Buen día es en el que hacemos lo que más se parece a nosotros. En que las cosas que nos inquietan quedan resueltas, lo que dábamos por perdido lo recuperamos y lo prohibido se convierte en permitido. La mayor traba de la vida es que nos defraude el presente, por eso hoy, para todos pido transformen en fortuna lo que tienen al alcance de la mano, nadie les obligue hacer lo que no quieren y lleguen a tiempo donde van. Tiempo de comienzo que se cumplan los sueños.
Buen día para poner a trotar el ímpetu largamente retenido, retozar en un campo de amapolas, escalar la cima de una montaña y hacer infatigables los latidos del corazón. Nada hay más fácil que teniendo ganas de vivir convertirse uno mismo en un imán que atraiga: un ruiseñor, el pan reciente, lo sabio de tratar a todos por igual. De verdad, nadie agrede lo que considera suyo, solo quien se considera ajeno a lo bueno de la vida está por apenarse la existencia.
Hora es de acabar con la resignación, la indecencia y lo que está sucio. No hace falta aguardar a que se respire aire puro y se beba agua de una fuente cristalina, basta con darse la mano con tantos y tantas, hombres y mujeres dignos y honestos que pueblan el mundo. Ola inmensa imposible de parar, cercar con muros o sujetar con falsedades. No se requiere un prodigio para que suceda, si uno es capaz de ponerse en marcha, los demás también.
Lo ajeno hay que dejarlo donde está, no hace falta haya gigantes bienhechores, aparezcan ángeles justicieros o la tierra se abra para tragarse las desgracias que asolan la tierra, es suficiente se propicie siga el color rojo de las rosas, la pasión por la belleza, una estrella que oriente y una pizca de audacia para sacudirse de la sensación que hay cosas imposibles.
Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor