España adoptará el horario de verano la madrugada de este domingo, 31 de marzo, con el adelanto de los relojes una hora, de forma que a las 02.00 horas del domingo pasarán a ser las 03.00 horas, un cambio de hora que seguirá vigente, al menos, hasta 2026.
El país cumple con la directiva europea del año 2000 que afecta, sin excepción, a todos los estados miembros de la Unión Europea. Las primeras disposiciones sobre el horario de verano se adoptaron en Europa en 1980 y, desde el año 2000, con la mencionada directiva, quedaron establecidas las reglas que marcan su inicio en marzo y su finalización en octubre.
Dado el debate que suscita la aplicación del cambio de hora entre amplios colectivos sociales, la Comisión Europea llevó a cabo en 2018 una consulta pública en la que más del 80 por ciento de los 4,6 millones de ciudadanos que participaron se mostraron a favor de acabar con los cambios de hora.
En base a este resultado, la Comisión propuso finalizar esta práctica y que en marzo de 2019 se produjera el último cambio de hora. La falta de consenso entre los Estados y las evaluaciones de impacto hicieron que Europa retrasase hasta 2021, la posible anulación del cambio horario, dando la posibilidad a los distintos países de optar por permanecer en el horario de invierno o en el de verano, algo que se dejó en el cajón con la llegada de la pandemia.
De hecho, el Ministerio de la Presidencia, Relaciones con las Cortes y Memoria Democrática publicó en 2022 una orden ministerial en la que establece las fechas de los cambios de hora hasta el domingo 25 de octubre de 2026, cuando España entrará de nuevo en el horario de invierno.
España no llegó a decidir a qué huso horario optar. La información con que contaba la administración española para tomar esta decisión estaba apoyada, entre otros, por la encuesta que el Centro de Investigaciones Superiores (CIS) realizó en noviembre de 2018 -en la que el 65 por ciento de los encuestados se manifestó a favor de permanecer en el horario de verano- y por un informe solicitado al comité de expertos que el Gobierno creó específicamente para debatir esta cuestión en septiembre de 2018, entre otros.
En su informe, de fecha 20 de marzo de 2019, la Comisión de expertos concluyó, por un lado, que no era aconsejable producir ningún cambio precipitado en los husos horarios mientras no existiese un consenso compartido y una difusión práctica a la ciudadanía de los riesgos y oportunidades que comporta. Por otro, que el análisis de los husos horarios deberá venir siempre vinculado al de los usos del tiempo al objeto de clarificar conceptos y procurar pautas de comportamiento que procuren determinados modelos compartidos como el de la corresponsabilidad.
La Comisión de Industria, Investigación y Energía del Parlamento Europeo publicó en 2018 un informe que señala que, aunque los cambios estacionales de hora pueden producir ahorros, estos son marginales, y que no hay certeza de que los beneficios se obtengan en todos los Estados miembros.
El informe también indica que, aunque puede haber ahorros de energía en iluminación, no es tan evidente que ocurra lo mismo con la calefacción, que podría incluso aumentar su consumo. Además, los resultados son difíciles de interpretar ya que están fuertemente influenciados por factores externos tales como la meteorología o el comportamiento de los usuarios.
En España no existen informes actualizados que permitan asegurar que el cambio de hora lleve asociados ahorros energéticos. Además, las nuevas exigencias de eficiencia energética en iluminación, en los sistemas de climatización y en los propios edificios, así como la progresiva introducción del autoconsumo, alteran significativamente los análisis que originalmente se utilizaban para calcular estos datos.