Camarero, una de bravas…

Escuchar a muchos empresarios del sector de la hostelería afirmar rotundamente que el coste de sus trabajadores les llevará a la ruina y al cierre de sus negocios, me produce una inmensa ternura. No me cabe duda que esta misma afirmación la hicieron los propietarios de las plantaciones de algodón y de tabaco del sur de los Estados Unidos cuando la esclavitud fue abolida.

Es algo básico conocer las reglas en cualquier juego y si hablamos de mercado laboral las reglas son simples: respetar el Estatuto de los Trabajadores, respetar el convenio colectivo y si hubiese mejora de estos en el contrato de trabajo del trabajador, o trabajadora, respetarlo también.

Cuando alguno de estos ‘hosteleros’ incumple sus obligaciones para con los trabajadores a su cargo, aparte de estar jugando con la vida, la hacienda y los derechos del trabajador al que estafa, está engañando al conjunto de la sociedad, vía impuestos no pagados, y también a esos empresarios que sí hacen lo correcto: pagan lo estipulado, encuadran a sus trabajadores en las categorías correctas y respetan las jornadas laborales. Y sí, existen ambos tipos de empleadores.

Y para muestra un botón. Hace no muchas semanas se podía ver en pleno escaparate de un afamado (?) restaurante de nuestra ciudad un cartel que decía lo siguiente: “Se necesita personal. Condiciones según convenio”. ¿Acaso se puede contratar de otra manera distinta a lo que estipule el convenio del sector? ¿Es habitual que haya ‘otras’ condiciones? Vendo coche, tiene ruedas y volante… ¿Ese hombre habrá vendido coches sin ruedas ni volante?

Porque puede parecer duro, pero es la vida misma. Si cumpliendo tus obligaciones no es viable tu negocio, quizá esa sea la respuesta: no tienes un negocio viable, por mucho que ser ‘empresario’ hinche tu ego y mucha ilusión que te haga. Es lo mismo que le pasó a los algodoneros que basaban la viabilidad de sus campos en la mano de obra esclava…