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La importancia del sector del vino en CyL

Es la segunda región de España con mayor superficie de viñedos

El sector del vino es uno de los pilares de la economía de Castilla y León, con una facturación que supera los mil millones de euros. Contribuye al 3,1% del PIB regional y ayuda a mantener un 3,8% del empleo (unos 33.000 trabajadores, entre empleos directos e indirectos), la mayoría en el medio rural y dedicados a un negocio con arraigo sin posibilidad de deslocalización. En conjunto, se trata de un sector estratégico y, precisamente, esta capacidad de generar actividad en el medio rural, lo convierte en una herramienta eficaz para luchar contra el reto demográfico.

El valor estratégico del sector vitivinícola empieza por el propio cultivo del viñedo que, en el caso de Castilla y León, se caracteriza por su alto grado de tecnificación, actividad y dinamismo. Además, es importante reflejar que el cultivo de vid fija población en las zonas rurales debido a la gran demanda de mano de obra que se requiere para realizar las operaciones de cultivo propias de la vid como las podas, operaciones en verde, vendimia, etc.

Continúa por el gran impacto que las bodegas elaboradoras tienen en el medio rural, pues generan líneas de actividad diversas: desde el propio movimiento de uva, a los materiales auxiliares (botellas, componentes, corchos, etiquetas, etc.), hasta el propio producto, el vino. Basta ver como se han transformado las zonas en las confluyen las bodegas de las principales D.O. de Castilla y León (Ribera del Duero, Rueda, Toro, …), que no tienen nada que ver con otras zonas rurales de la región.

Toda esta actividad económica se apoya y retroalimenta en la imagen de buena calidad y distinción que han alcanzado los vinos, que sirve de plataforma y como presentación de la región. El vino es uno de los pocos productos que crea “marca”, suele ir unida al lugar de producción y es capaz de crear otras actividades económicas complementarias como del enoturismo.

El viñedo

En Castilla y León existen unas 82.000 hectáreas de viñedo (segunda posición a nivel nacional, después de Castilla-La Mancha), siendo la provincia de Valladolid la de mayor superficie, seguida de Burgos, Zamora y León. La producción anual supera los 300 millones de kilos de uva.

Esta superficie de viñedo se reparte en una gran diversidad de variedades de vid autóctonas, algunas ampliamente difundidas por los viñedos de la comunidad como Verdejo, Tempranillo, Mencía, etc., y otras de cultivo más reducido como Juan García, Prieto Picudo, etc. Además, existe un tercer grupo de variedades autóctonas de cultivo muy reducido y minoritario (menos de 200 ha de cultivo en Castilla y León), en algunas zonas de producción con aparentemente buenas condiciones para elaborar vinos “únicos” y con características diferenciales, como Bruñal, Rufete, Puesta en Cruz, Estaladiña y otras. Son las denominadas variedades minoritarias.

Esta amplia variedad de castas puede llegar a ampliar la oferta de nuevos productos, nuevos vinos con características diferentes que se sumen a los ya conocidos. La posibilidad de elaborar vinos distintos, con identidad propia, permitirá la diversificación de negocio que el mercado exige de manera constante. Tanto el consumidor habitual como los nuevos consumidores demandan y buscan aspectos cada vez más complejos y diferentes en los vinos. En general, actualmente se buscan más productos diferentes adaptados a sus intereses por matices de diversos tipos, desde salud, imagen o características diferenciales, capaces de competir en un mercado altamente competitivos.

Como ya se ha expuesto anteriormente, el nivel de especialización y profesionalización de la viticultura en Castilla y León es muy alto. Este subsector ha experimentado una reestructuración importante en los últimos años, disminuyendo el número de explotaciones, pero incrementándose su tamaño y capacidad empresarial. No obstante, esta evolución no ha sido homogénea, se ha dado sobre todo en las principales D.O.s, pero coexisten con otras zonas (pequeñas D.O.s) en las que se reduce la superficie cada año y el viticultor tipo tiene una edad muy avanzada.

El sector elaborador

El sector elaborador en Castilla y León lo forman unas 750 bodegas concentradas básicamente en las áreas geográficas de las denominaciones de origen. La producción de vino supera los 2 millones de hectólitros anuales, lo que representa el 5,5% de la producción española, siendo Valladolid, Burgos y Zamora las principales provincias productoras. La mayor parte del vino de Castilla y León sale al mercado embotellado, lo que supone otra fortaleza. Esto tiene mucho que ver con predominio de las denominaciones de origen protegidas (DOP), ya que todas ellas embotellan en origen.

El tejido empresarial del subsector elaborador es destacable. En las últimas décadas se ha producido una importante transformación. Además del incremento del número de bodegas, que prácticamente se han duplicado en los últimos 20 años, ha cambiado la estructura, perdiendo peso las cooperativas en favor de otras formas empresariales (sociedades limitadas y anónimas). En general, siguen siendo mayoría las pymes (más del 90% son micro o pequeñas empresas), pero también han desembarcado los grandes grupos bodegueros españoles (García Carrión, Félix Solís, Domecq…), que han contribuido a transformar e incrementar el valor empresarial del subsector elaborador, pero que también han provocado algunos conflictos (precio de la uva).

Las bodegas de Castilla y León han hecho un gran esfuerzo inversor en los últimos años, también con el apoyo de la Junta de Castilla y León a través de los programas de ayudas públicas, tanto con fondos propios como con fondos europeos. Todo ello les ha permitido colocarse en un primer nivel desde el punto de vista tecnológico.

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