Monjes nuevos

En todas las religiones están surgiendo jóvenes “espirituales pero no religiosos” responsables de sus propias vidas, solidarios,…pero fuera de los muros de las instituciones religiosas tradicionales. Se muestran ajenos a formulaciones dogmáticas fijas, a imponer reglas o morales nuevas; más bien buscan un compromiso con la práctica diaria de desprenderse del ego, reafirmando los valores democráticos, confiando en la bondad natural y compartiendo los proyectos y dones de cada individuo. El lenguaje de nuestras instituciones religiosas no resuena ya en los corazones y almas jóvenes como sucedía en el pasado.

Este empeño alcanzará su meta a través de un camino contemplativo profundo y de un servicio a todos. Es una especie de nuevo monasticismo que busca la armonía entre la intención, los corazones, las mentes y la concordia con las almas. (Rig Veda X)

Paniker comentaba así su experiencia transreligiosa: monje es la persona que aspira a alcanzar el último objetivo de la vida con todo su ser, renunciando a todo lo que no es necesario para ello.

Todos hemos experimentado momentos de trascendencia en nuestra experiencia humana: monje es el que reconoce la primacía y lo absoluto de esas iluminaciones en su vida personal y esto sin necesidad de ingresar en un monasterio o de seguir esta llamada en alguna tradición religiosa.

Los nuevos monjes no se apartan del mundo ni se encierran en claustros, ni son célibes, ni renuncian a nada, simplemente y con sencillez buscan la plenitud de la vida humana intentando transformar todas las cosas: desde una profunda vida contemplativa (la más alta expresión de la vida intelectual y espiritual de la persona), formando pequeñas comunidades de amistad, acentuando la unidad entre ser y hacer, entre contemplación y acción-compromiso.

Este monacato escucha los dolores y gemidos de la creación y no puede evadirse del sufrimiento: los periódicos diarios y los noticiarios televisivos se han convertido en su lectura espiritual- Tiende a lo secular sin olvidar su llamada a la santidad, descubre la incorporación de lo divino en todo lo humano y que lo secular es ahora el ropaje auténtico de lo permanente, lo eterno, la simple y humilde mística.

El nuevo monje contempla el cuerpo como una encarnación sagrada (Cristo no tiene otro cuerpo en la tierra sino el tuyo…) y mantiene con él una relación saludable, nutritiva y transformadora. Fomenta el contacto físico, las relaciones íntimas, la amistad profunda y unas relaciones sexuales amorosas. Está convencido que el celibato no es necesario para el desarrollo del arquetipo del monje. Ama todo lo que existe y se siente apasionado por todo lo humano sin excluir lo material y temporal.

Este es el trabajo del nuevo monástico, encarnar un mundo nuevo que permitirá un florecer especial del Espíritu en cada individuo y en cada comunidad de la tierra. Y esto construyendo puentes entre los cultivadores de la sabiduría espiritual colectiva de nuestro planeta. Sí, ha llegado el tiempo de encontrar un modo de pensar sobre ética y espiritualidad que está más allá de la religión. Así la interespiritualidad podrá encarnar la dirección futura de la humanidad. Esta será la religión del tercer milenio.