Buscar
Cerrar este cuadro de búsqueda.

La Universidad y sus facsimilares te llevan al medievo

El Estudio salmantino ofrece un recorrido por la historia del libro medieval
La colección de facsímiles en la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca.

La Biblioteca General Histórica, en colaboración con la Unidad de Cultura Científica y de la Innovación de la Universidad de Salamanca, han presentado hoy la exposición “A imagen y semejanza. La Historia del libro a través de ediciones facsimilares. De los códices a los incunables”, que ofrece un recorrido por la historia del libro, en esta ocasión, por la Edad Media, desde los códices medievales hasta llegar al final del siglo XV, cuando la imprenta con tipos móviles había recorrido ya sus primeras décadas y se expandía rápidamente por Europa.

Esta muestra ha sido posible gracias a la amplia colección de ediciones facsimilares, tanto de manuscritos como de impresos, conservados en la Biblioteca Histórica, que han sido realizados, bien a partir de ejemplares originales conservados en ella, bien de originales pertenecientes a otras instituciones. Un total de 25 manuscritos e incunables integran esta original colección que podrá visitarse hasta el próximo 20 de octubre en la Sala de la Columna de las Escuelas Mayores, según informaron en rueda de prensa Federico Bueno, vicerrector de Transferencia, Innovación y Emprendimiento, y Margarita Becedas, directora de la Biblioteca General Histórica.

La colección de facsímiles en la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca.

Entre los títulos seleccionados figuran, entre otros, el “Dioscórides” (siglo I e.c.), copiado por Juan Mosco, hacia 1480, (Ed. facsímil: Universidad de Salamanca, 2006); “Beato de Liébana” (siglo VIII), In Apocalipsin. Beato de Fernando I y Sancha (1047). (Ed. facsímil: Club Bibliófilo Versol, 2006); “Poema de mío Cid” (hacia 1200). Biblioteca Nacional de España (Ed. facsímil: Taberna Libraria, 2007); “Codex Calixtinus” (copiado en Santiago de Compostela entre 1320 y 1330) (Ed. facsímil: Siloé Arte y Bibliofilia, 2011); “Libro de buen amor” (siglo XV, inicios), Juan Ruiz, Arcipreste de Hita (ca. 1283-ca. 1350), Universidad de Salamanca (Ed. facsímil: Edilán, 1975); Dante Alighieri (1265-1321), “Commedia”, con el comentario de Cristoforo Landino, Venecia: Pietro Piasi, 1491, (Ed. facsímil: Salerno editrice, 2014); y “Biblia latina”, Maguncia: Johannes Gutenberg, ca. 1455 (Ed. facsímil: Vicent García editores, 1995).

Las llamadas bibliotecas históricas, como la Biblioteca General Histórica de la Universidad de Salamanca, son centros de investigación con dos funciones primordiales en eterno equilibrio: custodiar y difundir el patrimonio bibliográfico de la institución a la que pertenecen. En este sentido, Margarita Becedas defiende que uno de los métodos más efectivos tanto para la difusión como para el estudio del patrimonio bibliográfico son las ediciones facsimilares (la palabra “facsímil” significa, etimológicamente, “hazlo igual”).

A su juicio, a través de la fiel reproducción de un libro “podremos acercarnos a su esencia, acceder al texto que transmite y, en cierta medida, disfrutar de su materialidad, sin que los libros originales tengan que ser manipulados y expuestos a riesgos de conservación. Los facsímiles pueden basarse en originales manuscritos o impresos de muy diferente condición: desde obras sencillas y sobrias, pero con un texto interesante o inédito, hasta obras exquisitas y suntuosas que hacen de su réplica también un objeto de lujo, codiciado a su vez por coleccionistas”.

Manuscritos. Superada la larga época del rollo en papiro o en pergamino, los libros medievales europeos presentan formato de códex o códice, es decir, la forma de nuestros libros actuales, en pergamino o en papel. En esta exposición se podrán ver códices medievales confeccionados entre los siglos X y XV, copiados, bien en ámbitos monásticos para temas religiosos, bien en escritorios regios y cortesanos por exigencias normativas o por deseos de conocimiento e incluso de creación literaria, bien en escenarios urbanos ya consolidados, con sus conventos, catedrales y universidades.

Los primeros códices estaban escritos en latín, pero a medida que las lenguas autóctonas fueron adquiriendo el estatus de vehículo cultural hasta llegar a la explosión humanista, los manuscritos van abandonando el tema monográfico religioso, para adentrarse en todas las disciplinas, desde la recuperación y estudio de textos clásicos y científicos, incluso traducidos, hasta la creación literaria en lenguas vernáculas.

La colección de facsímiles en la Biblioteca Histórica de la Universidad de Salamanca.

Incunables. La invención de la imprenta de tipos móviles en Maguncia (Mainz, Alemania), a cargo de Johann Gutenberg hacia la mitad del siglo XV, supondrá la posibilidad de contar con numerosos ejemplares de cada libro, confeccionados, además, con mucha mayor rapidez que los manuscritos.

El nuevo invento tendría una aceptación inmediata y pronto se extendería por el resto de Alemania, y desde allí a Italia, Francia, Países Bajos, España, Inglaterra y Portugal. A España la imprenta llegó en 1472, instalándose el primer impresor en Segovia, y al final de la centuria existían ya 26 ciudades con talleres de imprenta.

Aunque los incunables –es decir, aquellos impresos realizados en el propio siglo XV– nacen formalmente a la sombra de los manuscritos –único modelo de libro que se conocía–, en la exposición podremos admirar la rápida autonomía que pronto adquirieron los libros de molde.

Deja un comentario

No dejes ni tu nombre ni el correo. Deja tu comentario como 'Anónimo' o un alias.

Más artículos relacionados

Te recomendamos

Buscar
Servicios