Recurrente es que cada uno de los partidistas responsabilice al contrario de todos los quebrantos existentes, lo traten de absceso a extirpar y se arroguen ser la solución a todos los problemas. Están unos contra otros, insustanciales y enfurecidos, colgados de huecas ideologías y aplicados al ciego interés de cada uno. Conflictos hay: donde impera la intolerancia falta sensatez y prevalece el interés de unos pocos. Toca a los de a pie mantenerse firmes en lo justo y razonable para evitar que nos contagien.
Es tiempo de decir sencillamente basta ya, y hacer porque desaparezcan los que gritan, insultan y engañan. Personajes que se arrellanan en cómodos sillones y hacen del pleito la cortina de humo con que tapan sus incapacidades de dialogar, escasez de argumentos y razón. No vale protestar por el mal ejemplo que dan, haya dejadez de responsabilidad, tramposos discursos y nos suban el recibo de la luz; tienen la sordera de los que solo escuchan lo suyo.
Así estamos, con gobiernos en precario, oposiciones frustradas y los alrededores oliendo a podrido y corruptelas. Caldo de cultivo de tiempos de crisis institucional y social, resentimientos por falsos perjuicios y amargos bebedizos a tragar. Me da que no hay Tribunal que lo pueda remediar. Falta confianza en la Justicia, con jueces y fiscales a la greña, reprobaciones y polarización. Malo estar en medio de contiendas entre orgullosos inoperantes y presuntuosos embaucadores.
No obstante, teniendo en cuenta que de peores hemos salido, hay una mayoría que está por la tolerancia, multitud de personas con intenciones honestas y muchos de los que apelan a las buenas maneras, seguro que también saldremos de esta.
Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor
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