Los salmantinos gastaron de media 124 litros de agua por habitante al día en el año 2023, un dato que contrasta con la media nacional y la autonómica, que se sitúan muy por encima. Además, el consumo de agua de los salmantinos también está muy por debajo de los límites restrictivos que se están aplicando en algunos puntos del país debido a la sequía.
El consumo de agua en Salamanca ha ido disminuyendo en los últimos años hasta situarse en los 124 litros por habitante al día en 2023, según los datos facilitados por el Ayuntamiento a La Crónica de Salamanca. En 2020 se gastaron 127 litros por habitante al día, 125 litros en 2021, y 126 litros en 2022, para bajar hasta los 124 litros en el último año.
Llama la atención que el consumo de agua por parte de los salmantinos se sitúa muy por debajo de los límites establecidos en algunos lugares de España debido a la sequía. Por ejemplo, en Cataluña, el Plan de Sequía establece el límite en 200 litros por habitante al día en el nivel I de emergencia (actualmente en vigor), mientras que para los niveles II y III, los límites son de 180 y 160 litros por habitante al día, respectivamente.
Las cifras del consumo de agua también sitúan a la ciudad del Tormes por debajo de la media nacional que, según los últimos datos publicados por el INE (en 2022 referentes a 2020), estaba en los 133 litros por habitante y día. Asimismo, los salmantinos también gastan menos agua que el conjunto de Castilla y León, donde el consumo medio se situaba en 144 litros por habitante al día.
Ante estos datos, La Crónica de Salamanca ha salido a la calle para preguntar a los salmantinos sobre sus hábitos de consumo y su relación con el agua. Entre la mayoría de los encuestados, celebran el bajo consumo de en la ciudad charra, ya que “el agua es un bien escaso” y que “no se debe desperdiciar”. “Pensamos mucho en el agua aquí”, “somos muy ahorradores los charros con el agua” o “en Salamanca nos preocupamos mucho por no tirar agua”, son algunos de los comentarios de los salmantinos al conocer el bajo consumo de agua en la ciudad.
En cuanto a los hábitos de consumo, ningún salmantino reconoce contar con métodos de ahorro más allá de algunos como los dosificadores en los grifos o las botellas en la cisterna. Sin embargo, al hablar de técnicas y hábitos para ahorrar y no desperdiciar este valioso líquido, la cosa cambia.
“Yo no tengo métodos concretos para ahorrar agua en casa, pero soy muy cuidadosa”, señala Manoli, que acostumbra a “cerrar el grifo mientras me lavo las manos o los dientes”. Por su parte, Belén, explica que, “cuando aclaro los cacharros, los pongo en un baño y el agua que gotea la aprovecho para echársela al cubo de la fregona”.
Otros de los ‘trucos’ de los salmantinos consisten en poner un cubo de agua mientras se duchan, aprovechando el agua que cae para echarla al inodoro. “En lo que me ducho, se llena y lo aprovecho”, puntualiza Amparo. En la misma línea, algunos también emplean el agua de la ducha hasta que sale caliente para llenar la cisterna, el cubo de la fregona o regar las plantas.
Siguiendo con la ducha, la práctica totalidad de los consultados la prefieren antes que el baño. Asimismo, entre los que optan por el baño, muchos confiesan que, “pese a gustarme más el baño, prefiero la ducha, porque se gasta menos agua”, aclara Francisco. Respecto a la frecuencia, muy pocos aseguran ducharse a diario, algunos pasan por la bañera “un día sí y otro no”, mientras que la mayor parte se duchan entre “dos o tres veces por semana”. “No me ducho más porque no es bueno, me lo ha dicho el médico, sobre todo por los sofocos”, apunta Carmen.
Finalmente, en lo referente al uso de electrodomésticos como la lavadora y el lavaplatos, la frecuencia varía en función de “los que vivan en cada casa”, reconoce Marian. “Yo, que vivo sola, pongo una lavadora a la semana, porque me espero a que esté llena, y el lavavajillas ni lo utilizo”, señala.
En otros casos, reservan el uso del lavavajillas solamente “para cuando viene gente a casa, porque para mi marido y para mí, fregamos a mano”, indica Manoli. Por su parte, en otros casos, como el de Raúl, la frecuencia aumenta. “Somos cuatro en casa, y ponemos tanto la lavadora como el lavaplatos unas tres veces por semana”, explica, matizando que, “siempre los ponemos cuando se llenan, nunca antes”.