La fecha que llevan impresa los huevos es la de consumo preferente, que indica el momento en que un producto que ha sido adecuadamente conservado comienza a perder propiedades, pero no supone un riesgo para la salud. Por ello, para saber si un huevo está en mal estado, existen diferentes trucos que permiten salir de dudas, sin necesidad incluso de romper la cáscara.
Pese a que no hay ninguna regla infalible que indica si un huevo está bien o mal, existen diferentes técnicas que, interpretando el estado del mismo, indican si su estado lo hace apto para el consumo. Atendiendo a la fecha que llevan impresa estos alimentos, se trata de la de consumo preferente y es de 28 días tras la puesta (como máximo). Esto es, un huevo podría consumirse después sin que suponga un riesgo para la salud.
Para comprobar si un huevo es fresco se pueden poner en práctica diferentes técnicas, sin necesidad de romperlo. Una de ellas consiste en agitarlo. Así pues, en caso de que no se oiga ningún ruido significará que es fresco, pero si se escucha el huevo ‘chapotear’ indica que se ha creado una cámara de aire por la pérdida de agua del interior.
Otro de los trucos consiste en introducir el huevo en un vaso con agua. En caso de que flote, significa que el huevo no es fresco, y está alterado o en mal estado. Por el contrario, si este se hunde, indica que está en buen estado. Pese a todo, aunque un huevo flote, no siempre significa que esté en mal estado, por lo que habrá que prestar atención al olor que desprende al abrirlo.
Además, mirando el huevo al trasluz también se puede comprobar su frescura, ya que en uno de buena calidad la yema es visible al mirarlo a contraluz. Finalmente, la cáscara es otro de los indicadores de la calidad del huevo. Una que presente mal estado, con apariencia viscosa o grietas, indicará que su consumo no es seguro.
