Opinión

La otra mejilla

Un espantapájaros. Imagen de Circe Denyer en Pixabay

Si se pudiera medir la maldad, estoy segura de que en muchas ocasiones el termómetro se acabaría rompiendo, que no tendría suficientes grados para medir hasta donde se llega.

No me cabe duda de que, si se midiera la bondad, el termómetro acabaría midiendo la gente buena que afortunadamente queda por estos mundos.

Ni que decir que no hace falta ponerse en situación para saber que hay detrás de acciones que avergonzarían a cualquiera.

Tengo que decir que hay que diferenciar entre términos similares, pero no iguales y es que muchos de ellos acaban confundiendo al personal y acabas etiquetado en una rama que no es la tuya y en lugares que no te representan.

Hay personas que son verdaderos hacker del activismo, pero teniendo en cuenta que existen diferentes tipos de hacker ante el desconocimiento de quienes no lo saben, la pegatina de la ignorancia asoma de nuevo.

Aquí se ve como confundir términos y cometidos y aquí puntualizo que leer comentarios en internet o en periódicos puede dañar seriamente la salud, la paciencia y la moral.

Si algo no soporto es la injusticia ante situaciones que dañan a quien no tienen ninguna culpa. No es digno, ni ético, no alzar la voz, cuando ves sufrimiento, maltrato y asoma la vena del activismo ético, ese que sueña con el fin del maltrato, de la injusticia y de la gente poco buena.

Poco bueno es lastimar a quien no puede defenderse y aquí entra todos y todas aquellos que sufren violencia en los centros educativos, en los hogares, en las calles o en otros ámbitos en teoría de respeto. También aquellos que llamamos animales, cuando realmente deberíamos de pensar quienes somos los animales y porqué acaban en las calles.

La responsabilidad y la coherencia es un arte que no todos conocen y muchos evitan. La prueba muchas veces está alrededor del punto en el que estamos, en el que bajar de la nube y aterrizar en el suelo, se convierte en un golpe de realidad que muchos abrazan como forma de vida, regalando altruismo, tiempo, momentos y haciendo de las vulnerabilidades y necesidades de esta sociedad que no es consecuente con sus actos, una responsabilidad que pesa demasiado, ante la impotencia de quien regala su vida y recibe en muchas ocasiones desprecio o insultos.

Lo que tengo claro, aunque no siempre es así, que lo que se regala a los demás, no es valorado como debería y en ocasiones se convierte para los demás en algo que ven como obligatorio, sin tener en cuenta el precio que debería tener el tiempo que les regalas, el que le quitas a tu familia y el tuyo propio que deja de serlo y deja de existir.

Tampoco se tiene en cuenta los medios humanos o económicos que la mayoría de las veces salen de tu propio bolsillo, pero aun así sigues obligado por ellos y por tu propia ética y créanme no importa ni a ellos, ni a ti, porque sigues poniendo la otra mejilla una y otra vez.

Que le vamos a hacer, somos así y no tenemos intención de cambiar, aunque sí de espabilar porque un simple gracias, no le cuesta a nadie y le cambia la cara a quienes siguen poniendo la otra mejilla.

Asociación Salmantina Contra el Bullying y el Ciberbullying

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