La selección española ha ganado la Eurocopa de Alemania con un pleno de victorias, ganando a todo el que se le ha puesto por delante.
No ha tenido rival y ha sumado su cuarto entorchado continental, recuperando la hegemonía del fútbol europeo, con una evolución del estilo que nos dio la gloria hace una década.
Y no por eso el fútbol de la Roja es menos vistoso, ha adquirido la profundidad de la que carecía cuando los rivales aprendieron a neutralizar el tiqui taca. Y, todo ello gracias a Luis de la Fuente, que ha juntado un ramillete de jugadores por los que nadie daba un duro y se han dado un paseo triunfal por los majestuosos campos de fútbol alemanes.
Nos han devuelto la alegría, la ilusión y la autoestima que habíamos perdido después de tocar el cielo con la obra de Luis Aragonés que luego aprovechó Del Bosque hasta que se consumió.
El fútbol español vuelve a ser temible, porque vuelve a dar con la fórmula para ganar los partidos, independientemente del equipo al que se enfrente, sin que parezca que requiere un sobreesfuerzo. Porque los rivales tendrán que volver a buscar el antídoto antes de que vuelvan a ser triturados en sus cruces con la Selección. Y antes de saltar al terreno de juego lo saben. Con eso se tiene ganada ya una parte del partido.
Este domingo despachó el último escollo hacia el titulo, liquidando a la animosa Inglaterra, que no acaba de estar a la altura que se espera de la Premier. Y eso que ha hecho su recorrido hasta la final por el camino con menos espinas, hasta que se cruzó con España y acabó como todos los que lo hicieron desde mediados de junio.
La primera parte salió tal como lo habían planificado los ingleses. España estrellándose contra un cristal antibalas de dos cuerpos, maniatando a Nico y a Lamine, para llevarlo todo por el centro, tan poblado que no había sitio ni para el balón. Y confiados en agarrar una arriba y llevarse el botín. Así de simple y así de efectivo.
Con todo, lo pero fue que se lesionó Rodri, el cerebro del equipo y España afrontaba la segunda parte con una baja sensible, aunque Zubimendi consiguió que no se le echara de menos.
pero nada más reanudarse el encuentro se juntaron Lamine, que le dio un pase que Dani Olmo dejó pasar para convertirlo en mortal de necesidad, porque llegó a Nico que definió con la zurda.
El partido se puso cuesta arriba para los ingleses y la Roja aprovechó su desorientación para generar ocasiones, un mano a mano de Morata con el portero y otro tiro peligroso de Nico Williams. Cuando Morata asuma que es mejor (el mejor) jugando sin balón que con balón, será temible.
Con Inglaterra más desordenada pro el centro, Nico, Del Olmo y Lamine generaron otra contra que el portero desbarató in extremis.
Con el partido alocado, como quería ahora Inglaterra apurado ahora por las circunstancias, Palmer aprovechó una contra para igualar el partido con un desde fuera del área.
Era el minuto 73 y todo volvía al punto de partida, aunque las fichas ya se habían alterado. Inglaterra apostó por un partido de ida y vuelta y a ver que caía al agitar el árbol.
Pero no había nada. La mejor ocasión para España volvieron a fabricarla los tres delanteros españoles, hasta que el balón llegó limpio dentro del área a Lamine y cuando ya cantábamos el gol, tiró al muñeco.
Hasta que en el 87 llegó una contra con Olmo que entregó el balón a Cucurella, que dio el pase de la muerte para que Oyarzábal, que había salido en lugar de Morata, marcara el segundo.
Quedaba el tramo final en el que los ingleses echan el resto. Y este partido no iba a ser una excepción. En el 89 Dani Olmo sacó un balón en la línea de gol que supo a victoria.