El campo y la encina formaron parte de su vida, porque Ramiro Tapia instaló su estudio en el Campo Charro. Hoy ese sierro al que subía para ver el espectáculo del paisaje doblado del encinar hasta la Peña de Francia está más solo.
Ramiro Tapia nació en Santander hace 93 años, pero sus ojos vivieron y bebieron de la luz de las tierras salmantinas o ledesminas. Una de sus últimas obras, quizá la más popular al tratarse de los carteles de las fiestas de San Juan de Sahagún y el de las Ferias y Fiestas de Salamanca, contaba que había querido representar las visiones que él tenía de los encinares, por eso su cartel una gran encina era la protagonista, con sus raíces centenarias, que ahondan en la tierra. Y en su copa construyó unas escaleras que conducen a la Virgen de la Vega.
Muchas de sus obras transmiten fantasía, utopía, infancia, alegría y otras seriedad y angustia. Un juego de contrastes e ilusiones o mitos. Todo ello desde un realismo mágico en el que alcanzó perfecciones formales en verdad exquisitas.
Su obra forma parte de los fondos de diferentes colecciones, como la Amato Lanza Collection de Nueva York, The Vincent Price Collection de Chicago, la Fundación Pierre Satet de París o Berta Fischer de Suiza. También forma parte de los fondos del Museo de arte Reina Sofía, el Museo Provincial de Salamanca o el Museo de Arte Contemporáneo Costa da Morte de Galicia, entre otros.
Ha realizado 70 exposiciones individuales y ha participado en numerosas exposiciones colectivas en países como Polonia, Estados Unidos, Bélgica, Holanda, Alemania, Japón, Suiza y Francia.
3 comentarios en «Adiós a Ramiro Tapia»
D.E.P.
Mi adiós, hasta siempre, a una de esas personas que consiguen que en la vida, tengamos ilusiones, sueños y positividad.
Buenas personas que nos alegran la vida.
Gracias por tu amistad
Descansa en paz Genio con mayúsculas.