El mercado financiero es como un gran teatro al que por sus puertas va entrando el público, poco a poco, sin prisa. Un teatro en el que, cuantas más personas vayan entrando, más serán las que quieran acceder, atraídas como insectos por la gula a una fuente de comida. Nadie sabe con certeza a priori cuál será la representación, si drama o comedia. Nadie sabe ni cuándo ni cómo terminará la función…
La tendencia de las bolsas continúa siendo hoy por hoy alcista, pero excedida. El público se ríe, disfruta despreocupado. El estrépito de las risas ?y la propia avaricia? atrae a más y más espectadores. Todo el mundo quiere entrar, aunque sea tarde, aunque se hayan disparado los precios de las entradas en la reventa… Nadie quiere perderse la función, nadie quiere ser menos que nadie: se impone la soberbia.
En el ambigú no cabe ya ni un alma, los aseos están hasta arriba; pero la gente continúa entrando en el teatro, entre risas…
En esta situación, resulta entre cómico y dantesco que uno de los pilares de tanto exceso lleve por nombre precisamente NVIDIA, y más cómico y dantesco aún que esta empresa sea idolatrada como diosa de la llamada Inteligencia Artificial. Caprichos del destino… La cotización de NVIDIA acumula una subida de casi un 50% solo en lo poco que llevamos de año. Su valoración ronda los 1.8 billones de dólares, superando ya a la de colosos como AMAZON o ALPHABET (Google)…
Sea como fuere, la función continúa, y el público se deja llevar más por la pereza que por la inteligencia verdadera. ¿Para qué pensar? Estando tan “a gustito”, el placer arrastra ya a la lujuria (me viene ahora a la memoria el recuerdo de aquella sala también rebosante y no menos lujuriosa de Cinema Paradiso).
La función prosigue, decía, y mientras lo siga haciendo, continuaremos disfrutando de ella, pero con cabeza, y sin alejarnos en exceso ni perder de vista la puerta de salida, porque cuando el teatro esté lleno hasta la bandera, cuando apenas quede ya sitio ni siquiera en los pasillos, cuando alguien grite “¡Fuego!”, la catástrofe será servida, y todo sucumbirá a la ira…
Félix González, Socio Director General