La fiebre hemorrágica de Crimea-Congo es una enfermedad transmitida principalmente mediante la picadura de garrapatas y que puede llegar a ser mortal. En los últimos años los casos han experimentado un notable aumento y la incidencia en los países del sur de Europa se ha multiplicado.
Esta enfermedad está provocada por un virus de la familia Nairoviridae (Nairovirus) y se transmite por la picadura de garrapatas que previamente hayan picado a animales infectados -la forma más común- o mediante el contacto con sangre, fluidos o tejidos de personas o animales infectados. Además, puede llevar a ser potencialmente grave, ya que su tasa de mortalidad se encuentra entre el 10% y el 40%.
A lo largo de los últimos años se ha producido un aumento de los casos en países como España. Esto se debe principalmente al cambio climático, y es que mientras que antiguamente las garrapatas llegaban desde África en las aves migratorias, pero únicamente podían sobrevivir en algunas zonas del sur peninsular. Sin embargo, actualmente prosperan en toda la Península, a excepción de algunas zonas de montaña de gran altitud.
En cuanto a los síntomas, pese a que en los animales la infección es asintomática, en los humanos da lugar a un cuadro severo, que aparece tras un periodo de incubación de entre uno y trece días. Los primeros signos de la enfermedad suelen ser fiebre, rigidez, escalofríos, mareos dolor de cuello, náuseas, vómitos, diarrea o dolor de garganta.
Una vez va progresando la infección, pueden aparecer taquicardias, hipotensión ligera, linfadenopatía o enrojecimiento petequial de tronco y miembros. Posteriormente llegan las hemorragias, que pueden ser tanto nasales, como en el vómito, las heces, la orina, los oídos, los ojos, etc. En los casos más graves, los pacientes sufren fallo hepatocraneal y pulmonar a partir del quinto día, mientras que aquellos que mejoran, comienzan a hacerlo a partir del noveno o décimo día.
A la hora de tratar esta infección, lo más habitual es la administración del antiviral ribavirina. No obstante, la eficacia de este es limitada, por lo que el tratamiento es complicado. Así pues, en muchos de los casos, lo único que puede hacerse es aplicar el llamado tratamiento de sostén, mientras se espera que la enfermedad remita por sí sola.