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Opinión

Memoria y desmemoria, la estulticia frente a la razón

Píldoras de 'redes sociales'. Imagen de Colin Behrens en Pixabay

El quehacer del archivero es siempre silencioso, desconocido y casi nunca agradecido socialmente. Las nuevas generaciones ni lo consideran. Literalmente, no saben qué es un archivo ni lo importante que resulta para acceder al conocimiento riguroso del pasado, amén de las otras funciones que desempeña.

Las inquietudes de los adolescentes, salvo honrosas y felices excepciones, van por otros derroteros. Ahora su interés por la historia lo copa un personaje demencial, auténtico corruptor de menores, que se hace llamar Míster Tartaria. A través de TikTok inocula gilipolleces como que la tierra es plana, los dinosaurios no existieron, la historia que nos explicaron hasta el siglo XVIII está completamente inventada o estamos controlados por una logia de iluminati. En esto último no le falta razón, aunque no sea como él lo explica. ¿Cómo puede uno competir contra la inmoralidad de estos espabilados que con tal de conseguir seguidores envenenan las inteligencias de los jóvenes? Pues no es fácil, porque la abducción es terrible. Pero hay que intentarlo.

Y uno lo procura por esos inhóspitos territorios de la ESO, enfrentándose a los molinos de viento y a todo cuanto representan en este sistema educativo condenado al fracaso. Frente a la estupidez, perversa e interesada, del siniestro Tartaria y quienes le remedan, solo cabe enseñar a cuestionar, razonar y contrastar. A ser críticos en un mundo crecientemente apático ante la aproximación a la verdad que nos permite ser libres. Y en este aspecto, en el de la búsqueda de un conocimiento riguroso del pasado, que es nuestra memoria, el archivo resulta imprescindible.

Hace unos días visitamos el Archivo Histórico Provincial de Salamanca con un grupo de alumnos de 4º de la ESO. Nos atendió, con paciencia infinita y la amabilidad habitual, Cristina Vicente, compañera de promoción en aquellos años maravillosos que abrían la década de los noventa. Todo era novedad para ellos. El archivo, los legajos, la restauración de documentos, su conservación, consulta y funcionalidad. En otras ocasiones, fuimos al Archivo Diocesano, donde Tomás Gil y Vanesa Vaquero se desvivieron por atender a los alumnos.

Hay tanto que aprender en estos espacios de silencio… Y, sin embargo, a veces nos planteamos si estas píldoras de conocimiento sirven en verdad para algo o caerán en el olvido ante la capacidad de obnubilación que poseen los gurús del TikTok. Está claro que arrojar la toalla y dejar de hacerlo conduce a la nada. Es necesario insistir. A tiempo y a destiempo, como decía el de Tarso en su misiva a Timoteo. Insistir e insistir, como la lluvia fina que persiste y acaba empapando.

A la historia se accede desde múltiples medios, pero los documentos son la fuente primaria para el historiador, como repetía Tuñón de Lara. Y es en los archivos donde se conservan y consultan los documentos. De ahí su importancia y la obligatoriedad de preservarlos. La célebre cita de Cicerón en su De oratore sigue plenamente vigente. La historia es «testigo de los tiempos, luz de la verdad, vida de la memoria, maestra de la vida, heraldo del pasado». La historia es maestra de la vida, porque es nuestra memoria social y nos permite defendernos de jetas como el Tartaria u otros embaucadores más refinados y peligrosos aún, los que aposentan sus reales sobre las poltronas del poder.

6 comentarios en «Memoria y desmemoria, la estulticia frente a la razón»

  1. Mister Trataría, la primera vez que tengo referencia de tal individuo.
    Según se explica en el artículo, forma parte activa de la sinrazón generalizada actual. ¿Cómo hacer algo para qué cambie lo irracional?, una respuesta sería no votar el día de las elecciones a los políticos que lo respaldan. Hay partidos políticos en los que se puede confiar como VOX. Si no intentamos poner remedio, que después no haya quejas ni lamentos.

    Responder
    • Totalmente cierto. No nos volvamos idiotas el día de las elecciones y cuando preparemos el voto para meterlo en la urna, conservemos la memoria y no creamos las mentiras que dicen los de siempre.

      Responder

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