En los últimos años se ha producido un incremento en las adicciones sin sustancia por parte de niños y adolescentes. Esto se debe, tal y como explica el psicólogo y decano de la Facultad de Psicología de la Usal, Juan José García Meilán, especialmente a dos factores. “El primero, la mayor facilidad de acceso por la llegada de la tecnología, que permite que se empiece antes. Y el segundo, el cambio social que ha habido en los últimos años y que han hecho que niños y jóvenes con pocas relaciones sociales o pocos sistemas comunicativos con sus iguales utilicen estos mecanismos como forma de superar la soledad, sus problemas o intentar buscar amigos”.
Meilán aclara que no existe una edad de acceso a estas adicciones como tal, ya que es algo que “depende de a qué estén expuestos”. “Adicción a pantallas o cuestiones tecnológicas pueden tenerla desde los 4-5 años, dependiendo de si tienen acceso o no. No es un tema de madurez, es un tema de uso”, señala, añadiendo que, “en el caso de las tecnologías, cada vez son más jóvenes”, ya que, “el hecho de que haya tecnologías online de acceso para todos conlleva que la adicción pueda aparecer antes”.
En el caso de otras adicciones, como el juego y las apuestas, no tienen acceso hasta cierta edad, aunque todos sabemos que pueden jugar intermediados por otros mayores, y sí que se están encontrando problemas de juego en adolescentes, sobre todo en apuestas deportivas u online”, detalla.
Junto a las dos cuestiones que señalaba el experto, como son el auge de la tecnología y el cambio social, existen otras circunstancias que influyen aumentando el riesgo de adicción. Entre ellos, destaca algunos como “los factores familiares, la capacidad económica y, sobre todo, los factores de personalidad”. El género es otro de los factores que influye ya que, según afirma García Meilán, “aunque depende de las adicciones, mayoritariamente suelen afectar más a los chicos que a las chicas”. Matiza que “eso no quiere decir que haya mucha diferencia entre unos y otros”.
Respecto al porcentaje de adolescentes y niños afectados, señala que “las adicciones de internet pasan del 50%, o el juego en adolescentes (que hayan jugado alguna vez) estará en el 30%. Aunque todo depende también de la edad, el tipo de conducta, etc.”.
Por otro lado, el psicólogo indica que “las adicciones más complicadas y que más problemas están dando son las adicciones a internet o también llamadas adicciones de pantalla. Más que el juego o las sexuales, que son un poco más tardías”. Sin embargo, estas últimas son las “más peligrosas y adictivas”, especialmente el juego y las apuestas deportivas, que “es lo que se puede considerar como adicción atendiendo al sentido propiamente dicho de la palabra, porque tiene un componente de impulsividad, de dificultad para dejarlo, crea problemas económicos…”. “Las demás, más que adicciones, son conductas adictivas o conductas permanentes”, señala.
Prevención
A la hora de detectar que un niño o joven ha caído en alguna de estas conductas, se puede prestar atención a varios síntomas. El principal consiste en que “el niño es incapaz de dejarlo de forma voluntaria y, cuando lo deja, tiene comportamientos de irritabilidad, frustración, se vuelve agresivo… porque es su forma de obtener placer”.
En este sentido, García Meilán explica que el papel de los padres debe ser “más que darse cuenta de si hay un problema o no, de enseñar a sus hijos para que utilicen de una forma sana las tecnologías, o que les enseñen que el juego forma parte de la vida, pero que tiene que ser algo que ellos controlen y no al revés”.
En caso de que ya se haya producido el problema “existe tratamiento” para atajarlo. Centra la atención en “atajar el origen de la adicción, más que la propia adicción, que es más complicado. Esto es, se debe atajar por qué esa persona no tiene herramientas para no tener que depender de ese tipo de conductas”. Por tanto, recomienda “trabajar el tema de la soledad, de la angustia, de la depresión”, dado que, “si no se soluciona el problema de cómo enfrentarse en la vida a los problemas, siempre se tendrá la posibilidad de volver a caer en ese tipo de comportamientos”.
Asimismo, lamenta que, actualmente este tipo de tratamientos suponen un elevado coste económico. “Los tratamientos psicológicos siempre han sido caros, porque son varias sesiones, generalmente mínimo diez. Pero son terapias que siempre han sido caras y que no están atendidas por el sistema sanitario, aunque se está empezando a hablar de ello”, explica.
Finalmente, de cara a prevenir las adicciones, aconseja “fomentar las conductas saludables en la juventud y ofrecer a los jóvenes procedimientos de ocio sanos y sin recurrir a este tipo de conductas peligrosas”. Junto a ello, apuesta también por “ofrecerles lugares a los que puedan ir a solucionar sus problemas si estos aparecen, bien sea sanitario o incluso de asesoramiento o de cultura”, así como las “campañas de concienciación para que puedan reconocer los síntomas peligrosos en cuanto empiezan a suceder”.