Recorremos con Puri Sánchez la exposición Rincones y Monumentos que se puede ver en la Torre de Los Anaya. Durante el deambular por los cuadros, numerosas personas que reconocen a la pintora, se acercan y la felicitan. Hace honor al título de la muestra. Lo que no se intuye bajo ese nombre es el gran trabajo que hay detrás de cada uno de los cuadros. Tiene un aliciente más esta exposición, porque Puri Sánchez ha dejado ‘guiños’ visuales para los espectadores. Es divertido buscarlos y encontrarlos
Pinta rincones y paseantes…
¡Claro! Pinto escenas que creo que se han podido vivir en esos rincones. Me los he imaginado. He pintado esos lugares desde mi recuerdo, porque he vivido en Madrid muchos años. Son escenas que me han contado, he leído o me han llegado, para que quede constancia de cómo ha sido Salamanca de bonita, porque algunos rincones ya no los reconozco al irse perdiendo o reformando.
Cuéntenos alguna de esas escenas.
Mi pintura anterior era la vida en el pueblo, con sus personas populares, sus oficios, juegos,… Lo que yo había vivido. Era lo popular. Mis personas son los mismos siempre, los de la carita redonda, porque no sabía hacer caras. Soy autodidactica.
¿De dónde es?
De Valdemierque. ¿Lo conoces?
Sí, al lado de Alba de Tormes y Martinamor.
Eso es.
¿Cómo surgió esta exposición?
Hubo un acontecimiento en Salamanca y me dije que iba a pintar una vista de la ciudad. Quise llenar la parte de la ribera con un mercado de ganado, como me lo había contado mi padre. Venían solo los hombres, con los carros, animales y merienda. Cuando lo estaba pintando me dije: ‘En Salamanca tengo que pintar la rana’.
¿Cómo la de la Universidad?
Búscala. Ahí está la rana, sentadita a la orilla.
(Risas)
¿Qué define su obra?
Utilizo pinceles muy finos, pero si tengo una característica propia, son los personajes, si los quitas y solo dejas los edificios, los podría haber pintado cualquiera. Lo que me identifica son los personas y el edificio está perfectamente hecho. Si quitas las personas seguiría estando todo, porque no sabía que escena iba a poner después, ni dónde.
Son varios cuadros en uno.
Sí. Son varias capas. La primera es solo un fondo, luego le voy dando forma, los trabajo bien, buscando hacerlo perfecto, lo último, son los personajes.
A la hora de ‘vestir’ a los personajes, tuvo en cuenta la época en la que fueron construidos los edificios.
No. Aquí estarán todas las épocas. No me he ceñido a una en concreto. Habrá vestimentas de hace dos o tres siglos, hasta mi maleta del colegio.
Ha pasado de pintar escenas costumbristas de pueblo a hacerlo de la ciudad.
Sí. Entré en la ciudad. Al principio, pinte seis o siete, después me metí de lleno y salieron 52 cuadros.
¿Cuánto tarda en pintar los cuadros?
Es curiosa esa pregunta. En Madrid, me la hizo un periodista, aquí me lo han preguntado muchas personas.
Es que son muy minuciosos.
Mucho.
Aquí hay mucho trabajo.
A raíz de la pregunta que me hicieron en Madrid, contabilicé el tiempo que tardaba en pintar un cuadro. Ponía mi reloj y solo contabilizando las horas que trabajaba en el óleo, sin contar las que empleaba en los bocetos, solo el óleo, 200 horas. Son muchas horas de mi vida. Unos serán un poco más y otros un poco menos.
¡Más de 10.000 horas!
Sí, más los bocetos, que le puedes meter de 50 a 100 horas más.
Son muy detallistas. ¡Tienen hasta vítores!
Está el mío, el de mi madre y el de una amiga.
Son los guiños que hace en los cuadros.
(Risas) No somos ninguna doctora. En este cuadro de la fachada de la Universidad está la plataforma de Fray Luis, que ya no existe. Por supuesto, en el Patio de Escuelas no podían faltar los turistas buscando la rana, los estudiantes y los profesores.
¿Cómo pinta?
En esta exposición, tenía tres cuadros entre manos, porque tardan en secarse al ser óleos. Siempre pinto apoyada en una mesa, no tengo caballete, como si estuviera escribiendo. No tengo paleta, busco la pintara desde el tubo. Pintaba a ratos, porque trabajaba, era enfermera.
Sigamos con su exposición. En el aula de Fray Luis no me lo ha pintado a él.
No. Pero, sí que les he dedicado especial atención a los personajes más importantes de Salamanca, entre los que está Fray Luis, también Diego de Torres Villarroel, Unamuno, La Celestina o Teresa de Jesús.
¿Hay diferencia entre los primeros cuadros que pinto para la exposición y los últimos?
Los personajes eran más pequeños.
Además de rincones, ha pintado personajes de leyenda…
¿Te refieres a la chica de los picos pardos?
Sí.
Detrás de los picos se van los chicos o irse de picos pardos. Solamente, dos hombres, la vieron y me lo dijeron.
¿Qué patio es éste?
Es un patio del siglo XVII en la calle Libreros. Ahí vivo yo.
¡Qué maravilla!
Cuando compré el piso, tuvieron que rehabilitar el patio tal y como aparecía en un libro. Esa zona era el barrio Chino.
Era una zona proscrita.
Totalmente, pero está en la calle Libreros. Allí no compraba nadie. Todos los pisos eran para invertir. Vivir ahí era… Lo peor. Tampoco pasaban por la plaza de San Benito, por eso no tiene pintado ningún personaje.
¡Qué bonita visión de la Fonda Veracruz!
Sí. La obra no se acaba nunca. En el cuadro representé la llegada de un estudiante, el padre pensando lo que tiene que pagar por la fonda; la madre encomendándolo a la posadera; los proveedores llevando la comida y mi maleta. (Risas)
Otro guiño.
Sí. Hay muchos detalles, como la alfombra que cuelga de una de las ventanas.
¿Quién es el personaje de la plaza del Corrillo?
Un hombre muy conocido en Salamanca, se llamaba Ramón, era poeta. Venía todos los días andando desde Calvarrasa de Arriba.
Del Corrillo sin terrazas a la Plaza Mayor repleta de personas…
Sí. No me atrevía con ese cuadro. Lo he dejado reposar mucho tiempo, porque creí que no iba a saber darle la vida que tiene la Plaza Mayor. Me costó empezar a trabajarle. He querido dejar plasmado todo, desde el estudiante, al limpiabotas, pasando por las mujeres del pueblo que estaban esperando el coche de línea, el vendedor de periódicos, la tuna,… Hasta un juguete que traje de México.
Seguimos con los guiños.
Colecciono juguetes.
Su Guardia Civil viste de gala.
Sí. Está a la puerta del cuartel, ahora son los juzgados. Me dirigí a la Guardia Civil para que me proporcionara imágenes de uniformes y vestí al de Salamanca de gala.
A las monjas de las Dueñas las ha pintado de espala. ¿Por alguna razón?
No. Salieron así. Lo mismo que los frailes Dominicos. Le pedí a un fraile que se vistiera con el hábito para hacerle una fotografía, se prestó muy amablemente y ahí está reflejado en el cuadro con la fachada de San Esteban al fondo.
La plaza de Sexmero…
Me he sorprendido la cantidad de personas que no conocen el patio de la Casa de Sexmero –actual sede de la Cámara de Comercio-
Por curiosidad. ¿Qué rincón no conocía usted?
La escalera de Calatrava. Me llevó Manuel Almeida. Sabía que estaba pintando Salamanca y me lo enseñó. Me encantó.
8 comentarios en «11.000 horas de pinceladas»
Eres genial! Los cuadros me transporta a mi niñez. Me parece increíble que sin tener estudios previos de pintura, escultura ni arquitectura, pintes estos cuadros maravillosos. Me alegro que te hallas criado en un pueblo, rodeada de naturaleza, contacto con animales, percibiendo el mundo de forma natural y usar ese conocimiento, como guía para comunicar la esencia de la vida. Un placer de haberte conocido.
Gracias CHIQUI, el placer y grande, es el que me estáis regalando al veros disfrutar de mi Obra, ése ha sido y es mi Único Objetivo.
Yo misma
Gracias CHIQUI, el placer y grande, es el que me estáis regalando al veros disfrutar de mi Obra, ése ha sido y es mi Único Objetivo.
Yo misma
Maravillosa Puri.
Preciosas tus pinturas, las que hacen referencia a la vida rural me conozco los detalles de cada cuadro.
A ver si un día el público puede disfrutar de la magnífica colección de juguetes antiguos que tienes.
Un abrazo
Me encantan, tengo láminas de tus cuadros en mi casa, porque a mí madre le encantaban. Además veíamos las pinturas costumbristas de los pueblos que venían en los calendarios de una casa de piensos de Salamanca. En cuanto pueda me paso a verla, ojala te viera. Enhorabuena Puri.
Sin duda una de las mejores exposiciones que hemos visto.
Puri, la autora, no solo nos llevó a un viaje a través de su arte, sino que también nos abrió las puertas de su corazón al compartir sus experiencias y emociones detrás de cada obra.
Su manera cálida y cercana de explicar cada pieza nos hizo sentir como en casa, ¡fue como charlar con una amiga de toda la vida!
Nos sentimos muy agradecidos por el trato tan acogedor que recibimos y por la oportunidad de sumergirnos en un mundo tan íntimo y emocionante.
Si buscas una experiencia artística genuina y con alma, definitivamente recomendaría visitar esta exposición. Te prometo que no te arrepentirás.
Una de las mejores exposiciones que hemos visto.
Puri, la autora, no solo nos llevó a un viaje a través de su arte, sino que también nos abrió las puertas de su corazón al compartir sus experiencias y emociones detrás de cada obra.
Su manera cálida y cercana de explicar cada pieza nos hizo sentir como en casa, ¡fue como charlar con una vieja amiga!
Nos sentimos muy agradecidos por el trato tan acogedor que recibimos y por la oportunidad de sumergirnos en un mundo tan íntimo y emocionante.
Si buscas una experiencia artística genuina y con alma, definitivamente recomendaría visitar esta exposición. Te prometo que no te arrepentirás.
Sin duda una de las mejores exposiciones que hemos visto
Puri, la autora, no solo nos llevó a un viaje a través de su arte, sino que también nos abrió las puertas de su corazón al compartir sus experiencias y emociones detrás de cada obra.
Su manera cálida y cercana de explicar cada pieza nos hizo sentir como en casa, ¡fue como charlar con una vieja amiga!
Nos sentimos muy agradecidos por el trato tan acogedor que recibimos y por la oportunidad de sumergirnos en un mundo tan íntimo y emocionante.
Si buscas una experiencia artística genuina y con alma, definitivamente recomendaría visitar esta exposición. Te prometo que no te arrepentirás.