Comisiones Obreras y el Partido Comunista de España desarrollaron este domingo varios actos en recuerdo del abogado salmantino Serafín Holgado, asesinado en el año 1977 en el atentado conocido como la ‘Matanza de Atocha’.
Los actos comenzaron en la calle Abogados de Atocha, junto a la sede de CCOO en Salamanca, donde se realizó una ofrenda floral junto a la placa en recuerdo de los abogados asesinados el 24 de enero de 1977 por un comando fascista.
Posteriormente y como se viene haciendo durante los últimos 46 años, en el cementerio de Salamanca, junto a la tumba de Serafín Holgado se realizó un recuerdo hacia el salmantino asesinado en este atentado. Finalmente, se colocaron unas flores sobre el monolito existente en la calle Serafín Holgado, en el barrio Blanco de Salamanca.
En el año 1977, tres asesinos enviados por la dirección del franquista Sindicato Vertical, dispararon contra nueve militantes del Partido Comunista de España y de CCOO comprometidos política y profesionalmente con la defensa de los derechos de los trabajadores y el movimiento vecinal en Madrid. Asesinaron a cinco personas y dejaron malheridas a otras cuatro.
Los asesinos buscaban a Joaquín Navarro, sindicalista del sector del Transporte de CCOO, que salvó su vida al irse unos minutos antes del despacho de abogados de la calle Atocha de Madrid. Los asesinos dispararon a quemarropa contra los asistentes a una reunión de la Agrupación de abogados del Partido Comunista de España, que asesoraban legalmente al movimiento vecinal madrileño, y que mantenían en esos momentos una reunión de coordinación jurídica y política.
Murieron Enrique Valdelvira Ibáñez, Luis Javier Benavides Orgaz, Francisco Javier Sahuquillo Pérez del Arco, Ángel Rodríguez Leal y Serafín Holgado de Antonio. Fueron gravemente heridos Dolores González Ruiz, Alejandro Ruiz Huerta, Miguel Sarabia Gil y Luis Ramos Pardo.
Con esa acción, la ultraderecha pretendía sembrar el miedo entre los hombres y mujeres que desde los juzgados y desde las calles forzaban pacíficamente el fin de la dictadura, a la vez de intentar provocar una reacción violenta de respuesta que justificase paralizar el proceso de cambio político que la mayoría de la población demandaba.
El objetivo no fue elegido al azar. El despacho de Atocha era uno de los representantes del llamado “uso alternativo del Derecho”, es decir, el uso de los juzgados como escenario de denuncia política y social contra un régimen fascista que se resistía a morir. El ‘arma’ de Atocha, como de otros despachos colectivos de laboralistas existentes en la época, eran las leyes y combatir su arbitraria aplicación.