Ante este 23 de abril tengo la sensación de asistir a la reposición de una película proyectada en el siglo pasado. O dicho de otra forma, ante variaciones sobre el mismo tema.
Ya estaba tardando Vox en obligar al PP a socavar, aunque fuera solapadamente, la concentración en Villalar de los Comuneros, una convocatoria que lógicamente produce urticaria en una ultraderecha que, de identificarse con algo, sería más bien con la figura del Emperador que ordenó pasar por el cadalso a los capitanes comuneros. El año pasado, el presidente de las Cortes, el “moderado” Carlos Pollán, presidente nato a la sazón de la Fundación Castilla y León, heredera bastarda de la primitiva Fundación Villalar, tuvo las santas narices de no aparecer por la carpa oficial que la institución que preside instaló en la campa de la localidad comunera. El teórico anfitrión decidió no estar en casa el día que tenía que recibir a los invitados. Con un par.
Aunque, forzado por Vox, el PP de Alfonso Fernández Mañueco ha roto ya varios de los consensos básicos de comunidad establecidos durante las presidencias de Juan José Lucas y Juan Vicente Herrera, el actual presidente no puede desvincularse de Villalar de la forma que lo hizo en su momento José María Aznar, quien, aprovechando unos lamentables incidentes que tiñeron de luto la celebración, poco menos que criminalizó la convocatoria. Se sacó de la manga entonces una celebración oficial itinerante por las nueve provincias que tuvo como soporte la entrega de los premios Castilla y León.
Y esta misma estratagema ha sido recuperada de alguna manera por el PP para contentar a Vox decidiendo “descentralizar” el 23 de abril con una programación -más exacto sería, decir contraprogramación- con actos en las nueve capitales de provincia. Eso sí, Mañueco se lavará la cara con la clásica visita relámpago a Villalar a primera hora de la mañana, intempestiva hora que antes Herrera y ahora él tienen la suerte de poder justificar gracias a su obligada asistencia esa misma mañana al acto de entrega del premio Cervantes en Alcalá de Henares, que además recogerá este año el leonés Luis Mateo Díez, compañero de terna de sus paisanos José María Merino y Juan Pedro Aparicio en “El filandón” y otras andanzas literarias. (Deliciosa la intervención de Mateo Díez en el acto celebrado por la segoviana Academia de San Quirce en el 85 aniversario de la muerte de Antonio Machado).
La entrega de los premios Castilla y León se ha celebrado este año nada menos que cinco días antes del 23 de abril, lo que ha dado lugar a que algún periodista malicioso, que alguno queda, haya relacionado tanta antelación con el propósito de no perturbar el ocio a la legión de cargos públicos de la comunidad para los que la celebración del Día de Castilla y León no es otra cosa que un puente festivo previo al posterior del Primero de Mayo.
Aparte de apuntarse a la moda de utilizar impropiamente la palabra “némesis”, se han conocido discursos más sesgados y partidistas de presidentes de la Junta que el que leyó el pasado jueves Fernández Mañueco en la entrega de estos últimos Premios Castilla y León. Pero el hecho es que el atribulado líder de la oposición socialista, Luis Tudanca, encontró el momento para anunciar la decisión del PSOE de abandonar la Fundación Castilla y León, entendiendo que viene siendo instrumentada al servicio del blanqueamiento político de la extrema derecha. Decisión tan justificada como tardía que han secundado inmediatamente Comisiones Obreras y UGT, que no pintaban nada en un chiringuito instrumentalizado por un partido que ha dinamitado el Dialogo Social y no ceja en el intento de acabar como sea con el Servicio de Relaciones Laborales (Serla).
Desde la presidencia de dicha Fundación, Pollán ha dado nuevas vueltas de tuerca al proceso iniciado por su antecesor, el inefable “ciudadano” Luis Fuentes, que, aunque no pudo cargarse la Fundación Villalar, como era su intención, consiguió cambiarla de nombre y desnaturalizarla. Y en estas va el PP y con la excusa de la conmemoración en 2030 del VIII Centenario de la unión de los reinos de Castilla y León promueve desde la Junta la creación de una nueva Fundación centrada en la “divulgación de la historia y las señas de identidad de la comunidad autónoma”, que es exactamente el principal fin estatutario de la Fundación Castilla y León. Con razón dice un perspicaz amigo mío que la inmensa mayoría de las fundaciones públicas en realidad no son fundaciones sino fundiciones (de dinero publico). A lo que añado yo que otra buena parte de las privadas son utilizadas para el blanqueo de dinero, la elusión fiscal y la promoción social de sus promotores.
Volviendo al 23 de abril, mientras la Unión del Pueblo Leonés (UPL) ha decidido repartir silbatos para pitar los actos programados por la Junta en la capital del Bernesga, el PSOE leonés ha aparecido proponiendo una segunda fiesta oficial de la comunidad que tendría lugar cada 18 de abril para conmemorar la celebración en 1188 en la basílica de San Isidoro de la primera reunión de Cortes de Castilla y León.
La propuesta es coherente con la posición oficial de los socialistas leoneses, que sostienen que esta comunidad autónoma está integrada por dos regiones diferenciadas (el sector crítico, que lidera el alcalde de la capital, José Antonio Díez, secunda sin reservas la posición de la UPL a favor de la segregación del antiguo Reino de León como comunidad autónoma). La iniciativa ha sido presentada conjuntamente por el secretario del PSOE leonés, Javier Alfonso Cendón, abierta y públicamente enfrentado a Tudanca, y por su número dos, Nuria Rubio, recientemente defenestrada por el secretario autonómico de su puesto en la dirección del grupo parlamentario socialista de las Cortes.
Visto todo lo cual, el que suscribe, que en los últimos años no ha acudido a Villalar, este ha decidido aceptar la invitación de su cabal alcalde, Luis Alonso Laguna, y darse una vuelta por la villa y la campa, que, por mucho que les pese a algunos, siguen siendo, amén de una seña de identidad, un símbolo de las libertades que a esos les sigue costando asumir y otros suprimirían en cuanto se les presentara la menor ocasión.
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