Este sábado el Festival Internacional de las Artes de Castilla y León -Fácyl- organizaba actividades que lograron que el centro de la ciudad fuera un hervidero de personas yendo y viniendo del Patio Chico, donde actuaban los Café Quijano, la Rúa con sus apuestas, al igual que la Casa de las Conchas, la Plaza Mayor y su LSD y el teatro Liceo. Salamanca se convirtió en un circo con muchas pistas donde mirar, ver y disfrutar de la cultura
La noche comenzaba en el Teatro Liceo, donde el espectáculo Las Hormigas, de la compañía Chapitó, tenía lugar. Sobre las 20.45 empezaban a llegar las primeras personas para ver el espectáculo, siendo acomodadas por la actuación de Félix Corcuera. No había una mejor forma de acompañar a los espectadores a sus butacas que con un “acomodactor”. Con aires de bufón, seguía a las personas, charlando con ellas y sin vergüenza alguna, consiguiendo sacar la primera de muchas sonrisas que les proporcionaría el teatro esa noche.
A las 21.00 horas las luces se apagaban, las más de 400 personas en el teatro callaban y el show comenzaba. El escenario se llenó de humo y una tenue luz mostraba al grupo que tanta gente había venido a ver.
De aquí, al Patio Chico, donde actuaban los Café Quijano. Se mezclaban los que iban a bailar y escuchar la música de los de León y los que esperaban paciente la cola para entrar en el Huerto de Calixto y Melibea.
Un rápido paseo por la Rúa, para disfrutar del espectáculo de luces y sombras que se proyectaba en la pared de la Casa de las Conchas.
Una vez el show acababa, la siguiente parada estaba en la Plaza Mayor, con una entrada controlada por la policía, se empezaban a ver pequeñas colas de personas que se dirigían al concierto del grupo Lágrimas de Sangre. Al entrar en la plaza ya se notaba un ambiente de expectación, dónde si querías ver el concierto en primera fila llegabas tarde. “Habrá gente que pase por la Plaza y se quede al concierto, pero nosotros estamos aquí porque nos encanta el grupo”, comentaban unos jóvenes que habían incluso cenado allí para estar en primera fila.
Pocos minutos después de las 23.00 las luces se encendieron y el grupo comenzó a cantar. Todo el público en pie, saltando y moviendo los brazos, algunos cantando, otros simplemente disfrutando. “Ha merecido la pena esperar” nos comentaban unos jóvenes que también habían venido pronto para tener una de las primeras filas.
Reportaje: Pedro Méndez González.