Pero la ciudad tiene otros archivos a los que también mostramos atención por nuestra parte. El Archivo Histórico de la Ciudad de Salamanca estaba almacenado en malas condiciones, sin orden ni concierto, en el Patio de Escuelas Menores.
La primera intención, en junio de 1981, fue instalarlo en la Casa de los Niños de Coro, actual residencia del obispo. Negociamos el traslado con los titulares, un patronato presidido por el deán de la Catedral. Esta curiosa institución daba formación a los niños que atendían el culto de la catedral en un coro de voces blancas que actuaba en las solemnidades del templo.
Fundada en 1693 por el chantre Manuel Guillén del Águila, dejó de funcionar a principios del siglo XX. Su sede, hoy felizmente recuperada por el obispado, estaba en ruinas. Las conversaciones entre el Ayuntamiento y el patronato progresaron hasta el punto de iniciarse los trámites de expropiación.
En diciembre de 1981, la Comisión Permanente del Ayuntamiento de Salamanca aprobó las obras de remodelación del Palacio del Obispo. Por este motivo se abandonó la idea de trasladar el Archivo Histórico de Salamanca a la Casa de los Niños de Coro. El proyecto del Palacio del Obispo fue redactado por Antonio Fernández Alba.
También en 1981, el archivo administrativo fue trasladado a La Salle, colegio de religiosos que había sido abandonado y que fue adquirido por el Ayuntamiento para acoger los servicios que estaban fuera de la plaza Mayor y que no tenían otro lugar donde establecerse.
Al jubilarse el archivero municipal y cronista de Salamanca, Salvador Llopis, en marzo de 1986, el Departamento de Historia Medieval de la Universidad de Salamanca se encargó de ordenar y catalogar el Archivo Histórico Municipal. Emplearon dos años para realizar el trabajo. El Ayuntamiento desembolsó por la cuidadosa catalogación de sus documentos algo más de dos millones de pesetas. Supervisó el trabajo el profesor, José María Mínguez.
A finales de 1985 el Ayuntamiento de Salamanca inició los trámites para ceder al Ministerio de Cultura un solar de 250 metros cuadrados en la calle de “Las Mazas” para destinarlo a sede del Archivo Histórico Provincial.
El rector Julio Fermoso me había solicitado el terreno, con razones sobradas, para añadirlo a las dependencias de la Universidad. Estuvimos sopesando la transferencia, pero teníamos necesidad de dotar de un lugar digno al Archivo Provincial de Salamanca, una de las pocas provincias que no contaba con un edificio para tal fin.
Los legajos se amontonaban sin catalogar en las tenedurías de algunos conventos, se alquilaban espacios para albergar las toneladas de papel acumuladas con el tiempo.
Asimismo, buscábamos un lugar para el Archivo Histórico Notarial, y para solucionar los problemas de ambos archivos precisábamos de un nuevo edificio. Estas razones nos hicieron inclinar la balanza hacia la edificación del archivo en la calle de “Las Mazas”.
Acordamos con el Ministerio de Cultura que se hiciese un edificio digno, y creo que se cumplió con creces. Desapareció el solar que funcionaba de basurero, y la zona, una vez rematada, quedó preciosa. Con la construcción de esta infraestructura cultural quedó totalmente recuperado el barrio Judío.