La psicóloga Leticia Martín Enjuto ha defendido la importancia de otorgar a la salud mental un papel clave en la sociedad y, especialmente, en la sanidad salud pública. Además, la profesional graduada en la Universidad Pontificia de Salamanca, ha desmitificado falsas creencias, abordando también algunas de las grandes problemáticas que afectan en el ámbito de la salud mental, sin olvidarse de los más jóvenes y la importancia de que estos acudan a terapia.
¿Cuáles son los principales problemas de salud mental?
Los problemas más recurrentes están relacionados con el malestar emocional. Veo mucha autoexigencia, un diálogo interno deficitario, acusada sintomatología depresiva… Además, hay que tener en cuenta que la depresión es la primera causa a nivel mundial de discapacidad y, por consiguiente, claramente incide tanto en la tasa de mortalidad como en qué es lo que vemos a diario en consulta.
Otra de las grandes problemáticas es todo lo relacionado con la esfera de la depresión, la tristeza, la apatía prolongada, la falta de energía, la sensación de vacío y, sobre todo, la sintomatología ansiógena (trastornos de ansiedad, de pánico, TOC…). Estamos en un mundo muy cambiante, que va muy rápido, y en muchas ocasiones esa velocidad trae consigo mucha sintomatología ansiógena. También he observado un aumento en el consumo de tabaco, alcohol y estupefacientes, algo que tiene una repercusión absoluta, tanto en un paciente adulto como adolescente.
Por terminar, en el campo de las emociones, se observa mucho un cambio extremo de humor, cierta irritabilidad, hostilidad, comportamientos que rondan el narcisismo, comportamientos violentos, trastornos de límites de la personalidad, etc.
¿Los ciudadanos son conscientes de que pueden tener alguno de ellos o no los identifican?
Creo que son capaces de identificar los obstáculos que limitan de algún modo su día a día, pero también es verdad que depende mucho de la conciencia que tenga cada individuo sobre su propio cuerpo, su propia mente… La capacidad introspectiva también va a jugar de algún modo un punto decisivo. También marca la diferencia el entorno en el que nos encontramos. En definitiva, quizá sí somos conscientes de la sintomatología que presentamos, pero no somos del todo conscientes de si esa sintomatología obedece o no a una patología concreta de índole psicológico.
Hablemos de ansiedad. ¿Cuáles son las causas que la generan?
Si me tengo que quedar con una causa que genere la ansiedad, hablaría de un gran ‘y si…’. Con esto me refiero a ‘y si no termino de realizar mi oposición…’, ‘y si no llego a final de mes…’, ‘y si mi pareja no cumple con aquello que prometió…’.
Al final, la causa subyacente de la ansiedad es un distanciamiento con la realidad, una anticipación absoluta que tiene un sustrato de miedo. Hay un miedo acusado que nos hace entrar en una espiral de hipervigilancia, de sensación de amenaza, de ver si realmente están nuestras expectativas casando con la realidad… La ansiedad es una emoción muy adaptativa que nos alerta de que nos estamos infringiendo un daño a nosotros mismos y que puede ser positiva, porque en un momento dado nos impulsa, pero, si cumple ciertos patrones como la frecuencia y tiene una durabilidad en el tiempo mayor, conforma una de las problemáticas más acusadas de nuestro día a día.
¿Cómo enfrentar una situación así?
El punto básico es conocernos, saber cuál es nuestro mapa de estresores, cuáles son nuestras tendencias (más tendente a la obsesión, a la depresión…). Además, una manera positiva de enfrentarla pasa por conocer nuestros patrones de apego, nuestros patrones vinculares, cómo me relaciono yo… para poder entender que quizá la ansiedad puede estar habitando con nosotros, pero que existen diferentes rasgos de personalidad que van a remar a favor o en contra de su aparición. En definitiva, conocer las ‘gafas’ con las que vemos la vida, ver cómo lo interpretamos y, en base a ello, poder abordarla con ayuda psicológica, con un conocimiento mayor sobre nosotros.
¿Por qué es importante la salud mental?
La salud mental es el motor que mueve nuestra vida. Una ajustada salud mental lo que nos ofrece es vida. Es importante por muchas razones, porque impacta contra cuatro pilares básicos en la vida de cualquiera: la conducta del ser humano, la parte cognitiva, la parte emocional y la parte más relacional. Es decir, tiene una relación absolutamente estrecha con la calidad de vida, y no solo con eso, sino también con el bienestar emocional, con el modo que tiene el ser humano de manejar el estrés, las dificultades del día a día…
También incide en el funcionamiento diario. Una buena salud mental permite funcionar dentro de parámetros saludables, tomar decisiones adecuadas y gozar de una salud física más positiva. Es básico conocer que hay una conexión entre la salud mental y la salud física. Por último, cabe recordar que la salud mental guarda estrecha vinculación con la manera en que nos relacionamos, con la productividad y con el éxito que podemos ir cosechando a lo largo de la vida. Por tanto, impacta contra vertientes o parámetros muy concretos que, al mismo tiempo, son la totalidad del ser humano.
¿Se le da la importancia adecuada en la sociedad?
Sí que es verdad que la salud física es más notoria, se ve, y el halo de invisibilidad que recoge la salud mental quizá sea uno de los factores que reme a favor de que no se le dé el posicionamiento que requiere. Si bien, pese a que quizá en los últimos tiempos está teniendo una visibilidad mayor, hay mucho trabajo por recorrer todavía.
¿Y en la sanidad pública?
Siento decir que no. Somos seis psicólogos clínicos por cada 100.000 habitantes. Entonces, aunque es una realidad que todos conocemos, no sé hasta qué punto es una realidad a la que miramos.
¿Qué cambios serían necesarios?
Las instituciones deberían tomar cartas en el asunto. Necesitamos ciudadanos sanos. Por tanto, hay que destinar mayores partidas presupuestarias. Este sería uno de los puntos que posibilitaría el acceso al servicio psicológico y a que no se viera como un artículo de lujo, sino que todos tuviéramos un derecho a la asistencia psicológica y a cierta periodicidad para el uso de la misma.
Cada vez se habla más de salud mental…
Sí que es verdad que hay un ánimo por la divulgación y creo que obedece a que el ciudadano también tiene un interés por documentarse al respecto. Es positivo que haya una mayor divulgación, pero, al mismo tiempo, también me gustaría que aquellas personas que de algún modo u otro divulgan parámetros psicológicos o el propio campo de la salud mental, tuvieran una cualificación detrás, y que realmente se diera a conocer información con cierto respaldo. Por tanto, aunque es positivo que se divulgue, debe hacerse con la formación y la cualificación que requiere la disciplina seria de la psicología.
¿Esto puede dar lugar a que se banalice y se trate con poca seriedad?
Quizá, como en todo, puede haber quienes echen balones fuera y no quieran asumir la responsabilidad que hay detrás de sus actos. Pero apuesto más porque divulgarlo es una herramienta que da voz a la psicología y a la salud mental, y que genera que se nos escuche y se destinen mayores partidas presupuestarias. Además, entiendo que se pueda tomar como banalizado, pero con una buena cualificación y asesoramiento detrás, y adoptando la responsabilidad que tiene cada individuo para con el trabajo, la familia o cualquier ámbito de la vida, es positiva la divulgación.
¿En qué situaciones hay que ir al psicólogo?
Hay que desbancar ese estereotipo de que necesitamos un motivo para ir al psicólogo. Por ejemplo, cuando vamos al mecánico a hacerle la revisión al coche quizá no haya un motivo real detrás, pero hay un ánimo por llevar un seguimiento con el objetivo de que el coche funcione debidamente. Evidentemente, hay mucha gente que acude al psicólogo con una patología concreta, con una sintomatología concreta, acusada… Pero lo idóneo sería que llevásemos esa revisión de forma natural y que no necesitáramos un motivo.
¿Cómo puede ayudarnos la terapia a mejorar nuestra calidad de vida?
La calidad de vida se puede ver mejorada en terapia desde el punto principal que es el autoconocimiento. A través de la terapia podemos explorar nuestros pensamientos, emociones o comportamientos de una manera más profunda. Nos permite tener un espacio donde encontramos ese apoyo emocional, ese aspecto confidencial; un espacio seguro donde podemos conocernos y desarrollar ciertas habilidades, adoptar estrategias para hacer frente a desafíos que tenemos que afrontar… También es un lugar donde se cotejan esos patrones negativos, ese momento de identificar y cambiar patrones de pensamiento, trabajar con el terapeuta para ver hasta qué punto nuestra manera de vincularnos con terceros y con nosotros mismos es sana, es madura y está generando un impacto positivo en el devenir del día.
Desmitifíquenos la creencia de que el psicólogo es ‘para locos’.
Es una realidad contra la que hay que ir, porque no hay una necesidad real detrás de tener una patología para acudir al psicólogo. Por supuesto que debemos desmitificar la creencia, al final es una conducta sana. Siguiendo el símil anterior, somos un coche al que hay que hacerle las revisiones pertinentes porque el coche tiene ánimo por adoptar conductas que vayan acorde a él y, sobre todo, tiene un ánimo por elegir el sendero que más le identifica. Y en muchas ocasiones, recorremos nuestros días sin un ánimo real por recorrerlos de ese modo.
¿Los niños y los jóvenes también deberían ir al psicólogo?
El suicidio es la segunda causa de muerte entre los jóvenes de entre 10 y 24 años. Por tanto, son datos suficientemente robustos como para apostar por que haya una cantidad de psicólogos infantojuveniles que dediquen su día a día a velar por los más pequeños. Los niños y adolescentes están en una etapa de crecimiento evolutiva tan crucial, son tan permeables a adoptar estrategias y a reflexionar sobre su mundo emocional, que considero que es básico que vayan al psicólogo.
¿Cada cuánto tiempo hay que ir a terapia?
La frecuencia la va a marcar el profesional. Sí que es verdad que el objetivo de todo psicólogo es que la persona sea totalmente autónoma. Por tanto, la frecuencia quizá pueda ser un poco mayor al comienzo para encontrar ese espacio seguro y establecer una alianza terapéutica. Pero a medida que la terapia va hacia delante se va reduciendo. La buena terapia es la que tiene un principio y un final. Que se pueden llevar sesiones de seguimiento, perfecto, pero mi objetivo es que la persona sea autónoma, que converse conmigo cuando tenga que hacerlo, pero que no sea un punto clave a lo largo de su vida.