Lo de valorar el esfuerzo no es que se haya perdido, pero está en retroceso, causado en parte por el sobre proteccionismo, las subvenciones y la tutela excesiva que han desembocado en una servidumbre voluntaria, nefasta para el progreso, el bienestar y la confianza. Faltan motivación y autoestima, sobran comodidad y desidia. Revalorizar el esfuerzo reconociendo a quienes lo hacen es un desafío que ha de afrontarse por necesidad. Se puede sobrevivir sin talento, sin esfuerzo no.
Esforzarse produce satisfacción, infunde ánimo y aumenta el vigor, maneras de desarrollar nuestro potencial. El esfuerzo acrecienta la confianza en sí mismo, nos hace optimistas y crea prosperidad. Cuanto más se valora el esfuerzo más posibilidad de éxito. Cuando la sociedad concede mérito al esfuerzo, lo enaltece y premia, se asegura vayan a más quienes lo practican y sea causa de beneficio para todos.
Al esfuerzo hay que ponerle voluntad y ganas, entusiasmo y confianza. Malo es se haga caso de agoreros que pretenden imponer su veredicto de fracaso colectivo, no se sea capaz de romper las ataduras con que algunos sujetan la ilusión y venzan los que tachan a los jóvenes de pasivos e inútiles. Lugares y épocas ha habido de tres veces más problemas que los de ahora y aquí estamos, con más posibilidades que nunca para llegar a donde nos propongamos.
Buenos proyectos e ilusionantes ideas se pierden por dejadez y flaqueza. El alcanzar metas importantes, logros significativos y lo que trae progreso y bienestar, es siempre resultado del esfuerzo aderezado con una actitud positiva.
Licenciado en Geografía e Historia, exfuncionario de Correos y escritor
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