La resaca electoral del 9-J no ha dado para mucho más en Castilla y León. Como era de prever, en el pasado pleno de las Cortes el presidente Fernández Mañueco restregó a la oposición, mayormente a la socialista, el éxito electoral del PP en esta comunidad, que él se atribuye como propio. La apropiación es comprensible habida cuenta de que en la primera ocasión (2019) en la que encabezó la candidatura del PP a la presidencia de la Junta obtuvo el peor resultado histórico del PP de Castilla y León en elecciones autonómicas, mientras que en la segunda ocasión (2022), aunque mejoró en porcentaje y escaños, sacó menos votos que tres años antes. Dos récords consecutivos.
Por lo demás, la sesión plenaria -la última antes de la celebración a finales de junio del debate sobre el estado de la comunidad autónoma- sirvió para confirmar el sectarismo con el que el tándem PP / Vox administra lo que considera su cortijo parlamentario. Por un lado, al presidente de la Cámara, Carlos Pollán, al parecer un demócrata de toda la vida en la clandestinidad hasta que apareció Vox, se le antojó iniciar la sesión con la lectura del artículo 2 de la Constitución.
Como diría el añorado (máxime después de las estupideces que escriben sus sucesores en el diario en el que ejerció como responsable de Opinión) Tomás Hoyas, la cosa “tiecojó”, Los herederos de la ultraderecha que combatió hasta hacerse el “harakiri” la Constitución de 1978, se presentan ahora como adalides de la sacrosanta Carta Magna. (Y no solo fueron los antediluvianos ultras de Blas Piñar los que abominaron de la Constitución; también lo hizo un tal José María Aznar, que en esa época usaba gomina y ejercía como inspector fiscal en Logroño).
De otra parte, el PP volvía a ratificar en el “mausoleo” su veto al ex vicepresidente del propio gobierno Mañueco y actual procurador del grupo mixto, Francisco Igea, cuyas iniciativas ha decidido lisa y llanamente ignorar, renunciando a los turnos de intervención que le corresponden. Una actitud antidemocrática que no tiene parangón en los 41 años de existencia de las actuales Cortes de Castilla y León, ni creo que lo tenga en el Congreso y en el Senado durante los 47 transcurridos desde la restauración democrática de 1977.
Esta vez se trataba de una proposición no de ley en torno a Gaza e Israel, cuyo contenido se ocupó de “rebatir” Vox, asumiendo una vez más su papel de “tonto útil” del PP en medio del ominoso silencio del grupo popular, que naturalmente sumó luego su voto al de la extrema derecha para tumbar la iniciativa. No habíamos señalado en nuestra anterior entrega que PP y Vox han decidido congelar la tramitación de la infame Ley de la Discordia reprobada por los relatores de Naciones Unidas por vulnerar la Carta Universal de los Derechos Humanos.
Gracias a esa dilación, el portavoz a la fuga del grupo popular, Raúl de la Hoz (renombrado por otros como De la Coz) cerrará sus 25 años como procurador de las Cortes sin haber votado algo tan aberrante. Pero lo que no podrá borrar de su currículo político es su firma del texto registrado en las Cortes de la mano del portavoz de esa ultraderecha con la que reconoce encontrarse muy cómodo…
Y un apunte sobre la amnistía. Casi nadie se acuerda, ni siquiera la oposición y así le luce el pelo, que el pasado 4 de noviembre, sábado por más señas, Fernández Mañueco convocó un Consejo de Gobierno extraordinario para anunciar que la Junta recurriría legalmente por todos los medios legales a su alcance la amnistía anunciada por el gobierno Sánchez. Sin reparar en el pequeño detalle de que se anunciaba el recurso contra una Ley inexistente -de hecho, no ha sido definitivamente aprobada por el Congreso hasta el pasado 30 de mayo- el agradecido coro mediático se deshizo en elogios -y algún desnortado director con su propia firma- ante la determinación política mostrada por Mañueco. Nadie se ha preguntado -tampoco la ineficiente oposición- cuanto costó a las arcas autonómicas la celebración de ese absurdo y caprichoso Consejo de Gobierno en un día no laborable.
El mismo 30 de mayo el consejero de Presidencia, González Gago, Luismi para los amigos, aseguró que la Junta recurriría “con la mayor celeridad posible” (sic) dicha Ley ante el Tribunal Constitucional. ¿La mayor celeridad posible? Pues no parece. La Ley ha sido publicada en el BOE del pasado martes 11 y no se tiene ninguna noticia al respecto, salvo la de que desde Génova se han cursado instrucciones a las comunidades gobernadas por el PP para que retrasen sus recursos a fin de poder utilizar en los mismos el argumentario que están proporcionando en contra los jueces y fiscales contrarios a la Ley. Otra prueba irrefutable de la instrumentación partidista de la Junta por parte del PP. ¿O no, Fonsi?
Por su parte, el «pedronismo», denominación de nuevo cuño lanzada desde el «Abc» por la columnista Rosa Belmonte, tampoco descansa y mientras afronta la ofensiva judicial contra la amnistía, algo que Wyoming considera «un golpe de Estado de las togas», Sánchez trata de allanar el camino de la investidura de Salvador Illa ofreciendo una financiación «singular» a ERC. La reacción de PP y Vox no se ha hecho esperar, y la fachosfera ya tiene un nuevo mantra con el que dar la turra: «Cataluña nos roba». En pleno día y a cara descubierta.
El cuaderno de los idiotas.- Junto al coruñés Manuel Rivas, el vigués Domingo Villar, con tan solo tres novelas publicadas, es, hasta donde uno ha podido leer, el mejor narrador gallego en castellano de estas últimas décadas. En la segunda de sus novelas, “La playa de los ahogados” -la primera fue “Ojos de agua” y la tercera “El último barco”- el padre de su personaje central, el inspector de policía Leo Caldas, da a conocer que mantiene abierto un cuaderno personal, que llama “el libro de los idiotas”, en el que anota a todos los imbéciles que se cruzan en su vida.
El prematuro fallecimiento de Villar nos impide conocer el alcance del listado iniciado por Caldas padre. Pero por estos lares resulta indudable que la plaga, lejos de remitir, arrecia cada vez más, sobre todo entre la grey periodística. De forma que “El topillo” ha decidido emular la iniciativa y abrir su particular cuaderno. Como es sabido, aparte de ser infatigables, lo peor de los sandios es que están convencidos de que tienen razón y no hay forma humana de desengañarles. Tanto es así que muchos de ellos muestran un indisimulado afán de notoriedad. Atendiendo a esto último, mi pequeña aportación a la causa va consistir en dar a conocer en este blog las sandeces que les vayan haciendo acreedores de figurar en el elenco. Advertidos quedan.
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1 comentario en «El topillo | El cuaderno de los idiotas»
Estos son los poderes de la «amañuesfera» junto a la «capogallardina » de «voxtezos».
Resultado: ponen sus huevos podridos en todas las instituciones y luego no hacen más que cacarear para que todo el mundo les oiga.
¿Cómo se arregla esta?
Pues a «ascobazos» en la cresta hasta se vayan.