“En la época buena de la Gran Vía había 60 o 70 bares”

Jenaro González lleva al frente del Bianco, uno de los bares míticos de la Gran Vía, cuarenta años
Jenaro González, responsable del Bianco, en la Gran Vía, desde hace más de 40 años.

Hace más de cuarenta años hubo una huelga de hostelería en Salamanca, con sus respectivos piquetes. Así, con ese recuerdo comienza la conversación con Jenaro González, encargado del Bianco, uno de los establecimientos míticos de la Gran Vía, desde hace más de 40 años. Junto a él repasaremos las cuatro décadas de una de las calles que fueron protagonistas de la Movida Salamantina y que le dieron fama a la capital del Tormes de que era una ciudad con mucha y buena marcha. “En esos años, desde que abrías hasta que cerrabas trabajabas a tope”, puntualiza Jenaro González.

Jenaro, ¿por qué se hizo la huelga en 1981?
Por cuestiones económicas. Los jefes querían que trabajáramos más horas por el mismo salario.

La hostelería lleva toda la vida con los mismos problemas.
Sí, trabajar muchas horas y el suelo. Hay que pagar lo que manda la ley y darle las vacaciones que corresponden. Como en cualquier trabajo.

¿Su trabajo detrás de la barra ha cambiado en estas cuatro décadas?
Sí, mucho. Hemos pasado de ser ‘sirvientes’, lo que se decía antes de: ‘El cliente siempre tiene razón’ o ‘porque pago exijo’. Eso ha cambiado, ahora somos trabajadores. Me acuerdo que cuando empecé trabajábamos con corbata, con pajarita, chaleco y chaquetilla. Ahora, parecen panaderos con el mandil.

¿Tenían alguna deferencia con ustedes los clientes que ahora no se estila?
Sí. Recuerdo que nos daban el aguinaldo en Navidad. Eso ahora es impensable. Te hablo de cuando empecé en 1974. Ganaba 50 pesetas al día (0,30€). En el Bianco empecé en 1983, ya tenía novia y me esperaba hasta las 04.00 horas que salía. Me casé un año después y ahora está conmigo aquí, se encarga de cocinar los pinchos.

Jenaro González, en el Bianco, casi cuando empezó hace 40 años

¿En 1983 poníais pinchos?
No. Solo servíamos copas. Era un pub, Estudio Bar Bianco.

¡Madre, qué pretenciosos!
(Risas) Todo era más fácil en esos años. Era beber y beber. Teníamos un equipo de música que venían a verlo de fuera. Varios vídeos, VHS y Beta, platos para discos, para cassettes… Era un espectáculo y lo venían a ver. Teníamos pincha disco.

¿Cuántos discos llegaron a tener?
Cientos. Una burrada. Además, mi jefe iba a Alemania y los traía de allí.

¿Cómo era la marcha?
A todos los estudiantes, había que sumarle la gente de los pueblos…

¡Qué tiempos, cuando había jóvenes en los pueblos!
Y, además, venían. Trabajábamos de manera fuerte de jueves a domingo. Nosotros teníamos una ventaja, que la referencia era el Bianco. Salían del pueblo, aparcaban y todos quedaban en el Bianco. Había pocos coches y venían llenos. Tomaban una o dos copas y seguían la fiesta. Al terminarla, volvían a tener como punto de encuentro el Bianco. El coche iba completo, con los cinco ocupantes, ahora vienen cada uno en el suyo.

¿Cuándo empezó a cambiar?
Al principio de los noventa, que fue cuando introducimos frutos secos, patatas fritas, canapés, tortilla… Y cuando vino la famosa crisis, la Gran Vía empezó a bajar y no ha remontado.

Jenaro González, responsable del Bianco, en la Gran Vía, desde hace más de 40 años, en la barra repleta de pinchos.

Jenaro, ¿es cierto que venían mucho de Madrid en los ochenta?
¡Claro! Venían a pasarlo bien. La Gran Vía era la calle de moda. Había pubs nuevos, con una decoración maravillosa y discotecas. Venían, se tomaban el café y copa de primera hora de la tarde y lo alargaban durante hasta la noche y madrugada. Había ambiente de fiesta de jueves a domingo y ¡qué decirte en las Ferias! Hacían noche en Salamanca.

Me habla de que la Gran Vía era más que bares.
Sí, te hablo del teatro Bretón, del Gran Vía. Esto le daba mucho ambiente a la Gran Vía. Fuera de los bares, El Adelanto de Salamanca también le daba vida a la Gran Vía, porque era un referente. El mercado de San Justo, que venían los hortelanos a vender. La Junta.

De los famosos -grupos o actores- que pasaron por aquí. ¿Quién revolucionó la Gran Vía?
Alaska y Dinarama la prepararon bárbara. Esto fue brutal. Había espectáculos que atraían a la gente y venían a los bares.

Teniendo el Bretón tan cerca, ¿entraban actores o actrices?
Me acuerdo de Concha Velasco, que en paz descanse, Quique Camoiras, José Sacristán y muchos que no habré conocido. ¡Hace mucho tiempo que se cerró el Bretón!

¿Lo echa de menos?
Muchísimo. Venían al cine o al teatro y había vida en la calle. No solo porque venían a ver las funciones, es que el Bianco era un punto donde nos dejaban entradas. Era todo más familiar.

Conocía a los clientes.
Sí. Estoy muy agradecido por los miles de clientes que han pasado por aquí y he tenido la oportunidad de conocer. Siempre me ha gustado poder hacerles favores. No cuesta nada.

¿Reivindica la figura del camarero?
Sí, es un punto de referencia. Los conoces, te conocen. En estos cuarenta años hemos tenido de todo, pero no me ha importando pedirle perdón a un cliente cuando le he fallado.

Jenaro, por curiosidad, ¿cuándo vio que la Gran Vía no remontaba?
Cuando hicieron las obras de la Gran Vía, que estuvieron siete u ocho meses que no podía ni aparcar un coche. Fueron ocho meses abajo y otros tanto arriba. Eso hizo que los clientes cambiaran de zona. Se fueron a Crespo Rascón o Prior. Dejaron de venir los de fuera.

Siguen viniendo de marcha a Salamanca.
No hablo de las despedidas de soltero. Venían a la movida, a la marcha… donde se encontraban con locales especiales. Ahora, no tenemos eso.

¿Había competencia a la hora de tener el local más bonito?
No. Lo que había era compañerismo. Mira, si se te acaba una botella de bebida, solo tenías que cruzar la calle y pedírsela al de enfrente. Iba al Metro y le decía a Nino: ‘Dame una botella de JB, y ya te la traeré’. Incluso hubo un año en que hicimos una Feria de Sevilla, con capea y todo. Íbamos todos. Nos conocíamos todos.

¿Ahora, también?
No. No sé ni como se llaman los pubs que están alrededor, porque cambian de nombre cada poco.

¿Cree que la Gran Vía puede volver a ser lo que era?
No. Pero te digo más, no hay sitios para tomarte una copa si tienes más de sesenta años. Los locales son para los jóvenes.

Siempre han sido para la juventud.
Bueno…

Usted era también joven.
(Risas) Puede ser. Son muchos años. En aquella época, los camareros teníamos fama de golfos, porque salíamos tarde y solo estábamos nosotros y los serenos.

¡Largo me lo fía! Los camareros siguen, pero los serenos…
(Carcajada) Éramos los que estábamos por la noche, porque salíamos de trabajar y nos apetecía tomarnos algo. Claro, llegabas a casa a las 8.00 y los vecinos se iban a trabajar y decían: ¡Vaya horas! Pero, no se daban cuenta que cuando él volvía de trabajar, se tomaba algo y llegaba a casa a las 22.00 horas, era cuando yo salía.

¿Cuál era la bebida estrella?
Mucho cubalibre de Whisky y Larios y medios.

¿Medios?
Era una coca cola para dos.

¡Qué pobres éramos!
(Risas)

¿Sigue teniendo clientes de aquella época?
Varios. Vienen desde que inauguramos. No han fallado. Entre ellos compiten por ver quién es el que más tiempo lleva viniendo. (Risas)

Jenaro González, en el Bianco, casi cuando empezó hace 40 años.

Jenaro, ¿cuándo la Gran Vía paso de ser la calle de los bares a ser una estación de autobuses?
Se han cargado la Gran Vía. Te hago yo una pregunta: ¿Por qué la gente no baja de San Justo?
¿Por qué?
Por el ruido. Además, aquí no hay nada. Hay montón de locales cerrados. Antes estaba la Junta, ahora no hay nada. Podían poner allí un museo, para atraer a los salmantinos de nuevo a la Gran Vía. Nosotros también tenemos derecho a vivir, no solo la Rúa y esas zonas. Un cliente mío le dijo al alcalde, creo que era Mañueco: ‘Haz algo por la Gran Vía.
¿Qué le respondió?
¡Qué quiere que haga yo! Solo viene por aquí la Cabalgata de Reyes, que ahora baja por San Justo. Recuerdo cuando la exposición de Rodín cómo venían a verla y bajaban por la Gran Vía, pero no sólo de Salamanca, también de Madrid o Badajoz. Esas personas tenían que comer, tomarse un café, cenar…

Apuesta por…
Apuesto porque en la Gran Vía van a quedar cuatro establecimientos de hostelería.

¿Cuántos bares llegó a tener la Gran Vía?
Éramos setenta o setenta bares y ahora estamos quince, o quizá menos.

¿De los de toda la vida?
El Bianco, El Country, El Centenera, El Puerto de Chus, El Scherzzo y el Moderno. No sé cómo hemos sobrevivido, gracias a los clientes. (Se emociona)

10 comentarios en «“En la época buena de la Gran Vía había 60 o 70 bares”»

  1. Genaro en la Gran vía de Salamanca es más famoso que el Viti. Su cafeteria se equipara a la De chicote e Madrid. Buen profesional pero mejor persona. Larga vida para ti y GENARO

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  2. Tiene más razón q un santo este hombre, en tiempos de Lanzarote se depauperó primero la Gran Vía y poco después Federico Anaya q tenía un movimiento comercial como arteria prioritaria del mayor barrio de esta ciudad y hoy sólo quedan locales cerrados/muertos sin actividad comercial alguna…en fin

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    • Que razón tienes esta persona fue una verdadera enfermedad para Salamanca solo se preocupó del. Corte Inglés y de cambiar el nombre a María Auxiliadora con una sola dirección. Las cosas son lo que son solo intereses suyos y porque yo lo digo así se hace

      Responder

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