La vida reunió a dos apasionados del arte y la cultura, María Dolores Pérez-Lucas y José María Vargas-Zúñiga, un matrimonio que a lo largo de su vida formó una colección de arte para disfrutar y que reflejaba sus gustos, inquietudes y el espíritu de una época.
La sala Garcigrande sirve de vínculo entre pasado y presente y acoge la exposición Una Colección Particular del 26 de abril hasta el 30 de mayo. Casualidades de la vida, fue el matrimonio quién inauguró esta sala hace ya muchos años y ahora acoge los cuadros que decoraron las paredes de sus casas.
Durante la presidencia de Vargas Zúñiga en Caja Salamanca, de 1978 a 1991, patrocinó muchas exposiciones dentro de la Obra Social de Caja Salamanca, Caja Duero. “José María Vargas-Zúñiga realizó una labor de difusión de la cultura y la pintura muy importante”, explica Andrés Martín, comisario de la obra.
Además de acercar las obras a los salmantinos de a píe, tuvo la visión de traer a Salamanca obras de pintores nacidos en estas tierras que emigraron por cuestiones políticas. En la colección particular del matrimonio hay obras de Celso Lagar, pintor mirobrigense que fue olvidado durante mucho tiempo por sus ideas políticas y su residencia en Francia. “En ese entorno, de la Escuela de París, José María y María Dolores vieron otros autores y fue adquiriendo obras de estos pintores españoles que tuvieron que emigrar en esta época”, matiza el comisario.
Sobre el relato que ha buscado para mostrar ‘Una colección particular’, Andrés Martín señala que es la colección de unos señores que tenían un gusto determinado y que colgaban los cuadros en su casa.
“Son las obras que los han acompañado a lo largo de sus vida, en su comedor, en su salón, en su sala de estar, en su dormitorio,.. eso responde desde sus inquietudes religiosas y estéticas. Si venía alguien a tomar café, tenías el cuadro de Redondela detrás y si ibas a jugar a jugar a las cartas, igual tenías a Zacarías González”, puntualiza.
De esta manera, las obras de Benjamín Palencia, Zacarías González, María Cecilia, Florencio Maíllo, Vidal González Arenal, Pancho Cossío o Joaquín Vaquero Turcios fueron testigos de sus despertares, sus comidas, sus tertulias y juegos de cartas con los amigos.
“Eso es lo que hemos tratado de trasladar aquí. No hemos buscado una cronología, ni un criterio científico, sino un poco el estético y que las obras dialoguen unas con otras, y que tengan un discurso atractivo para el público en general”, matiza.
Además, los espectadores verán “pequeños caprichos”, que también tienen cabida en esta colección. Tales como los cuadros atribuidos a la escuela de Goya o Asensio Juliá, las escenas navales de Pierre Leonce Fürt y los grandes pasteles de Fermín Báes.
El hogar de José María Vargas Zúñiga y María Dolores Pérez Lucas albergaba bodegones de Joaquín Peinado, Juan Manuel Díez Caneja, Carmen Laffón, Pere Críxemas y Cristina Villacieros que compartían ambiente con los paísajes urbanos de Cassani, Pepe Carezo, Cirilo Martínez Novillo, Agustín Redondela y obras de pintores rusos como Piotr Litvinski, Alexandr T. Danillichev y Mihail Psystá. Naturaleza y civilización que tanto disfrutaron en su vida laboral, social y personal.