Pepa o Marisol, un clásico con mucho futuro

Chema de la Peña, productor salmantino de ‘Marisol llámame Pepa’, presentó el documental en Van Dyck
Chema de la Peña presenta en Van Dyck 'Marisol, llámame Pepa'. Fotografía. Pablo de la Peña.

Marisol –Pepa Flores- es una mujer del siglo XXI con mucho futuro. Así de contundente se muestra Chema de la Peña, productor salmantino de Marisol, llámame Pepa, presentó este sábado el documental en Van Dyck.

El objetivo para realizar el documental, dirigido por Blanca Torres, era traer al siglo XXI a una mujer que lo fue todo en las décadas de los sesenta, setenta y ochenta. En 1985, decidió que se iba a su Málaga natal a descansar del mundanal ruido que diría Fray Luis de León.

Al irse, Pepa Flores ‘privó’ a muchos españoles de conocerla, sobre todo a los jóvenes que solo han oído hablar de Marisol en Cine de Barrio, de TVE. Entre ello, Amaia, que quiso ser cantante porque adoraba a Marisol. Así lo cuenta en el documental.

Chema de la Peña, productor de ‘Marisol, llámame Pepa, junto al director salmantino, Suso de la Nava, y Juan Heras, de cines Van Dyck. Fotografía. Pablo de la Peña.

Quizá para que esas generaciones la redescubran, desde el respeto y midiendo muy bien las distancias para no quebrar el espacio de privacidad que se ha ganado Pepa Flores como una malagueña anónima, Chema de la Peña, Blanca Torres y las otras tres o cuatro personas que han conformado el equipo de rodaje de Marisol, llámame Pepa, han contado la vida y obra de una niña, mujer que traspasó fronteras, que fue conocida en Filipinas y Canadá, en Suecia y Argentina. “Hemos encontrado documentación de su paso por Corea o Venezuela, por decir dos países”, explica el productor salmantino.

Fiel a su filosofía, Pepa Flores no abandona su retiro, pero a través de una decena de personas, entre ellas su hermana, se va viendo e intuyendo la personalidad de esta mujer que lo fue todo en el cine, en la canción, en la lucha obrera, en el feminismo… Marisol –Pepa Flores- estuvo, está y estará de rabiosa actualidad, porque es un mito, que no se lo pueden apropiar ni la izquierda, ni la derecha, ni los ricos o podres, es de todos.

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