Hay quien asegura que Dios creó al hombre porque le encanta la música. Daniel Lorenzo, violista, cuenta en esta charla amenizada con jazz que sin música no podríamos vivir. Por ello, resulta necesario apoyar las iniciativas culturales, como la Orquesta del Teatro Liceo, de la que forma parte Daniel Lorenzo, que pende un hilo su continuidad.
La conversación comenzó mencionando la viola d’amore. Ante mi sorpresa, porque era la primera vez que oía hablar de este instrumento, Daniel Lorenzo aseguró que es maravilloso. “Adictivo y con un carácter simbólico. La viola d’amore tiene siete cuerdas, que se toca convencionalmente como el violín o la viola y otras siete abajo, que vibran por simpatía, por amor. Cuando arriba tocas algo bonito, las de abajo también vibran. Como las relaciones de la propia vida y la música conecta muy bien”.
¿Es habitual escuchar esta viola d’amore en las orquestas?
Prácticamente es un instrumento solista que funciona en agrupaciones, formaciones de cámaras. Cantatas, de Bach, sí que llevan el instrumento como solista, también Biber. Compositores del Barroco y el Clasicismo.
¿Dónde está la frontera entre la música antigua, moderna, contemporánea…?
Lo que prevalece es la interpretación, cómo se interpreta el repertorio de cada época. Es verdad, que ha habido una especialización en los años sesenta del siglo XX.
Usted es especialista en música antigua.
Sí. Tuve mi formación convencional en el conservatorio, profesional y superior en Salamanca, y me especialicé en la Escuela Superior Reina Sofía de Madrid, con premios extraordinario, premio de la Reina Sofía, en dos ocasiones.
¿La conoce?
Sí. La reina ha apoyado mucho la cultura musical. Ella está siempre en estos actos. Nos enseñaron a hacerle la reverencia. Tuve tres años de formación allí. Cuando terminé, me especialicé en música antigua. Tenía ese germen sembrado en Salamanca, porque tenemos la fortuna de tener la academia de Música Antigua de la Universidad de Salamanca, que ha sido uno de los referentes a nivel nacional de muchos músicos, que se dedican hoy por hoy, a la interpretación históricamente informada.
¿Qué tiene Salamanca que está dando tan buenos profesionales?
Tiene muchos elementos que son propios y característicos de la ciudad. Además, estamos unidos y podríamos estar más, porque tenemos que aspirar a más interconexión. Están los dos conservatorios, el Profesional y el Superior, como referentes. Además, hay agrupaciones en distintos niveles, que hay que cubrir, igual que en otros aspectos de la vida, como pueden ser los deportes.
Explíquese.
Hay categorías que ocupan espacios que funcionan y que es necesario que existan todos esos eslabones para que la cultura fluctúe, camine y haya resultado, como está habiendo, porque hay una gran cantera de músicos que hemos salido de Salamanca que a veces no somos muy conscientes en ese punto de… como charros, como salmantinos, tenemos ese puntito de no valorar lo local.
¿En Serio?
Si ya los españoles tenemos esa fama, los salmantinos somos campeones en bajar la media hacia abajo. Hay comunidades que se ayudan muchísimo, Euskadi, Cataluña,… Incluso aquí, en Castilla y León. Viví diez años en Burgos y quedé admirado, con cierta envidia, de ver como se apoya la cultura local y con los elementos que tienen reciben apoyo institucional, se hacen proyectos maravillosos. Hay una orquesta sinfónica que lleva unos 15 años con un apoyo municipal. Ese punto es el que uno envidia, ¿cómo puede ser? Ahí está el carácter, que nos chirría, el concepto casi nacionalista. Claro, Burgos es cabeza de Castilla.
¿Tienen El Cid?
El Cid y un himno, que cada vez que se inaugura una temporada de conciertos, todo el teatro, auditorio,… se ponen de pie y cantan el himno. Son detalles que te pueden chirriar, pero en Salamanca no tenemos. Eso nos ayudaría a valorar lo que hacemos aquí, que no está nada mal.
Hace varios años se creo la orquesta del Teatro Liceo, que está formada por grandes músicos salmantinos o profesionales de alto nivel que viven en Salamanca, y parece que no despunta.
La orquesta del Teatro Liceo hacía mucha falta y hace mucha falta, para dar salida a ese espectro y esa llegada de músicos que necesitan un espacio de expresión cultural. La ciudad lo reclama. Ha habido conciertos que han funcionado muy bien. Se ve que hay demanda.
¿Los podemos escuchar este año?
Sí. Hay un concierto programado para el 20 de mayo e interpretaremos un programa que incluye la Serenata Kv. 239, de Mozart. Esta pieza es muy especial para mí porque la grabé con Jordi Savall, en Le Concert des Nations, en 2005.
¿Siempre ha habido esa demanda?
Sí. No sé si recuerdas que hubo la Sociedad de Concierto, que tenía dos abonos diferentes, porque en una sola línea era insuficiente. La financiación, el apoyo institucional, no era muy alto. Las familias apoyaban para que la Sociedad de Concierto funcionara y lo hizo. Lo cual quiere decir que la cultura en Salamanca se valora, pero, por alguna razón estamos en un impasse. Tenemos que volver a aquello. Parece que institucionalmente cuesta que haya ese apoyo.
¿Se podría?
Creo que sí. Apoyo hay, pero muy por debajo de lo que una ciudad cultural debería.
Pongámonos mercantilista.
Valorar todo en números es un problema, porque cuesta mucho convencer a nuestros gobernantes de que no todo es una regla de tres directa, con resultados inmediatos. Hay ciertos números que salen a largo plazo.
¿Cómo cuáles?
Salud mental. Sobre todo a partir de la pandemia, cuando tocamos el público está especialmente receptivo al encuentro social de compartir el patio de butacas y recibir un concierto en vivo, con las energías que se generan. Percibes sonrisa, energía del público. ¿Cómo valoras eso a nivel cuantificativo? ¿Cómo se valora en número? Probablemente, esa persona que ha estado una hora y media sentada en la butaca, puede que haya hecho una especie de meditación a través de la música y un momento de paz que quizá no tenía en su entorno familiar, laboral,… La música ayuda a ese tipo de temas. ¿Quién dice que no ayudamos a paliar una depresión? Que costaría mucho dinero a la sanidad pública. Eso no lo valoramos a nivel de economía.
La industria cultural existe. Solo hay que mirar a Málaga.
Eso es. Tener una ciudad como Salamanca, con su Capitalidad Cultural, que recibe cantidad de turistas y visitantes, tienes que ofrecerles algo de calidad y la Orquesta del Teatro Liceo es de calidad, porque los músicos que estamos ahí, somos profesionales. Eso no quita que haya otras formaciones para distintos públicos. Los niveles están ahí, igual que en el fútbol está la Liga de Campeones y la Tercera División.
Y hay público para ambos, incluso pueden ser el mismo.
Eso es. Todo es súper digno. Hay que saber valorar que tiene que haber espacios para que los distintos niveles de la cultura se puedan expresar en una ciudad cultural como Salamanca.
No sé si ha gugleado su nombre, pero hay más músicos que se llaman Daniel Lorenzo.
No he buscado mi nombre en internet, pero sí sabía que había un violonchelista cacereño, coincidimos en la orquesta de RTVE hace unos años, el gerente de la orquesta lo comunicó, creo que se ‘cortocircuitó’ en algún momento. (Risas)
He leído en sus redes que se define como hortelano, albañil, técnico en domótica domestica,.. todos son trabajos manuales. ¿Cómo se cuida sus manos un violista?
(Risas) Trabajando lo justo en actividades que me puedan hacer daño.
¡Es una pose!
(Carcajada)
Lo has sacado de LinkedIn es una red que a nivel de músicos no es muy importante…
Pero en el ámbito de la jardinería sí es importante…
A nivel de jardinero era una broma. Lo puse en época de pandemia. Tengo la fortuna de vivir en una casa con terreno y mi liberación con mis hijos es hacer chapucillas y cuando uno tiene terreno, se convierte en un chapuzas nato. (Risas) Es bueno para la mente humana diversificar y hacer actividades diferentes sin dañarnos los dedos.
¿Ha tenido lesiones como el ‘codo de tenista’?
En la cuerda es una lesión frecuente. Afortunadamente, me he librado. Me debería cuidar más. He tenido fortuna. Creo que si tocas con cierta asiduidad, la propia actividad, de muchos años que llevamos haciendo esto, la musculatura está adaptada y funciona. Lo que tienes que tener cuidado es con ciertos movimientos repetitivos, que no son los que haces habitualmente, que nos pueden generar una lesión, una tendidites. Cuando hay fechas y proyectos importantes me cuido de no hacer barbaridades, para no llegar con una lesión que te impida tocar. Hay que cuidar el descanso y hacer estiramientos.
¿Cómo gestiona los aplausos?
Los músicos tenemos un cierto déficit del cuidado escénico a nivel de lo que sucede antes y después de la última nota. Lo aprecias cuando trabajas con otras disciplinas como el teatro o la danza. Los músicos tenemos pudor, saludamos rápido y mal. Te lo tomas como un agradecimiento. Intentas trabajar cada uno con su ego. Es un agradecimiento que nos hace el público a una labor que cada vez considero que es más sanadora.
¿A qué se refiere?
A veces pienso que es un trabajo más social que artístico. A veces voy a un concierto, no a pensar que voy a llegar al límite de la excelencia artística de la obra, más bien quiero ofrece algo al público, porque pasamos épocas muy complicadas. Tenemos que aportar mucho las artes en este ritmo de vida tan frenético y, a veces, dañino para la sociedad. En este punto, considero que nuestro trabajo es beneficioso.
¿Perciben esa energía?
Sí. La energía se percibe.
¿La buena y la mala?
Sí.
¿Cómo le cambia el ‘ph’ a la mala?
Con cariño, que puede con todo. El que no esté capacitado para ser permeable al cariño, es mejor separarse, porque sabes que no puedes ayudar más.
¿Cómo organiza su agenda?
Depende de en qué nivel y en qué agrupación te muevas. En mi caso, que compagino la docencia con la interpretación con grupos que me van llamando, organizo la agenda a un año vista, porque voy teniendo fechas. Lo cual complica muchos proyectos como el del Liceo, que nos tienen en vilo, nos dicen que nos quieren ofrecer, pero no acaban de dar el paso para darnos una fecha. Eso nos lo complica, porque nuestra agenda se va complicando.
¿Nos perdemos algo si no escuchamos música?
Sí. Hay estudios hechos que analizan cómo es vivir un día sin música. Muchos tendrían problemas si le quitáramos la música, esa que está de fondo, que no eres consciente que existe. Ahora mismo estamos escuchando un jazz maravilloso en el Alcaraván, la televisión está llena de recursos, en la calle suceden cosas,… si de repente eso falla, estamos perdiendo esa parte de lo que nos mueve por dentro. Los que somos más sensibles, porque aquí también hay niveles, vivimos de eso.
Daniel Lorenzo como director de orquesta.
Así suena la viola d’amore en las manos de Daniel Lorenzo.
2 comentarios en «“La cultura se valora en Salamanca, pero las instituciones no la apoyan”»
Maravillosa entrevista a un maravilloso entrevistado.
¿Cuándo ofrecen las plazas para presentarse a la orquesta o es a dedo?