El director del Centro de Investigación del Cáncer (CSIC-Usal), Xosé Bustelo, destacó este lunes el “valor añadido” del centro para conectar investigadores básicos y clínicos procurando una interacción “mucho más fácil”. Una frontera que consideró cada vez “más indefinida” y cuya importancia recae en la relación del trabajo entre ambos profesionales, en la que los básicos necesitan demostrar sus hallazgos en pacientes para poder publicar mientras que, los clínicos, deben estudiar en el laboratorio cómo responden los enfermos a las terapias.
Bustelo explicó esta conexión que se traslada en mejores tratamientos para los pacientes en un encuentro con los medios previo a la jornada “Itinerarios Cicerón: Investigación del cáncer en el CSIC: del laboratorio a los pacientes”, que estuvo presidida este lunes por el vicerrector de Investigación y Trasferencia de la Usal, José Miguel Mateos Roco, y que contó con la asitencia también de la vicepresidenta adjunta de Transferencia de Conocimiento del CSIC, Ana Castro Morera y Ángela Nieto Toledano, del Instituto de Neruociencias-Universidad Miguel Hernández, entre otros representantes institucionales, de pacientes o sociedades científicas.
A través de esta jornada, desde el CIC pretenden crear un foro para valorar los mecanismos de mejora que favorezcan la innovación en el área de cáncer y su rápido traslado al tejido empresarial y sanitario. Así, Bustelo detalló en declaraciones recogidas por Ical que el objetivo es presentar varios tipos de trabajo realizados tanto en el propio centro con base en Salamanca como en el CSIC en general en toda España.
Entre ellos, destacó los programas cooperativos financiados por la AECC o por convocatorias internacionales, dedicados a entender y diseñar mejores terapias frente el KRAS, un oncogén “muy frecuentemente alterado en el cáncer”, de la mano de David Santamaría. O, por otra parte, la ponencia de Miguel Vicente Manzanares, que abordará un proyecto internacional liderado por el CIC para detectar los primeros estadios del origen del cáncer en algunos tipos de linfomas.
“En general son todos proyectos que tienen una traslacionalidad muy importante que va pasando de los pacientes, a la investigación sobre pacientes y de ahí derivar la traslación a los propios pacientes”, matizó Bustelo.
Además, el director del CIC incidió que en cualquier innovación en esta área “lamentablemente lleva tiempo”, alrededor de diez años, ya que necesita de la validación en los pacientes para que las terapias sean eficaces y no dañen a los enfermos y, si lo hacen, conocer qué tipo de efectos colaterales se introducen y cómo poder solventarlos, en el caso de que sea posible.
“Yo creo que ahora se acortará significativamente porque cada vez somos mejores haciendo la parte preclínica”, matizó optimista, reconociendo que la Inteligencia Artificial ayudará a una mejora en el diseño de los fármacos y en predecir su toxicidad. “Pero aun así siempre hay ese componente de ensayo a nivel hospitalario que lleva tiempo porque lo que queremos, obviamente, es buscar fármacos que sean mejores y sobre todo que sean inocuos a los pacientes”, finalizó.