Raúl Rivas, catedrático de e Microbiología de la Universidad de Salamanca, aconseja cómo protegernos de las garrapatas y las enfermedades que transmiten cuando salimos al campo en The Conversations.
Dar un paseo por la naturaleza en primavera y verano es reconfortante, siempre y cuando tomemos las medidas adecuadas para evitar a las garrapatas. Estos ectoparásitos parientes de las arañas y los escorpiones se alimentan de sangre humana y animal a la vez que transmiten algunas enfermedades especialmente graves en humanos, a menudo incluso mortales.
De hecho, los patógenos transmitidos por las garrapatas son responsables de la mayoría de las enfermedades transmitidas por vectores en las zonas templadas de América del Norte, Europa y Asia. Solo en los EE. UU., las garrapatas son responsables de más del 95 ?% de los casos de enfermedades transmitidas por vectores. Ya lo dice el refranero: A la res flaca todo se le vuelve chinches y garrapatas.
Novecientas especies de garrapatas distintas
Las garrapatas abundan en los bosques de toda Europa desde principios de primavera hasta finales de otoño. Viven chupando la sangre de los animales y, ocasionalmente, muerden a los humanos. En la actualidad, varios estudios evidencian que el cambio climático ha contribuido a la expansión de gran variedad de especies de garrapatas, aumentando el riesgo potencial de expandir diferentes enfermedades a áreas donde los vectores anteriormente no podían sobrevivir.
De momento, han sido descritas cerca de 900 especies de garrapatas, y todas ellas pasan por un ciclo de vida que incluye huevo, larva, ninfa y adulto (hembra o macho). Generalmente, cada etapa posembrionaria requiere una ingesta de sangre antes de mudar a la siguiente etapa. Y en ese proceso, las garrapatas adquieren patógenos que después pueden transmitir cuándo vuelven a alimentarse. De todos los vectores que ingieren sangre, son las garrapatas las que transmiten la mayor variedad de agentes infecciosos.
Habitualmente, los agentes infecciosos transmitidos por garrapatas –virus, bacterias o protozoos– circulan en la naturaleza en un ciclo rutinario de garrapata-huésped vertebrado-garrapata. Y aunque el ser humano participa de forma esporádica y accidental en ese ciclo, el número anual de picaduras de garrapatas en humanos es muy alto, por lo que las personas a las que pican se exponen a peligrosas enfermedades.
Encefalitis, fiebre hemorrágica y otras enfermedades
Estas enfermedades notables, a menudo mortales en un porcentaje significativo de las personas afectadas, incluyen la enfermedad de Lyme, la encefalitis transmitida por garrapatas (TBE), la fiebre recurrente transmitida por garrapatas (TBRF), la tularemia, la babesiosis, la fiebre por garrapatas de Colorado, la theileriosis, la enfermedad de Powassan, la rickettsiosis por Rickettsia parkeri, la enfermedad del virus Bourbon, la enfermedad del bosque de Kyasanur, la ehrlichiosis, la rickettsiosis 364D, la enfermedad del virus Heartland, la fiebre maculosa de las Montañas Rocosas, la anaplasmosis granulocítica humana y la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo, entre otras.
En la actualidad, la principal actividad de vigilancia de garrapatas en toda Europa está relacionada con los riesgos fundamentales que plantean principalmente dos especies. Por un lado Ixodes ricinus, que transmite la enfermedad de Lyme y la encefalitis transmitida por garrapatas. Por otro, la especie Hyalomma marginatum, que habitualmente transmite la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo.
Viven en bosques y brezales
Las garrapatas prefieren una vegetación espesa y densa y, como resultado, generalmente se encuentran en hábitats naturales como bosques y brezales. Sin embargo, la cantidad de lugares donde las garrapatas pueden sobrevivir y prosperar está creciendo debido al calentamiento global, la migración de los animales y la urbanización descontrolada, que facilitan el aumento de la densidad de las garrapatas, al crear oportunidades de movimiento y dispersión de las poblaciones anfitrionas.
En países cómo Canadá, las proyecciones climáticas muestran que las garrapatas están aumentando su área de distribución hacia el norte entre 35 y 55 km por año.
El pico de actividad estacional de las garrapatas comienza en primavera y se extiende hasta finales del verano y principios del otoño. Si tiene pensado pasear por la naturaleza, las formas preventivas más efectivas de evitar las picaduras de garrapatas incluyen usar pantalones largos y camisas de manga larga, y aplicar repelentes en la piel y la ropa. Conviene que meta las camisas dentro de los pantalones y los pantalones dentro de los calcetines para cubrir los espacios de la ropa por donde pueden entrar las garrapatas. También se recomienda usar ropa de colores claros para poder ver las garrapatas más fácilmente.
La piel debe revisarse periódicamente en busca de garrapatas adheridas. En caso de encontrarlas, deben eliminarse lo antes posible. Y en caso de sufrir una mordedura de garrapata, es conveniente informar rápidamente al personal sanitario correspondiente y, si es posible, llevar al animal portador, por si fuera necesario determinar la especie o realizar un análisis específico.
Las garraptas se quitan con pinzas, no con fuego
El procedimiento correcto para quitar una garrapata es usar un juego de pinzas finas y agarrar la garrapata lo más cerca posible de la piel. No utilice fuego ni cigarrillos encendidos, esmalte de uñas, vaselina, aceite, jabón líquido, gasolina o cualquier otro agente irritante, porque pueden excitar a la garrapata y hacer que se comporte como una jeringa, inyectando fluidos corporales en la herida.
La técnica adecuada para eliminar las garrapatas incluye el siguiente protocolo:
- Utilice pinzas curvas para agarrar la garrapata lo más cerca posible de la superficie de la piel.
- Tire hacia atrás suavemente, pero de manera firme, ejerciendo una presión uniforme y constante. No sacuda ni gire o tuerza a la garrapata.
- No apriete, aplaste ni perfore el cuerpo de la garrapata, ya que sus fluidos corporales pueden contener organismos infecciosos.
- Después de quitar la garrapata, lávese bien la piel y las manos con agua y jabón.
- Si alguna parte de la boca de la garrapata queda en la piel, no intervenga: será expulsada por su cuenta. Los intentos de extraer estas partes pueden provocar un traumatismo cutáneo importante.
- Guarde la garrapata extraída en una bolsa de plástico con cierre o en un recipiente sellado, por si los agentes sanitarios necesitan analizarla y es oportuno llevarla al centro médico. Es útil que la persona pueda proporcionar información sobre el tamaño y el color de la garrapata, si realmente estaba adherida a la piel, si estaba congestionada –es decir, llena de sangre– y durante cuánto tiempo.
Recuerde que las garrapatas representan un peligro claro y presente, por lo que es prudente tomar precauciones para evitar que puedan originarnos un problema de salud.
Por. Raúl Rivas González catedrático de Microbiología. Miembro de la Sociedad Española de Microbiología., Universidad de Salamanca