Esta semana pasada, los bancos centrales atrajeron de nuevo toda la atención de los mercados.
Y, excepcionalmente, hubo decisiones de todo signo, reflejando así en parte una pobre sincronía entre las principales economías del mundo: el Banco de Japón subió su tipo de interés de referencia; la Reserva Federal estadounidense, el Banco de Inglaterra y el Banco Popular de China decidieron no hacer cambios; y el Banco Nacional de Suiza recortó su tipo de interés, iniciando así el proceso de relajación monetaria, que los mercados esperan sea seguido también por otros bancos centrales a lo largo de los próximos meses.
En este sentido, en los discursos de las autoridades monetarias se observó su disposición a reducir sus tipos de interés en un futuro ya próximo: empieza a pesarles cada vez más el temor a que, si mantienen sus tipos elevados durante demasiado tiempo, podrían terminar causando un daño más relevante al crecimiento económico.
Pero una cosa es querer bajar los tipos de interés y otra es poder hacerlo. Los bancos centrales necesitan antes que la inflación retome la dinámica de moderación que ha quedado suspendida en estos primeros compases del año. A este respecto, los datos de inflación que se darán a conocer a lo largo del segundo trimestre del año serán cruciales.
Mientras tanto, los mercados siguen confiando en que todas las piezas de este puzle vayan encajando a tiempo y sin fricciones relevantes. Y es precisamente en ese exceso de confianza, en este seguir ignorando unas valoraciones que se encuentran en niveles históricamente altos, y en no contemplar la posibilidad de sorpresas negativas donde radica el mayor riesgo para los mercados hoy en día.
En las bolsas de Europa y Estados Unidos, la tendencia de fondo continúa siendo alcista, aunque sigue excedida en su momentum: sería saludable que los índices principales se tomaran al menos unas semanas de respiro para aliviar el estado de sobrecompra y moderar esa euforia a la que nos referíamos más arriba.
Por el contrario, en los mercados de renta fija, las señales continúan siendo más contradictorias, y sus movimientos hoy por hoy más erráticos.
Atención, por tanto, a los datos de inflación, actividad y empleo que se darán a conocer a lo largo del segundo trimestre, porque los propios bancos centrales han comprometido sus bajadas de tipos al sesgo que vayan presentando dichos datos que, de esta forma, podrían determinar en gran medida el comportamiento de los mercados para el resto del año.
Frente a esta psicología de euforia imperante en las bolsas, seguimos abogando por una política de inversión muy selectiva, y por el cálculo y control estricto del riesgo abierto en cartera, a fin de evitar sorpresas y quebrantos indeseados, porque una cosa es que el mercado quiera continuar subiendo de manera tan vertical, y otra es que pueda seguir haciéndolo indefinidamente…
Félix González, socio director general de Capitalia Familiar EAFN