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“El arte es pura emoción… si no es así, está hecho con patadas”

Florencio Maíllo colgará en breve su obra, 'El pensamiento ante el misterio de la Creación, de la Redención y de la Resurrección', en la catedral
Florencio Maíllo colgará en breve su obra, 'El pensamiento ante el misterio de la Creación, de la Redención y de la Resurrección', en la catedral.

Florencio Maíllo está en capilla, nunca mejor dicho, porque en unos días se podrá disfrutar de la obra que creó para una de las paredes de la Catedral. Durante la charla con el artista de Mogarraz se hablará de arte, de miedos, de sentimientos y al final, hay una sorpresa.

¿Un encargo encorseta la libertad del artista?
Cuando es un encargo todo se complica. A mí no me gusta. Me suele bloquear, porque es una especie de espada de Damocles inconsciente. Es una cosa mental. Cuando hay un encargo de por medio emerge una especie de responsabilidad extra que a mí me suele limitar mi libertad.

¿Le ha sucedido con algunos?
Sí. El primero fue con Retrata2. Yo había creado 68 retratos para Retrata2. Los pinté durante dos años, pero para mí. Cuando lo terminé, dije: ‘Tengo esto’. Pero a raíz de que los colocamos, aparecieron otros 400 y pico. Esos ‘encargos’ que he pintado…

¿Por qué le ha puesto comillas?
Porque son ellos los que quieren estar ahí y me dieron la fotografía. Solo le acoto que tiene que ser en el contexto de la década de los sesenta, que son de la época de los que retraté en el proyecto original, el de Alejandro Martín Criado.

¿Qué le ocurre con esos nuevos retratos?
Que de alguna manera estás pensando en la persona que te lo ha encargado.

No en la persona que va a pintar…
¡Claro! Porque son ellos los que te lo han pedido. Cuanto pinté los primeros, lo hice para mí, uno detrás de otro. Estuve jugando con el lenguaje, con mis compadres, con mis abuelos, con mi gente, con mis pasados artísticos… Me apetecía darles diferentes miradas dependiendo de quién era el personaje o el recuerdo que tenía de ellos.

Claro, de algunos de los nuevos no tenía vivencias compartidas.
Eso es. Inconscientemente, sí que me influye. De hecho, si ves los primeros los 388 y los que le siguen, cada vez han sido más ‘bonitos’, pensando en que le guste a la persona que me lo encargó. Ya no son tanto míos.

Florencio Maíllo.

Retrata2, Del Jardín del Bosco y Lorca, tres exposiciones con un número muy alto de obras. Florencio, ¿cómo consigue que el día tenga más de 24 horas?
(Silencio) Es pasión. La vida es pasión. Es mental, en la vida todo es mental. Es una cuestión de creértelo, interiorizarlo, ponerlo en su sitio justo y luego está la concesión brutal familiar. Ahí emergen las tensiones. Hasta que no tienes una familia tu tiempo es tuyo. Pero, cuando hay una familia y tienes hijos hay una responsabilidad, porque a los hijos hay que educarlos. Además, la generación de mis hijos, de 16, 17 años, es una generación muy complicada porque han aparecido con las nuevas tecnologías. Tienes que estar muy atento a que nada se vaya de las manos.

Es la primera generación que es digital.
Es muy diferente a nosotros. Además, ellos se piensan que siempre ha sido así. Cuando le dices que lo de Internet es de ayer. No se lo creen. Les cuento a mis hijos que cuando yo tenía su edad llegó a Mogarraz, mi pueblo, la primera televisión en blanco y negro. La tenía mi tía. Había cinco horas de emisión diarias. Me acuerdo perfectamente de eso. Se lo cuentas y piensan que eres un marciano. Y, anterior a mí, no había ni radio en el pueblo. Esta generación te obliga, de alguna manera, a estar muy pendientes de ellos, porque se te pueden despistar a la menor. Si tienen la pantalla indiscriminadamente, es un pozo sin fondo de horas, que se las están quitando de relacionarse, de salir… Tengo la suerte de que mis hijos son deportistas, les gusta el fútbol y eso le rompe los esquemas de estar pegados a las pantallas.

Florencio ¿Está utilizando las nuevas tecnologías para crear su arte?
Soy un pintor, por ponerme un calificativo, construyo obras con una mentalidad y una formación que no es ésta, la de esta generación. No me preocupa en absoluto. No soy un moderno, ni tampoco hago cosas excesivamente tradicionales. Estoy en un término medio. Mi obra es muy híbrida, pero tengo una formación académica y me encuentro muy cómodo en ese lenguaje.

Pero sí que tiene obra digital.
Sí he hecho obras digitales. La primera serie de Poetas de Salamanca. Esos 30 retratos eran digitales. Conectando mentalmente con los 43 retratos de Gerhard Richter. Me gusta muchísimo. He estado 35 años en la Facultad de Educación, por lo que he tenido que enseñar nuevas tecnologías, didácticas de la imagen… y quieras que no, tienes que conocerlo todo. Lo conozco. Trabajo con imágenes de inteligencia artificial, aplicaciones, cantidad de imágenes que me dan, que no se ve ni quién es, de alguna manera aplicas filtros, historias… Todo está ahí.

Habrá que conocerlas…
Las herramientas son herramientas y tienes que conocerlas, usarlas e incorporas. Son aportaciones que vienen para quedarse. No puedes ser un indolente de lo que te ofrece tú contemporaneidad. Hago muchísimo boceto digital. Me encanta. Sin dejar de dibujar, como lo he hecho siempre. En la serie El Jardín del Bosco hay muchos tratamientos digitales, porque desarrollé ahí, dentro del grupo de investigación de la serigrafía digital, unos procedimientos míos trabajando con óxidos y metales, pero las imágenes son digitales. No podemos ser ignorantes de lo que nos ofrece el contexto en el que estamos viviendo.

¿Le sirve?
Sí. A mí como lugar expansivo para la creación, para el bocetamiento… lo he potenciado muchísimo en mis clases y personalmente. Otra cosa es que no aparezca en la obra, salvo en series concretas.

Florencio Maíllo.

Florencio, ¿Cómo se pinta a Dios?
(Silencio) Es muy complicado. Es poner esta misma pasión, a mentalizarte, a ubicarte en un espacio mental… La mayor parte de mis encargos han sido religiosos. Alucino. El primer encargo fue el Bautismo de Jesús para el Baptisterio de Mogarraz. Fue un hijo del pueblo el que me lo encargó para un espacio pequeño.

Pequeño, no fue.
No. Hice una obra con un marco de chapa reciclada, de esas mías. (Risas) Una vez que te metes en el proyecto, intento disfrutarlo al máximo. Es volar, flotar… Mi mujer cuando le cuento las cosas en las que ando… (Risas) Coge el globo para que no me vaya. (Carcajada) No tengo horas. Estoy siempre dándole vueltas a mi profesión. Aunque sí soy sincero, tengo que decir que mi primer cuadro religioso fue a los 14 años. Mi hermana me encargó pintar el Cristo de Dalí.

Ese cuadro es impresionante.
¡Es brutal! A los 14 años me impresionó. Dalí era un raro, raro. Pero, tenía esas genialidades. Aportó una mirada diferente. También pinté en esa época, para una amiga de mi hermana, una Virgen con el niño, de Murillo.

De un lado a otro.
(Risas) Sí. Tengo fotografías que dan fe que estoy pintado la Madonna, de Murillo. Otro artista raro en ese contexto. Ese perfeccionismo… Una pintura de otra época. (Risas)

Florencio Maillo presentó sus obras en el ábside de la iglesia que perteneció al convento de San Francisco el Real.

Se me está yendo. ¿Cómo se pinta a Dios?
Luego viene lo de Medinaceli. Me encargan un retrato y hago tres cuadros. Me sucedió lo mismo que para el Baptisterio de Mogarraz. Luego te lo cuento.

Mejor ahora.
Cuando me encargaron el cartel de Semana Santa. Hace siete años. Fue el año que murió mi hermana. No le tocaba. Tenía 68 años. Era la que me sacó del pueblo. Me dio la vida. Hubo tal espiritualidad en mí, tal sentimiento en ese cuadro de representar a la madre, como la madre naturaleza que está cogiendo un balsero que está llegando. Estos africanos que mueren en el Mediterráneo. Fue una sensación tal, de compromiso social.

¿Cómo luchó con esos sentimientos?
Fue tremendo el hacer este cuadro, El pensamiento ante los misterios. Fue una lucha de más de un año. El primer año no veía el cuadro, porque es muy complicado, muy difícil. No acababa de ver que te transmitiese un sentimiento.

¿A qué se refiere?
Esa obra, como todas las demás, me tengo que poner en el lugar del que cree, del creyente. Una persona que tiene un sentimiento. Vas a hacer una obra que se va a producir una especie de referencia y que va a servir de alguna manera. No es solo una función decorativa. Hay miles de obras maravillosas en la historia de occidente, tenemos una colección increíble y qué bien están resueltas.

Esas obras cumplían la función de contar la historia bíblica porque la población no sabía leer.
Efectivamente. Están tan bien construidas… Tenemos un océano de obras espectaculares que te transmiten mucho. Todo esto hay que expresarlo, porque nos tenemos que poner en el lugar del que cree, del que siente al ver una obra y perteneces a una religión. Esa obra, la del cartel, me la plantee como una obra devocional.

David Arranz/ICAL. Florencio Maillo presenta su obra que vestirá el trasaltar de la catedral nueva de Salamanca.

Mogarraz es un pueblo es muy espiritual.
Se quedó mucho converso y morisco. Mi familia vivía con mucha intensidad el tema religioso. Yo tengo mis miradas críticas sobre ello.

¿Por qué?
Porque he visto mucha hipocresía. Eso tengo que quitarlo cuando estoy pintando una obra de carácter devocional, que cuando se ponga delante una persona, le transmita algo. El arte es pura emoción… si no es así, está hecho con patadas. Es importante que cuando digas: ‘Hasta aquí he llegado. Ya estoy en puerto’. La obra te transmita un sentimiento.

Florencio. ¿Cómo se pinta a Dios?
Es muy complicado. Mi Padre Eterno es una referencia en mi vida. Es Jaime Royo Villanova, fue gobernador civil en Salamanca. Me conoció con 14 años y me organizó mi primera exposición. Él era así, como una representación del Padre Eterno.

¿Se lo ha dicho?
Sí. El reparto de quién está representando a cada uno de los personajes en el cuadro de la Catedral es también una cuestión mental, de quién tiene que estar en esa posición, porque los conoces a todos ellos.

¿Siempre pensó en él para ser el Padre Eterno?
Tenía a más, pero creo que la clave es transmitir una sensación de bondad, de valores… No lo sé es complicado. ¡Vaya pregunta! ¿Cómo se pinta a Dios? (Risas) ¡Es fuerte la pregunta! No sé si he respondido.

Sí, cuando ha contado que de alguna manera Jaime Royo Vilanova le cambió la vida con 14 años. Aunque todavía no nos ha dicho el motivo.
Sí y muchas más personas.

Jaime Royo Vilanova es una persona muy especial en Salamanca, sobre todo en el accidente de Muñoz. La sensibilidad que tuvo con las familias.
Y tiene. Viene todos los años a misa. Quiere que sus cenizas las esparzan allí. Es una persona extraordinaria, con una gran sensibilidad. Cuando ocurrió el accidente era muy joven. Recién estrenada la Democracia. El presidente Suárez no tiene a nadie y buscó en su entorno y esta familia de Madrid viene a Salamanca.

Florencio Maíllo.

Por curiosidad. ¿Cómo supo el gobernador civil de su existencia?
Fue a las fiestas de Miranda del Castañar. A mí me habían pedido que llevara unos cuadros, porque había una chica de Miranda que pintaba y para completar la exposición. Los tenían puesto en la alhóndiga de cualquier manera. Jaime Royo Vilanova preguntó quién había pintado los cuadros y le dijeron que un señor de un pueblo de aquí al lado, de Mogarraz.

¡Un señor!
Sí (Risas) Cuando volvía para Salamanca, le dijo al chófer que fueran por Mogarraz para conocer al señor. Preguntó por Florencio Maíllo y aparecí yo, un chaval de 14 años. Se quedó sorprendido. Al año siguiente me organizó mi primera exposición en Salamanca, en José Jaureguí. No se me olvida.

¿Jaime Royo Vilanova ha visto ya el cuadro que se colgará en el contra altar de la Catedral?
Sí. Está que no se lo cree. Se va a traer a toda la familia. Se escapaba para ver la evolución.

¿Cuándo empezó a pintar el cuadro de la catedral –El pensamiento ante el misterio de la Creación, de la Redención y de la Resurrección-?
Me llamó Daniel –Sánchez- cuando nos abrieron el confinamiento, en julio de 2020. Me dijo que fuera a la Catedral a ver el sitio que había elegido para que pintara un cuadro. Empiezo a pintar, y en esa fase que abrían y cerraban las provincias, él –Jaime Royo Villanova- se venía con su coche desde Madrid, porque quería verse. Comencé el cuadro por Dios y fui bajando. Está emocionado.

Usted también.
Sí, porque está acompañado por mi padre, mi madre, mis hermanos, mi abuela.

Florencio es como los reyes, ellos tienen el álbum familiar en el Prado y usted lo va a tener en la Catedral.
(Carcajada) Sí, porque al final buscas lo que tienes en la cabeza. El motor de la vida es la pasión, la emoción y ubicar las cosas en el camino de disfrutarlas. Y, eso va apareciendo. María José, ¿tú también podrías contar?

María Guerras es su mujer. Está presente durante la entrevista, por lo que le preguntamos: ¿Quién es en el cuadro?
Soy la Virgen María.

¿Qué tal se siente en ese papel?
María Guerras. He entrado a ver muchas veces el cuadro…
Florencio Maíllo. María es muy religiosa.
María José Guerras. Soy creyente y con un sentimiento profundo. A mis hijos les cuesta entender el tipo de fe que tengo, pero es que está basada en mi experiencia vital y libre. No me siento influida por nada, ni nadie. Tengo la necesidad de ir a la iglesia a buscar ese momento de tranquilidad, paz y gratitud. Mi fe es en Jesucristo sobre todas las cosas. Es un referente en mi vida, como lo puede ser cualquier compositor, porque soy pianista.

Para ver la galería de imágenes, sigue la flecha. (Fotografías David Arranz/ICAL)

Un oasis que iluminará la catedral.

1 comentario en «“El arte es pura emoción… si no es así, está hecho con patadas”»

  1. Orgullosa de haber sido mi profesor, y que a día de hoy ( después de 30 años) siguen sus clases en mi vida. Descubrí, gracias a él, que el artista es un «dios», un CREADOR.
    Un abrazo

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