resistir esa maraña de embrolladores y farsantes que hacen por adueñarse de nuestra voluntad y subsistamos desorientados.
Enredados en un mundo tan complejo, crece la perplejidad y el desconcierto se hace difícil afrontarlo y, por comodidad o hartura, algunos acaban asumiendo las mentiras (esas que por repetidas cien veces pretenden se hagan verdades). Remedio contra los falsos profetas y los embustes hay y en eso estamos, haciendo valer que para ser juez hay que escuchar a las dos partes y para tener opinión consistente recabar información de fuentes diferentes.
Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor
1 comentario en «Afrontar la desinformación»
Gran lección de la experiencia y releer para asimilarla y poner en practica