A por el cuarto mes sin tabaco

Una rosa negra con cigarros.

Este no es un blog de autoayuda al uso. Tampoco es un texto de consejos médicos. Ni siquiera es una conversación entre médico y paciente. Son, por encima de otras cosas, las reflexiones personales de una fumadora impenitente de cigarrillos, Lira Félix Baz, y de un médico, Miguel Barrueco, quien fue jefe de la Unidad de Tabaquismo del hospital Clínico de Salamanca.

Siempre hay un momento en el que un fumador quiere dejar el tabaco. Aprovéchalo, porque es como los trenes… (39º Post)

Me regalé una multitud de piropos delante de Miguel. Él, tan paciente, se limitó a dejar que sacara desde dentro todo aquel entusiasmo y alegría. Es sabio Miguel. Él sabía que en estos meses yo había tenido momentos felices y sencillos, y también terribles y brumosos.

Ha sido un camino de rosas, porque he vuelto a sentir su embriagadora fragancia, pero también sus amargos y dolorosos picotazos.

Miguel dejó que expulsara la enorme tensión acumulada de los intensos días vividos con anterioridad. Yo estaba pletórica y él me permitió que me desahogara. Miguel era conocedor del periodo por el que estaba transitando, tercer y cuarto mes de abstinencia. Él sabía que había tenido que luchar contra un Endriago terrible.

Por lo que sería una solemne irresponsabilidad por parte de los que estamos en el proceso de dejar de fumar poner en el cuaderno verde ceros y unos, en este momento.

Nuestro médico, en mi caso Miguel, no se lo creería y comenzaría a sospechar de que los fumadores nos estamos autoengañando, y Miguel siempre me recordaba que los fumadores –y los ex fumadores- tendíamos a engañarnos a nosotros mismos, y como nos resultaba fácil, también tendíamos a creer que podíamos engañar a los demás. Quizá por este motivo nos indignábamos tanto cuando la gente no creía que ya no fumábamos o que lo estábamos dejando. Vamos, que no éramos muy creíbles.

Por ello, al ver el cuaderno y leer la cantidad de doses, treses y cuatros que había marcado y los pocos ceros que se señalaban, Miguel siguió en su papel de protector y como a una niña pequeña me preguntó qué había pasado.

Le expliqué que estaba viviendo un momento muy intenso laboralmente y que me había sujetado para no bajar a comprar un paquete de tabaco, pero eso me había supuesto muchísimo esfuerzo.

– Miguel, lo he pasado realmente mal. Ha sido durísimo. Te lo quería preguntar. ¿Me está constando más a mí en particular, por la circunstancia personal que vivo, o es así de duro para todo el mundo?

– Es normal. Ahora vives un momento de inestabilidad e inseguridad. Has introducido cambios en tu vida y crees necesitar del cigarrillo. Como no lo tienes, sientes amenazada tu confianza y piensas que no puedes afrontar esas modificaciones. Es completamente normal. Antes usabas el cigarrillo como estrategia de afrontamiento y ahora crees que no podrás hacerlo sin el cigarrillo. No pasa nada, únicamente tienes que aceptar que puedes hacerlo sin ellos. Los cigarrillos no resuelven nada. Una vez que te convenzas de que no los necesitas tu autoestima mejorará y no tendrás problemas.

Aquellas palabras me sonaban: autoestima, autoconfianza,… Eran las mismas que yo me había repetido a mí misma, pero que ahora en boca de Miguel me sonaban más convincentes.

– ¿Y la segunda parte de la pregunta…?

– Sí. Al tercer mes, más o menos, que es el periodo por el que estás pasando ahora se vive un momento de incertidumbre. Crees estar más segura y la mente te engaña haciéndote pensar que tienes el problema controlado. Justo en ese instante el riesgo de una recaída aumenta considerablemente. Hay que estar preparado para rechazar la idea del  ‘Yo controlo’ y no bajar la guardia ni por un segundo. Por ello, os damos unas pautas, para que podáis prever las recaídas y anticiparos a esos momentos teniendo unas estrategias marcadas o al menos, pautadas.

La conversación con Miguel hizo que no me sintiera tan culpable. Viendo que era una reacción normal de mi cuerpo. Además, le pregunté que por qué seguía teniendo carraspera después de tantas semanas sin fumar. Continuaba estando ronca muchos días. No todos, pero cuando hablaba más de lo debido, a la mañana siguiente me costaba recuperar mi tono de voz.

– Como te comenté cuando me planteaste esta cuestión hace unas semanas, tus defensas comienzan a funcionar. Los cilios son una especie de pelillos que empujan el moco desde los bronquios hacia la tráquea y desde ésta hacia el exterior, y cuando se deja de fumar comienzan a funcionar mucho mejor. Antes no podían hacerlo porque el alquitrán y otras sustancias los mantenían inmovilizados, como atrapados en el fango, y lo mismo sucede con otros lugares como la faringe y la laringe, cuya mucosa estaba inflamada por el humo del tabaco. Ahora comienza a disminuir la inflamación y responden ante estímulos que antes ignoraban. Ahora son capaces de defenderse y tienes lo que tú llamas carraspera, pero eso es bueno. Tus defensas están trabajando y vemos que son eficaces. Con el tiempo, y cuando hayas eliminado toda la porquería que tienes acumulada en tu aparato respiratorio, desaparecerán esas molestias.

Continuará…

Este blog está protegido por los derechos de autor. Queda prohibida la reproducción total o parcial de este texto. (SA-79-12)

1 comentario en «A por el cuarto mes sin tabaco»

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