Martita de Graná: humor ‘guarrindongo’ y necesario

La humorista actuó en Salamanca
Martita de 'Graná'. Instagram.

Martita es «monóloga». O al menos así asegura ella que la llamó una fan a su llegada a Salamanca.

-¿Tú eres Martiga de Graná, no? -la interrogó una joven, o una “muchacha”, como le gusta más decir ella- por alguna calle salmantina.
-Sí -confirmó la artista.
-¿Y esta quién es? -quiso saber la chica que acompañaba a quien había lanzado la pregunta.
-Esta es “monóloga” -aclaró su colega.

Así lo contó la propia Martita (Marta Martínez) durante su espectáculo celebrado el sábado en el Palacio de Congresos, enmarcado dentro de la gira ¡Martita sea!, que atrajo a más público que muchos simposios. Y es que Martita nos alegró a muchas (también a muchos) el confinamiento, y lo hizo en pijama, sin maquillaje y con esos pelos locos que caracterizaron aquella época. Así que había que ir a verla. Sororidad, lo llaman. Ganas de reír, también.

“Vengo a hablar de pollas, de follar, de ‘peos’ y de todas esas cosa que me gustan tanto”. Ella avisó. Y las más de mil personas presentes le dieron el visto bueno para seguir adelante. Y cumplió. Cumplió con las carcajadas esperadas y con su facilidad para recordarnos así, con mallas, con camiseta y con humor gamberro, todo lo cotidiano, lo soez, lo vergonzoso, lo natural, lo maloliente, lo ridículo, lo adorable, lo intenso y lo mal visto que conforma nuestro día a día.

Hubo risotadas sinceras y las hubo aún tímidas. Por eso Martita es tan necesaria, como lo han venido siendo siempre tantas otras cómicas antes que ella.

-¿Y tú a qué te dedicas? -relataba la monologista que le planteó un médico durante una exploración ginecológica.
-Yo soy cómica -le dijo ella.
-Anda, pues no me suena tu cara -aseguró el sanitario, justo antes de desplazar su rostro desde la zona genital expuesta de Martita hasta el rostro de la paciente.
-Pues a partir de hoy también te va a sonar mi coño -sentenció ella.

Martita es un personaje, y como tal, hay que considerarla. ¿Cuánto hay de la verdadera Marta Martínez en el papel que interpreta, y viceversa? Preguntas como esa se las dejamos desde este humilde crítica, gestada en el patio de butacas del Palacio de Congresos charro, a periodistas que preguntan este y otros tópicos como “¿qué le parece Salamanca?”. Porque algo habrá de la persona en sus shows, y no poco: sus valores, como mínimo.

Esta cómica «monóloga” “granaína” deslenguada nos hace mucha falta. Otras, como Lina Morgan, ya abrieron mucho camino a las mujeres que tenemos más de 40. Y no para hacer humor en los escenarios, igual que ella, que también sino, de manera más amplia, para mostrar referentes de mujeres que triunfan en entornos profesionales masculinizados (llenos de señoros), para darnos herramientas con las que reírnos de nosotras mismas y para regalarnos realidades de mujeres que deciden no seguir todos esos cánones que, a día de hoy, aún nos limitan y nos encorsetan.

Martita es deslenguada, bebe cerveza a morro, tiene un “potorro bonito” del que presume y habla de sexo como nos gusta: natural, guarrona, divertida y con su toquecito de pedagogía (estudió Magisterio y al parecer, quien tuvo, retuvo). Y todo eso hizo también en Salamanca, ciudad incluida dentro de una gira compuesta por 31 actuaciones en distintos puntos de España.

La de ‘Graná’ dijo tacos a espuertas y cimentó su monólogo de humor sobre valores como la amistad, el respeto a los cuerpos diversos, a las distintas ideologías de género y a una sexualidad sana, respetuosa y «disfrutona”.

Y eso que Martita de ‘Graná’, desde que es tan famosa (1,6 millones de seguidores en Instagram, 1,4 en Facebook y 127.000 en su canal de YouTube), ha reducido sus encuentros sexuales.

-¿Y si resulta que me graba alguien mientras duermo? Porque follando ya me he grabado y sé que lo hago bien. Pero… ¿y durmiendo? -confesó la humorista sobre el escenario del Palacio.

La “monóloga” no se metió al público en el bolsillo, no: salió ya con los bolsillos llenos (de las mallas… qué paradoja). Y con ella el auditorio rió, cantó, bailó, se confesó, se reconoció, se auto analizó y se replanteó cositas… “¡Martita sea!”, cuanto enjundia hay detrás de una tarde de risas!

Por. Imelda Hernández Simón

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