“La orquesta del Liceo es necesaria para Salamanca”

La salmantina Virginia de Vega es una de las grandes contrabajos de nuestro país
La salmantina Virginia de Vega es una de las grades contrabajos de nuestro país.

Virginia de Vega, una de las grandes contrabajos de nuestro país, salmantina de nacimiento, conversa al otro lado del teléfono. Durante la entrevista sonríe, se pone seria para hablar del beneficio que supone para una ciudad tener una orquesta que lleve su nombre o que la ciudad se identifique con ella, como puede ser la del Teatro Liceo, y también ríe, porque para ella la risa tiene que estar presente todo el día.

Una duda. Cuándo eligió el instrumento, éste era más grande que usted.
(Carcajada) Sí.

¡Es enorme! ¿Cómo lo escogió?
Porque me tocó. Ahora, no me arrepiento para nada de haber elegido el contrabajo. Actualmente, hay contrabajos para los niños, son más pequeños, pero en mi época, no. Sí que es cierto, que era un poco más pequeños que con el que toco ahora. ¡Aquí estamos… con él! (Risas)

Con el contrabajo a cuesta.
Además de verdad.

Desmiéntame si en esta búsqueda rápida, hay algún error. Creo que en su momento, siglo XVII, el contrabajo no era un instrumento muy apreciado por los compositores.
Eso es.

Sin embargo, poco a poco se ha ganado el respeto de compositores y músicos. ¿Qué tiene este gran instrumento en todos los sentidos?
Que atrapa. Su sonido envuelve. La orquesta no puede estar sin los contrabajos. En la época, no se componía para los contrabajos porque no había grandes intérpretes. Era un instrumento más de orquesta. Además, como has dicho era muy grande y difícil de tocar. A medida que se fue modernizando y a partir de clasicismo se empieza a componer para el contrabajo en especial. Hoy en día, hay muchas obras para el contrabajo y muchos intérpretes que lo hacen muy bien. Se ha modernizado.

Entre ellos usted. (Ha formado parte de orquesta como la Schleswig Holstein Musik Festival Orchestra (Alemania), Orquesta de Cámara Freixenet, Orquesta Escuela de la Orquesta Sinfónica de Madrid, la Orquesta Nacional de España, la Sinfónica de Madrid o de Castilla y León, entre otras)
Lo intentamos.

¿Cuánto le debe el contrabajo al jazz y viceversa?
Bastante. Creo que el jazz sin el contrabajo no sería lo mismo.

¿Tocado con el arco o con los dedos?
En el jazz es más un pizzicato. En el contrabajo clásico, es más con el arco. En mi caso, toco más clásico que jazz. El jazz me gusta, pero estoy más especializada en la música clásica.

Pero si la llaman de una orquesta de Nueva Orleans… ¿Iría?
Sí, claro. (Risas) Embarcarnos, nos embarcamos en lo que sea. Después, hay que analizar el tipo de proyecto.

La salmantina Virginia de Vega es una de las grades contrabajos de nuestro país.

Del Mississippi al Tormes. ¿Qué tiene el agua de Salamanca que está dando tan buenos músicos?
No sé si es el agua del Tormes, el clima o la ciudad,.. Se han hecho las cosas bien y están saliendo buenos músicos y proyectos. ¡Es Salamanca!

¿Se puede decir que están creando ‘Marca Salamanca’ en cuanto a intérpretes de música clásica?
Creo que sí y espero que continúe, porque hay muchos profesionales trabajando de manera excelente.

¿Cuán importante es para una ciudad disponer de una orquesta como es la del Teatro Liceo con músicos tan relevantes?
Tener una orquesta que lleve el nombre de la ciudad o en este caso el de uno de su teatro, El Liceo, es darle identidad. La ciudad se identifica con la orquesta. Además, si está formada por músicos salmantinos o que se han formado en Salamanca creo que es una referencia. El público se identificaría con la orquesta, porque es de la ciudad.

¿Qué nos perdemos los salmantinos porque la orquesta del Teatro Liceo no tenga una programación estable?
El público requiere este tipo de formaciones, porque hay público para ellas. Además, el repertorio que tiene esta orquesta, quizá no lo tiene otra. Creo que es necesaria para la ciudad.

Virginia, ¿qué nos aporta la música?
Muchas cosas. Nos aporta sentimientos, pero también, cuando escuchas una sinfonía te cuenta una historia. Esto en clásico. Pero, ¡qué decir del jazz! Además, nos da vida. Vamos en el coche y escuchamos música, cantamos,… La música lo cambia todo. Cuando una persona va a un concierto, de cualquier tipo, ve la puesta en escena, el ambiente, la energía que se crea,… Creo que es necesaria para todos.

Hablando de cambios. Usted estudió Economía. ¿Era un plan B por si no salía lo de la música?
Sí, era un plan B. (Risas) Quería estudiar una carrera que no tuviera nada que ver con la música por si no salía bien, porque no sabes cómo te va a ir la vida. No me arrepiento de haberla estudiado.

Dicen que la música es pura matemática, quizá su formación musical le ayudó a descifrar los intríngulis de la economía.
Sin duda. Estudié a la par las dos carreras y ambas me ayudaron.

Para terminar. Creo que le gusta reír.
(Risas) Sí. Es que creo que sin música y sin humor la vida sería otra cosa.

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