Opinión

La mística del treinta y tres

Los dos carteles de Ángel Luis Iglesias.

Comienza la cuaresma y la actividad cofrade se intensifica. Para los antropólogos resulta un fenómeno apasionante, aunque esto realmente va mucho más allá. En el núcleo, ciertamente, están las creencias con sus distintas expresiones. Pero rodeándolas aparecen las otras realidades ?que nos remiten a la cultura, arte, tradiciones y hasta el impacto socio-económico? que configuran esta genuina expresión de la religiosidad popular.

Desde esta perspectiva abordamos uno de los aspectos más destacados en la actividad cofrade, el cartel anunciador. Y no hablaremos del de Salustiano, que bastante se ha dicho y escrito ya. Además, de provocaciones cartelísticas ya tenemos varias experiencias en Salamanca.

El caso es que, con el ritual de la ceniza en ciernes, se presentó el cartel de la Tertulia Cofrade Pasión para anunciar la Pascua. Y nuevamente llegó la sorpresa con su apuesta por la innovación. Pero, a diferencia de años anteriores, la previa tuvo una difusión de perfil bajo, para no levantar liebres. La pintura original ha estado expuesta desde septiembre hasta el carnaval. Inusual, porque siempre se ha realizado exprofeso. Además, el autor, Ángel Luis Iglesias, ya realizó un cartel en 2011. Otra transgresión de la costumbre. ¿Por qué entonces? Pues por la historia que hay detrás del cuadro.

Ángel Luis Iglesias apuntaba ya maneras cuando se atrevió, en 2011, a autorretratarse como Cristo coronado de espinas. Tenía entonces treinta y tres años, los del nazareno, y se mimetizó con él. El «escándalo» llegó cuando en los círculos más tradicionales casi le tacharon de blasfemo. Igual que en Sevilla con Salustiano, vamos, pero a escala local. A Iglesias le sirve, empero, para darse a conocer un poco más y, como cualidades tiene, hacerse un nombre en la pintura realista española. Esta obra fue importante en su trayectoria y le dio pie para madurar lentamente un proyecto ambicioso, el que cristalizó en la magna exposición Apóstol, que acaba de clausurar en Salamanca y prepara el desembarco en otras ciudades con catedral muy reconocida.

Quien haya visitado la exposición se habrá dado cuenta de su magnitud. Toda una demostración de poderío artístico. Tras ella hay muchísimo trabajo. Asemejar a personas reales con los protagonistas de la Escritura no es nada fácil. Pero todo fue fluyendo, salvo la pieza central, el retrato de Cristo. Se le atascó. Y él no podía ser. Se podría interpretar como un acto de soberbia. Para sí reservó el personaje maldito, Iscariote, y evitar así las habladurías. Pero quién podría ser Jesucristo…

En medio de este bloqueo creativo, Ángel Luis descubre un día que hacia él avanzaba la persona que tanto había buscado. Venciendo temores le aborda y explica su proyecto. Era Víctor Santos, el vecino con el que nunca se había cruzado y que, cuando más lo necesitaba, se le apareció. Aceptó la propuesta de posar y al surgir la confianza le confiesa que tiene treinta tres años y en su vida lo importante es ayudar a los necesitados a través de varias organizaciones… Brutal.

Iglesias nos ha dejado un impactante retrato de Víctor Santos, el alter Christus de 2024 que, como él, ha plasmado en un cartel de la Semana Santa el rostro humano del galileo. Una historia apasionante. Así me la contaron y así la cuento.

1 comentario en «La mística del treinta y tres»

  1. Interesante historia que como en otras ocasiones la ficción de cualquier desconocido se refleja en realidad viviente y nos acerca a la sencillez de la vida real.

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