Diosleguarde está de luto. Todas las muertes tienen su dolor, pero cuando es una persona es joven y después de un accidente tan terrible, el dolor es colectivo.
Marí Cruz Hernández López tenía 57 años y otra vida por delante. Murió este 22 de julio, pero la tristeza se apodero de la familia y sus convecinos el 26 de junio, cuando una vaca de su propiedad, a la que habría acariciado y hablado mil veces le dio un golpe mortal. Ya no volvió a despertar.
Trabajadora y entregada. Querida por los vecinos, que en un pueblo pequeño siempre son allegados. Generosa ella y su familia directa, porque antes de despedirla, donaron sus órganos.
Deja desconsolado a su marido, Luis, a sus dos hijos, a su hermano, José María, a su madre, Teresa, pero también al pueblo que la vio nacer y a todos los que la conocieron y compartieron con ella la vida.
El último adiós lo recibe en su iglesia de La Purísima.