Santiago Juanes ofreció una conferencia en El Casino sobre el hornazo. El plato estrella de este Lunes de Aguas. El periodista fue desgranando curiosidades, verdades y saberes aprendidos.
Entre ellas, cómo recogía la prensa de papel la información sobre el Lunes de Aguas y su plato estrella, el hornazo.
Juanes hace un repaso por los periódicos de papel más significativos de los últimos años. Los salmantinos hemos tenido en época contemporánea dos diarios, El Adelanto y La Gaceta. El Adelanto desde finales del XIX y La Gaceta desde los años 20 del siglo pasado. En algún momento han aparecido otros diarios, como La Voz de Castilla en la época de la Dictadura de Primo de Rivera, o Tribuna de Salamanca en la década de los ochenta.
“De los diarios de entonces El Adelanto escribió del hornazo y el Lunes de Aguas más que La Gaceta, quizá porque detrás de este se encontraban fuerzas conservadoras muy cercanas a la Iglesia”, explica Santiago Juanes.
El periodista menciona un artículo publicado en El Adelanto en los años cuarenta sobre el hornazo: “Cada cosa tiene su hora precisa. Y ha sonado, señores, la hora del hornazo. No vamos a descubrir –ni lo intentamos siquiera—la historia del hornazo. Una tradición. Que viene de prole en prole”.
Juanes, que ha leído el artículo completo, asegura que el periodista de El Adelanto, no entra en la historia porque, lo deja claro después, la desconoce. No se conoce, pero se lanza: “el área de dispersión del hornazo llega a todos los lugares de la Península, aunque la denominación es distinta”.
En el mismo artículo, el periodista de El Adelanto asegura que en León se llama empanada. En Murcia mona. Pastel de Pascua de Resurrección es otra denominación citada.
Santiago Juanes continúa desgranando el artículo de El Adelanto. “El hornazo está construido en primer lugar por una masa de pan muy trabajada, de fina harina, que proporciona una excelente suavidad al paladar. Ya de por sí esto descubren un gran avance en la civilización. El pan, alimento primitivo, cosa simple, se junta a otras sustancias para constituir un alimento complicado y completo que admite las más extraordinarias fantasías culinarias y que se revela con perfección del gusto, de gran trascendencia”.
“En esa época el precio del hornazo iba de una a veinticinco pesetas según la calidad y cantidad”, puntualiza Santiago Juanes.
En cuanto a cómo escribió La Gaceta en 1939 sobre el hornazo, Santiago Juanes cuenta que le llama la atención un dato: “Las márgenes del Tormes se vieron salpicadas de grupos devotos del clásico hornazo”.
También en La Gaceta, pero en 1963, se habla también del Lunes de Aguas después de años de discreción: “La tradición sigue apenas el tiempo lo permite. Ayer fue el famoso y picaresco Lunes de Aguas de honda raíz popular y escolástica. De hornazo y de tinto. De tortilla y alameda… Los picos pardos se fueron al montón del olvido, quedaron lejos, y para ir a su encuentro ya no es preciso pasar el río. De toda esa vieja y celestinesca historia queda el hornazo. Nuestra empanada hoy metida en simples sabores de confitería pero que conserva sus devotos de bota y gaseosa y aún de cosas-colas”
Y añade el periodista de La Gaceta: “Uno, por viejo, recuerda los buenos tiempos en que la tarde del Lunes de Aguas era fiesta total y no había salmantino que se quedara sin tortilla u hornazo, comido bien en las eras de las Carmelitas o en la Chopera. Con estos predios bastaba a una Salamanca pequeña, entrañablemente provinciana y orgullosamente pobre”.
“Personalmente creo que es a partir de los años setenta cuando el Lunes de Aguas y el hornazo comienzan a abrirse un hueco grande, importante, en la prensa local hasta llegar a nuestros días”, concluye Santiago Juanes.