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Opinión

¿Qué le pasa al Ayuntamiento de Salamanca con la cultura?

Las casetas de la Feria del Libro en la Plaza Mayor de Salamanca.

¿Qué le pasa al Ayuntamiento de Salamanca con la cultura? Es una pregunta de la que me gustaría obtener una respuesta que saliera del número 1 de la Plaza Mayor. No lo entiendo, teniendo la Fundación Ciudad de Salamanca el ‘apellido’ de Cultura y Saberes. Hace unos días, ponían fecha al principio del fin de la cultura en esta ciudad: 1995. No hace falta ser muy avispado para saber quién gobierna en la capital desde entonces.

Esto no va de colores, porque ahí tenemos a Málaga, ¡qué nostalgia trae a Salamanca ese apellido!, donde gobierna Francisco Torres, del PP, desde el 2000 y ha convertido a la capital malagueña en un centro neurálgico en tecnología, digitalización y cultura. De hecho, por lo primero que apostó fue por la cultura como industria y después vino lo demás. Lo demás es un referente económico a nivel mundial.

Málaga tiene mar, pero no tenía la historia detrás que tiene Salamanca, con una Universidad ocho veces centenaria y por cuyas aulas ha pasado la flor y nata de nuestra historia política, artística y literaria.

Vamos a esta última parte. Se acaba de presentar la Feria del Libro de Salamanca. Perfecto. Lo que vemos es que cualquier librería de la ciudad tiene mejor programación mensual que la feria organizada por el Ayuntamiento de Salamanca. ¿Cuál es la diferencia? Que en las librerías hay profesionales que trabajan por darle a sus clientes/lectores lo mejor que pueden conseguir, que suelen ser primeras plumas de nuestra literatura actual. Así, sin pensar mucho. Letras Corsarias trajo hace unos días a Luis García Montero y Santos Ochoa, a César Pérez Gellida.

¿No me puedo creer que desde el Ayuntamiento no hayan conseguido que agenden la Feria del Libro de Salamanca primeras plumas nacionales? Desde 1981, que se montó la primera edición, por la Plaza Mayor han pasado muchos y buenos autores. Eso no significa que no le den un espacio a los autores emergentes y a los locales. ¡Claro que hay que apostar por lo que se hace en Salamanca! ¡Claro que sí! ¿Pero, con toda la programación? Es fácil levantar el teléfono desde el Ayuntamiento y que te digan que sí, que estarán. Bien es cierto que no todos los autores salmantinos han dicho sí, porque también los hay que aseguran que presentar un libro dos veces es una ordinariez.

Y desde el consistorio afirmarán que ellos quieren darle un hueco a las letras charras. De acuerdo, ¿pero prácticamente toda la feria? No señores eso denota que el esfuerzo no entra en su diccionario. Hay que querer.

Cambio el verbo trabajar, que es lo que hace una librería, que no deja de ser una empresa, por el verbo querer, que es más propio de una administración que no mira tanto la cuenta de resultados al final del mes.

Hay en Salamanca otro gremio de artistas en el que sí figuran primeras batutas. Hablo de los profesionales de la música clásica. Por esas casuísticas de la vida, algunos de los mejores músicos de nuestro país nacieron en Salamanca, después de estar en grandes agrupaciones de Europa, decidieron volver y crear la Orquesta del Teatro Liceo, con el beneplácito, al menos al principio, del Ayuntamiento a través de su satélite. El primer año, bien, el segundo regular y ahora, ni los miran, cuando estamos hablando de que podían ser un referente en la música clásica a nivel nacional e internacional

Este lunes, 20 de mayo, a las 20.00 horas se subirán al escenario del teatro Liceo, quizá la última vez, porque la cultura en mayúsculas, de élite, porque son grandes profesionales, no porque sea excluyente, le produce urticaria a nuestros gestores culturales.

Eso sí, de lo que no nos cabe ninguna duda es que saben gestionar muy bien el pecado capital que encarnaba la modelo en la película Seven, con algunos a los que llaman para que le rellenen un hueco en la programación de la Feria del Libro de este año.

La excelencia tampoco entra en su diccionario. La mediocridad, sí.

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