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Llamemos al amor

Los poestas y Rodrigo García al piano en la sala de ensayos del Conservatorio Superior de Música de Salamanca.

Se podría pensar que la palabra amor está manida y manoseada. Se podría discutir sobre los tipos de amor. Se podría cavilar sobre la importancia del amor pasional, razonado o maduro. Se podría poner melodía a todo tipo de amor. Se podría y se puede.

Así, siete poetas y tres músicos le dieron matices a la palabra amor y en el aire de la sala de ensayos del Conservatorio Profesional de Música de Salamanca se vivió un encuentro elegante, gracioso y fino. No hay ni un ápice de exageración.

Celia Camarero ejerció de maestra de ceremonias presentado a músicos –Claudia Benavente, Rodrigo García y Miguel Vicente– y poetas. A estos últimos los nombró y calificó con un conocimiento de sus personalidades que sorprendió al auditorio a medida que iban desgranando sus poemas. Acertó.

A Soledad Sánchez Mulas le otorgó la hondura; a Mercedes Marcos, la ternura; a Antonio Sánchez Zamarreño, la gracia; a Víctor Herrero, el agradecimiento; a Mónica Velasco, la sensualidad, y a Asunción Escribano, la elegancia.

El público asistente al recital de poesía y piano en el Conservatorio Superior de Música de Salamanca.

La primera en tomar la palabra fue la propia Celia Carnero, por aquello de que su apellido comenzaba por ‘C’. El amor en sus poemas hablaba de unidad, encuentros, de extrañezas. ‘No se puede vivir, sin hacer pan para vivir’.

Los poemas de amor de Asunción Escribano llevan al escuchante a ese amor libre, con alas, repleto de matices, donde los pájaros dibujan con sus vuelos las danzas de los amantes. Por eso, los ruiseñores de Escribano ya no viven en jaulas. ‘Hice un pacto con las aves, ser liviano’. Regaló a los presentes un poema inédito, donde Bach y su obra de violín habla de la vedad callada, imposible. ‘Este diciembre comparte vida y nombre con el fuego’.

Los poetas y Claudia Benavente al piano.

Para Víctor Herrero, ganador del premio Poesía Ciudad de Salamanca, el amor se muestra en clave de futuro. Venía de Madrid y en lugar de leer cuatro poemas, ofreció cinco, por aquello de que tenía que amortizar el viaje y los peajes. Frase que hizo reír a los presentes. ‘Un poema de amor es un invierno sin lluvia’… ‘Tan cerca de lo que también seremos’. Y terminó con uno dedicado quizá al amor a su madre, titulado. Hierva, que termina así. ‘Ha abierto al fin el cielo los cerrojos//Hay hierva en el sepulcro de mi madre’.

Ternura derrochó Mercedes Marcos, con su marido, Antonio Sánchez Zamarreño presente, volvió a declararse enamorada como en los últimos 40 años. ‘Para amarte no necesito las palabras, pero añoro las mil tonalidades de un abrazo’. Le dedicó versos a su hijo, porque el amor madre tiene la fuerza umbilical.

Por su parte, Soledad Sánchez obsequió a los escuchantes con poemas de amor maduro, donde desmenuzo las mil maneras de nombrar las caricias, con o sin tacto, de una pareja sazonada con los años. ‘Las noches del amor nos cobijan, aunque no haya tormenta// Las noches del amor, siempre nos salvan’.

Los poestas y Miguel Vicente, al piano.

La salida a escena de Antonio Sánchez Zamarreño llenó de risas el espacio con sus diez coplas y sus diez soleares, porque son tan cortas ambas estructuras poéticas que se pudo permitir ese lujo. Lo fue. Con sus coplas fue del amor pasional a la ruptura, pasando por todas las etapas, aunque él tiene la suerte de seguir amando. ‘Mi calle tiene dos puertas, cuando pasas por mi calle, llamas a la que no es la mía y a la mía llama el aire’. ‘Entre los papeles que le voy a devolver está el corazón, no puedo vivir sin ella, ni sin él’. ‘En la mutua destrucción que bien nos completamos, si yo el blanco, tú la flecha, si yo la flecha, tú el blanco’.  

La sensualidad del amor de una pareja joven ya consolidada llegó con los poemas de Mónica Velasco. ‘Aquella noche dibujé en tu cuerpo, tu suerte y la mía’. ‘Bésame despacio’. ‘Amémonos como quiere la vida. Amémonos como quiere el mundo’.

Fruto de ese amor marital nace Mónica, a la pequeña le dedicó unos versos cargados de ternura, de miedo, de inseguridades y de pasión. ‘Hay algo en el amor que no nos pertenece’.

Samuel, uno de los poetas que utilizó el ‘Micrófono abierto’

La locura juvenil, repleta de ironía de trovadores del siglo XXI llegó con la irrupción de Dani García y Samuel. Ambos deleitaron al patio con sus poemas interpretados.

El recital de poesía y piano concluyó con la pieza creada por Rodrigo García, que interpretaron el propio Rodrigo García, al piano, y Guadalupe González, al oboe. 

Rodrigo García, al piano, y Guadalupe González, al oboe.

3 comentarios en «Llamemos al amor»

  1. Me encantó el recital. Música maravillosa y preciosa poesía. Debería haber más actos como este. Los poemas de Soledad Sánchez y las coplas de A. Zamarreño, para mí, lo mejor, sin desmerecer a nadie. ¡Bravo!

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