Se dice que quien no tiene marcado el norte todos los vientos le son desfavorables. Esto se podría aplicar ahora a Salamanca.
Si al entrar la democracia se fijó un claro camino para convertirnos en la capital por excelencia de la educación y la cultura ya que habíamos perdido el tren de la industria, ahora, muchos años más tardes volvemos a dudar si poner una vela a dios y otra al diablo. Turismo, industria, logística, investigación, si o no.
Salamanca, con la capital incluida, era una provincia en la que vivíamos principalmente de la agricultura, la ganadería y los servicios, concentrando en la capital la mayoría de ellos, ya fuera los hospitalarios, educativos y comerciales con un comercio local de alta calidad y muy competitivo. Llegados a este punto convendría recordar que la riqueza de la capital provenía en más de un cincuenta por ciento por nuestras universidades, es decir, servicios culturales. La escasa industria se concentraba en Béjar y desaparecida la textil, Guijuelo cogió el relevo con la industria chacinera.
Y llegó el Sr. Málaga fijando el rumbo para especializarnos aún más en educación y cultura para atraer un turismo de calidad, más selectivo que el de playa y un turismo de congresos y por ello se hizo el Palacio de Congresos de Castilla y León. La rehabilitación del casco histórico fue pionero en España y de ello aún vivimos así como invitar a figuras internacionales como Miterrand.
Pero rápido el resto de provincias y capitales viendo el éxito de Salamanca lucharon por tener universidades y palacios de congresos y si antes del 78 había en Castilla y León tres universidades, dos públicas y una privada, ahora hay nueve, cuatro públicas y cinco privadas agotando el potencial de la enseñanza superior de la Comunidad Autónoma.
Y llegados a este punto, volvemos a necesitar fijar un rumbo claro para que tanto las inversiones públicas como privadas se dirijan a sectores ampliamente compartidos y puedan tener éxito.
El debate sobre los pisos turísticos nos hace pensar que solamente afectará a los pequeños propietarios ya que los grandes han hecho edificios completos o los “fondos oscuros” han creado más de cinco mil plazas para alquileres llamadas “residencias universitarias” pero que tendrán libertad para alquilar a universitarios, no universitarios y turismo. Es evidente el deterioro que sufre el casco histórico al no invertir la propiedad privada por falta de retornos claros.
En resumen, charrito que has venido al mundo, te guarde dios, entre unos y otros te están dejando con el culo al aire y a lo loco.
¿Volvemos a debatir sobre el modelo de ciudad qué queremos con tranquilidad y paciencia o preferimos que el viento nos lleve a cualquier puerto?
Por. José Luis Salamanca.
3 comentarios en «Quo vadis, Salmanticae?»
No se entiende la idea principal del artículo.
Lo siento sr. Lancelot, quizás demasiadas palabras para tan poca cosa: Los salmantinos con nuestras instituciones tenemos que volver a acordar el modelo de ciudad y provincia que queremos…ya que al parecer muchos empiezan a atacar el turismo y los pisos turísticos…¿Qué fue del gran acuerdo en tiempos también del Sr. Lanzarote con la oposición de acuerdo para el plan de movilidad urbana?. ¿Qué fue de aquella normativa que impedía abrir un nuevo bar o restaurante a menos de 300 metros?. Todo ello hubiera servido para «esponjar» la Ciudad y hacer compatible la llegada de turistas con la calidad de vida de los habitantes del casco histórico y Salamanca centro.
Pero llegó el Sr. Mañueco y rompió aquel consenso y de aquellos polvos, estos lodos.
¿Se entiende un poco mejor?
Gracias por participar
Lo siento sr. Lancelot, quizás demasiadas palabras para tan poca cosa: Los salmantinos con nuestras instituciones tenemos que volver a acordar el modelo de ciudad y provincia que queremos…ya que al parecer muchos empiezan a atacar el turismo y los pisos turísticos…¿Qué fue del gran acuerdo en tiempos también del Sr. Lanzarote con la oposición de acuerdo para el plan de movilidad urbana?. ¿Qué fue de aquella normativa que impedía abrir un nuevo bar o restaurante a menos de 300 metros?. Todo ello hubiera servido para «esponjar» la Ciudad y hacer compatible la llegada de turistas con la calidad de vida de los habitantes del casco histórico y Salamanca centro.
Pero llegó el Sr. Mañueco y rompió aquel consenso y de aquellos polvos, estos lodos.
¿Se entiende un poco mejor?
Gracias por participar