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“En Salamanca la música está muy viva”

Román Álvarez, oboísta, profesor del conservatorio profesional de música y músico de jazz, por ‘tocar’ algunas teclas de su biografía
Román Álvarez, oboísta y profesor del conservatorio profesional de música.

El jazz del Alcaraván fue la banda sonora de la conversación con Román Álvarez. Por supuesto, se habló de jazz, además de hacer un recorrido entretenido por la vida de un oboísta –con navaja de barbero incluida- Se conversó sobre los beneficios que tiene una ciudad con dos conservatorios y música en directo casi a diario y una orquesta como la del Teatro Liceo, que pueden crear ‘Marca Salamanca’. Con todo ello, hay que tener en cuenta que las sensibilidades políticas juegan un papel muy importante para fomentar el potencial musical que tiene Salamanca.

Toca un instrumento que es de los más antiguos que se conocen.
Sí, aunque el oboe en su configuración actual, el francés, se desarrolla a finales del siglo XIX, principios del XX. Había otros modelos de oboe, como era el modelo alemán, pero casi no se toca, salvo en Viena.

Pero hay grabados de Mesopotamia en la que hay un instrumento al que llaman oboe…
No era un oboe como tal, eran instrumentos de doble lengüeta, que es muy arcaica. Es complicado llamar a eso oboe. Instrumentos de lengüeta simple, doble o de viento hay desde que el hombre es hombre. Hay grabados en Egipto, Mesopotamia,… claro son antecesores de la flauta, del clarinete, de la gaita… de todos. La tibia romano o el aulós griego eran instrumentos muy simples con dos agujeros y con doble lengüeta. El oboe cónico, que procede de la chirimía, que se toca en la música tradicional, se cree que ese modelo que dio lugar al oboe, fue introducido por los árabes, que a su vez lo cogieron de los chinos.

Largo me lo fía. Nos hemos ido a la Ruta de la Seda.
Cuando se crea el hautbois, el oboe, es en la corte de Luis XIV, porque buscaban un instrumento que se pudiera tocar al aire libre y en una habitación. Que hiciera suficiente ruido…

¡Ruido! Depende de quien lo toque.
(Risas) Debía de ser sonoro, al nivel de las trompetas, pero que al entrar en una habitación también ambientara. En esta época se crea el oboe de finales del siglo XVII, pero tampoco se parece nada al que tocamos ahora.

¿Cuándo se crea el oboe que toca usted?
Surge de la evolución, de la mecanización,… de todo lo que paso en el siglo XIX. Es hijo de la Revolución Industrial. También surgió el saxofón, entre otros. Estaban buscando innovar y ‘facilitar’ a los músicos la ejecución y todo esto derivó en añadir llaves. Esto supuso un cambio en la estructura del instrumento, en su sonido y en las cañas. A finales del siglo XIX tenemos el oboe de hoy en día.

¿Con este oboe se pueden tocar piezas antiguas?
Sí. Suenan diferentes. Si te pones a escuchar el oboe barroco suena más parecido al clarinete, que el oboe moderno. ¿La evolución es positiva? No lo sé.

Volvamos al siglo XX. Usted toca jazz. ¿Este movimiento tiene que ver con los instrumentos que salieron del siglo XIX?
Sí. Pero, ha tenido una evolución muy grande.

Cuéntenos.
La primera manifestación de jazz fue en Nueva Orleans cuando los negros cogen los instrumentos de las bandas militares, trompeta, saxo, percusión,… y empiezan a tocar. Se fusiona la tradición americana con la africana. Es una música de fusión. Mientras que el imperio español permitió que los negros tuvieran sus ritmos, ahí están las manifestaciones en Cuba que son más parecidas a las africanas, los protestantes de Estados Unidos no se lo permitían. Estaban obligados a cantar himnos ligados a la religión. El jazz de los negros de Nueva Orleans es muy mestizo, porque para poder tocar, tenían que mezclarlo con la música protestante de los anglosajones.

¡Qué maravilla! (con ironía)
Sí. También cogían los temas famosos que se producían en Broadway y los versionaban, con unas partituras muy simples. En Jazz se sigue haciendo esto, el coger melodías con los acordes, y cada músico lo arregla a su manera. No solo es interpretación, hay también composición. Luego están las Big Band que tienen escritas las voces.

Román Álvarez, oboísta y profesor del conservatorio profesional de música.

¿Qué jazz se hace ahora?
Está muy mezclado con las músicas contemporáneas. Por ejemplo, El jazz que hace el salmantino Dani García Diego tiene partes escritas y otras improvisadas, pero no es el mismo jazz de los años treinta.

Disculpe mi ignorancia, el oboe no es un instrumento tradicional de jazz.
No. Es más difícil encontrar lengüetas que funcionen, que la boquilla de la trompeta, que siempre va a ir bien. La emisión es complicada, de primeras un saxofón suena antes, pero tiene que ver con la lengüeta, con saber escogerla y con su mantenimiento. Una trompeta tiene la misma boquilla siempre y pueden llevarla a cualquier sitio. Además, el oboe suena menos que un saxo y un clarinete.

Por curiosidad, ¿lleva una navaja en el bolsillo? (Es una de las herramientas que lleva u oboísta)
(Risas) No. La llevo siempre en la mochila.

¿Tiene ‘licencia’ para llevarla?
Licencia como tal no.

O sea que la Guardia Civil le puede decir algo si lo pilla.
Supongo que sí. Le puedo decir que la necesitó para arreglar la lengüeta. Es una navaja de barbero.

Con todo en regla. ¿La música nos cambia las sensibilidades?
Sí, pero.

Recurro a Woody Allen para preguntar por ese ‘pero’. El cineasta decía que cada vez que escuchaba a Wagner le entraban ganas de invadir Polonia.
Hay música que nos parece más épica que otra o más calmada, pero tener ganas de invadir Polonia… No.

¿Hitler hizo mucho por la música de Wagner?
No lo sé. La música de Mahler es hija de la música de Wagner, pero no fue un compositor del régimen. Creo que Wagner le gustaba a Hitler y le hicieron un flaco favor a Wagner, no tanto por la música, más bien por otras cosas que estaban asociadas a Wagner.

Por ejemplo.
Wagner rescata todo el tema de la mitología alemana y eso para el nacionalismo alemán le vino muy bien. Si Wagner hubiera hecho eso con otros elementos como por ejemplo asociándolo a la mitología griega o sin mitología, con personajes actuales, quizá no hubiera tenido esa ascendencia en Hitler. Era como todo junto. Veía a las valquirias, con esa música épica,… pero también la música de Wagner tiene momentos muy difíciles de escuchar. Estoy casi seguro que hay música de Wagner que a Hitler no le podía gustar.
(Carcajada)
Por responder a tu pregunta.
¿A cuál?
A la de las sensibilidades. Sí que puede cambiar sensibilidades; sí que puede transportarte de un estado de ánimo a otro, pero también la música puede reforzar sensibilidades. Si estoy triste, me apetece escuchar una determinada música, más que esa música me ponga triste.

Román Álvarez, oboísta y profesor del conservatorio profesional de música.

Volvamos a Salamanca. ¿Cuánto beneficia a una ciudad que se le asocie a una música?
Es un poco complicado responder. Por un lado, puede encasillar, porque en una ciudad no hay una sola música, puede haber muchas manifestaciones musicales. A nivel de promoción puede beneficiar porque se potencia, pero también puede pasar que se uniformiza y se ‘empequeñezca’ otra.

¿No se complementarían, no crecerían ambas?
Quizá. Pero, nos topamos con la voluntad política o de los políticos. Hay políticos, sin entrar en ideologías, que por ejemplo solo apoyan la música tradicional en detrimento de las otras. Depende de cómo se gestione.

¿Podría ser interesante que se asocie una orquesta a una ciudad?
Sí. Además, en el caso de Salamanca hay muchas manifestaciones diferentes. Hay dos conservatorios, hay festival de Jazz, música tradicional, pop,… Conozco pocos sitios que, como en Salamanca, se den tantas jam sesión, hay mucha música en directo, no solo de clásica, hay bares y locales que apuestan por la música en directo. En Salamanca la música está muy viva y con muchas manifestaciones diferentes, jazz, folclórica, clásica, latina… es porque aquí conviven muchas personas de lugares diferentes y hay influencia.

¿Por qué cree que tiene tantas dificultades la orquesta del Teatro Liceo?
En ese sentido, es inexplicable que en Salamanca teniendo dos conservatorios y tantos músicos de prestigio, no tuviera una orquesta. Que no hubiera un proyecto estable, profesional de música orquestal, era raro. Ya era hora de que empezara a haberlo.

¿Parece que hay muchas dificultades?
No lo sé. Vamos a ir como Simeone: ‘Partido a partido’.

¿Cree que la Orquesta del Teatro Liceo sería ‘Marca Salamanca’?
Sí. Como dije antes, depende de la voluntad de la gestión. Si se quiere apostar porque sea ‘Marca Salamanca’, claro que es bueno para Salamanca, pero depende de la continuidad que tenga. Nosotros podemos poner toda nuestra voluntad, pero no depende de nosotros.

¿Los músicos están interesados en que sus nombre se asocien a una orquesta?
En mi caso, he tocado en orquesta y ahora doy clase en el conservatorio y me encanta. He sido músico de orquesta en España y fuera, en Francia y Suiza, y no sé si lo cambiaría por lo que tengo ahora.

¿El ser nómada?
No, no eres nómada. Trabajé en la orquesta de Bilbao y ensayaba por la mañana y por la tarde y teníamos concierto jueves y viernes. La disciplina de orquesta y lo que te exige no es oro todo lo que reluce. Es duro ser músico orquestal, también enriquecedor, pero tú no decides. No es como cuando haces un proyecto tú solo o de jazz o música de cámara, en el que tienes una participación más activa. En una orquesta tienes que asumir su disciplina. Tú ocupas un lugar ahí, tienes tu creatividad, pero es parte de un mecanismo. Hay un director que puede saber más o menos, puede ser más o menos majo,… Es muy gratificante, pero mentalmente, después de unos años, te acaba quemando. Es por esa razón, por la que muchos músicos deciden hacer dirección o diversificar. Depende de cómo se lleve, pero a veces una orquesta puede ahogar. Aun así, la aspiración de un músico clásico es tocar en una orquesta.

1 comentario en «“En Salamanca la música está muy viva”»

  1. aNoNiMo21
    mooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooola

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