Santiago Alba Rico es un escritor, ensayista y filósofo y uno de los guionistas de La Bola de Cristal, mítico programa infantil que creó su madre, Lolo Rico, y que cómo él mismo aseguró en la actualidad, si una productora fuera tan temeraria de creen en La Bola de Crista, “solo se emitiría un capítulo. Esta afirmación fue el arranque de la charla que ofreció en la Torre de los Anaya este sábado, dentro de las jornadas donde se analizaba la censura en la literatura infantil y juvenil.
¿Dónde viven los niños? como el propio Alba Rico aseguró que le encantan los spoiler, con su permiso lo contamos al principio del reportaje, porque él lo hizo casi al final de la charla. “¿Dónde viven los niños? Donde viven los monstruos. La aventura y el hogar son incompatibles. Los monstruos son mucho mejor que los padres, aunque tengan aspectos feroces. Eso sí, cuando vuelven de sus ‘aventuras’ la sopa sigue caliente en la mesa de su hogar, donde tienen una vida más cómoda después de vivir mil y una peripecia”, matizó.
Una de las preguntas que se hizo Alba Rico fue quién revisa los clásicos, a raíz de la última polémica suscitada por las obras de Agatha Christi -siempre hay una polémica acechando con respecto a la revisión de los clásicos-. Para saber si un libro es un clásico o no, hay que ver si ese libro ofrece al lector un mensaje para cada época -siglos- en la que se lee y para cada edad. “Si es así, tenemos que asumir el resto de los mensajes que ofrece ese libro”, puntualizó.
Los mundos de los niños
El escritor y filósofo habló de dos mundos en los que vivían los niños, el diurno y el nocturno. En el diurno los niños juegan y no se toman en serio la ficción. “Ninguno lee literalmente un cuento. Es posesivamente reglado… se disfrazan e ingresan en ese mundo de ficción y tienen un contrato cuando se van de aventuras que se inicia con la expresión. ‘Vale que estoy en Marte,… Vale que soy un pez,… Vale que soy un flor…’ y así comienza”, explica.
En ese espacio donde se montan su ‘mundo’ se pueden correr riesgos. “¿Cuánto riesgo le podemos evitar a los niños?”, pregunta que hace Alba Rico.
Por otro lado, está el mundo nocturno, que puede ser el del acoso en el colegio. “¿Qué podría hacer un libro ante esto?”, repregunta y responde: “Encontrar un riesgo sin que lo maten. El único criterio es que se trate de cuentos que a los mayores nos parezcan bueno lo que enseña. Si no disfrutamos los adultos, no lo hacen los niños. Solo si te tomas en serio a los personajes de ficción, harás lo mismo con tu vecino”, concluye Santiago Alba Rico.
De cuadros y cuentos
Entre La Bola de Cristal y que hay que tomarse enserio a La Bruja Avería -esto solo lo entenderán los niños de la década de los ochenta- Santiago Alba Rico explicó a través de un cuatro de Juan Carreño de Miranda, Eugenia Martínez Vallejo, desnuda, que se puede ver en El Prado, en la que aparece una niña que con seis años paseaba más de 70 kilos y Carlos II conoció su existencia y la trasladó a la corte, para convertirla en la atención morbosa de los cortesanos. “¿Con qué derecho la miramos? ¿Sabiendo que hay mucha obesidad mórbida o la represión que se tiene a los desnudos infantiles? ¿La habrían salvado los cuentos infantiles?”, interpela Alba Rico.
A continuación, recurrió al Cerdito Valiente, de Beatrix Potter, donde el propio animal va a venderse al mercado y en ese camino entre la seguridad de su hogar y el mercadeo de la feria, le ocurren mil y una desdicha.
A ese cerdito de cuento, le hemos dado un cuerpo, porque está vestido y tiene todos los signos que caracteriza al ser humano, incluso habla, por lo que tienen conciencia. Ese libro habla del canibalismo, ese que nos permite comer carne y no nos comemos los cuerpos. “Fijaos. Cuando el cerdito es apresado, tiene que lavar platos y qué es lo que retira: Bacón. ¿Hasta qué punto Beatrix Potter es una gran autora de ficción que se puede leer desde la infancia a la madurez? Nos resultaba irresistible esa angustia de lo que le pasaba al cerdito amable. Ese peligro mortal hay que defenderlo”, expone Alba Rico.
Asegura que tenemos que mantener abierto ese puente entre la realidad y ficción. “El relato es volver a contar. Ahí surge la distancia, que no debe ser anulada, entre realidad y ficción. Nos contamos nuestra vida. Nunca estamos donde vivimos las cosas. Besamos a la amada y en ese momento lo estamos recordando”, analiza.
Además, asegura que lo contrario de la mentira es la ficción, no la verdad. La ficción es siempre más verdadera que la realidad. Pone el ejemplo de los Reyes Magos. “Una historia bellísima. El poder que da el inclinarse ante un cuerpo frágil. Es una prueba esperanzadora de que se puede conspirar por el bien. Los medios de comunicación, que suelen mentir, esos días no mienten y dicen que los Reyes Magos vienen”, compartió entre risas del auditorio.
¿Dónde viven los niños? Donde viven los monstruos feroces que permiten que la sopa siga estando caliente en el plato.
