El hastial grande de la casa del tío Geromo era la mejor solana del lugar para el invierno; en llegando los primeros hielos, se clavaba un varal largo en un hueco de la pared. Se colgaban de él sayaguesas y mantas y, a la abrigada hecha con ellas, se desentumecían las mujeres del barrio recibiendo, sin la merma del cierzo, los rayos del sol de Castilla. (La Golisa de Alizán. Novela original de L. Maldonado. Colección Moderna, Vol II. 1903)
Así comienza esta novela, escrita por mi bisabuelo, que ciento veinte años después de ser impresa cayó en mis manos por casualidad. Es un cuento tamaño “bolsillo de camisa” y de breve lectura, recreado en tierras salmantinas, en torno a la ermita de la Virgen del Cueto, lugar de recogimiento, bien conocido por el autor.
Me ha llamado la atención el lenguaje de la época con palabras y expresiones que hacía tiempo que no leía. Algunas tuve que buscarlas en el diccionario. El lenguaje traza lindes geográficas y señala épocas de una vida, dejando, a merced del desuso, palabras con las que nacemos, al tiempo que adquirimos nuevas expresiones (ligadas a la modernidad que a cada cual le toque vivir).
Mi infancia se desarrolló en el parque de La Alamedilla, en Salamanca, con un ojo puesto en la ruleta del barquillero y el otro en un majestuoso pavo real, que campaba a sus anchas por el parque y que me asustaba cuando abanicaba con arrogancia sus plumas. Siempre me escondía detrás de Tati; ella no tenía miedo de nada.
Amparo, natural de Galinduste, llegó a mi familia como empleada de hogar cuando yo tenía tres años y nos acompañamos hasta despedirnos en la habitación del hospital al final de su vida. El paso de los años fraguó un vínculo de mutua adopción con la familia, pero hoy solo recordaré sus palabras y mi infancia.
Recuerdos de momentos a través de expresiones, que tantas veces le escuché pronunciar a lo largo de sus días y que, por supuesto, hice mías, sin preocuparme por saber si eran gramaticalmente correctas; básicamente describían acciones concretas o definían actitudes o rasgos de las personas.
Como advertencia de la consecuencia de no acatar una orden, solía decirme: “y si no, ya sabes, pim, pam que nieva” o también “… que te doy un cacaretazo ”; aunque alguna alpargata voló, raramente fue más allá de la amenaza.
Para referirse a las personas preguntonas por asuntos ajenos, el termino era “ese es un olerón o un enterao“y “olerona o enterá”, si era mujer.
Una “mieja” o “miejina” describía una pizca de algo, pequeñas dosis de azúcar, de sal, de pimienta o si buscabas consuelo después de la rabieta, “aquí no vengas, que no te quiero ni una miejina así”, uniendo las yemas de los dedos índice y pulgar de la mano derecha, como indicativo de mínima expresión.
No he vuelto a escuchar la palabra “rodilla” como referencia al paño de cocina, algo habitual en Amparo y en todas las casas en aquellos años.
Tampoco es habitual hoy en día la palabra “zaleo”, calificativo de uso despectivo, hacia la utilidad o calidad de alguna cosa o aparato, que también podía usarse como referencia al estado de salud: “estoy hecha un zaleo”.
Si llegábamos tarde a algún lugar por culpa mía, me decía “siempre me haces ir a la zacapella” o si me estaban esperando porque me entretenía “date prisa…. siempre andas al zacapella”; también si discutíamos los hermanos: “ya estáis a la zacapella”
Al entrar en casa un día de lluvia y manchar el suelo de barro: “Ya me has puesto todo perdidito de barro; anda quita de ahí que te arreo un cacaretazo…”
De vez en cuando, vuelven de la mano las palabras y los momentos para recordarnos de dónde venimos y con quién crecimos, como el recuerdo de aquel parque de La Alamedilla, con las jaulas de codornices, faisanes y gallinas de Guinea o la señora que atendía el servicio público, bajo el escenario que ya no está o el guarda con traje de pana, vigilante de jardines y de besos indiscretos.
“Eres más vago que la chaqueta de un guarda”…
3 comentarios en «Palabras y algo más»
Q bonito Pablo!!! te transportas a tiempos pequeños cuando todo era júbilo y felicidad!!! Grandee «la tati» tube La suerte d conocerla.
Os aconsejo que os leáis. los ingratos..os traerá buenos recuerdos.
Sobre todo..si os criasteis en un pueblo
A mi me decía.. ven que te habio..no se sí está bien escrito.
Valía para una colleja como para asearte