Sara Carbonero es muy sincera con sus más de tres millones de seguidores que tiene en la red. Quizá este sea el motivo por el que la periodista es una de las influencer más queridas de la red.
La periodista ha ejercido de madre del portero y para ello, se desplazó hasta Valencia, donde su hijo Martín jugaba de portero en un torneo vistiendo la camiseta del Real Madrid.
Pero, tuvo un contratiempo. «Mi mala orientación (conocida por todos los míos), me hizo despistarme de la pandilla de padres y madres maravillosos que he conocido gracias al mundo fútbol/torneos de los peques y aparecer sola en una playa preciosa de Xilxes. Y cuando digo sola, es que conté cuatro personas en total», explica en su Instagram.
Este despiste supuso un gran momento de paz para Sara Carbonero. «Lo primero que me llamó la atención fue que con la neblina era prácticamente imperceptible dónde acababa el mar y dónde empezaba el cielo. Después, la pasarela panorámica de madera que atravesé para contemplar las vistas desde allí», compartió.
Metió los pies en el agua fría y caminó sobre las piedras. «Buen ejercicio para la circulación pero peligroso si el equilibrio tampoco es tu punto fuerte», confesó.
Para poder captar las fotografías que subió a su cuenta, hizo malabarismos para colocar el móvil, apoyado en una de las botas que se había quitado con el temporizador para tener alguna prueba gráfica.
Como estaba a punto de anochecer y la luna asomaba alargó un ratito más su “retiro” para contemplar la “mangata” o reflejo, similar al camino que deja la luna en el agua.
Justo antes de coger el coche para volver de nuevo al camping donde estaban preparando una barbacoa, se despidió del Mediterráneo y se acordó de un líneas de su querida Elvira Sastre: “No me siento perdida. Es solo que no sé dónde termina el mar que llevo dentro y a veces me ahogo”.