Terminaba la columna de la semana anterior escribiendo acerca de la necesidad de abrir refugios climáticos. Un refugio climático es un espacio para proteger a las personas de las inclemencias meteorológicas, fundamentalmente de las olas de frio o de calor extremo.
Un refugio climático, como mínimo, tendría que ofrecer condiciones adecuadas de temperatura o suficiente sombra, si es un lugar abierto, espacios donde la gente pueda sentarse cómodamente independientemente de como sean sus capacidades y sus limitaciones, y con agua gratuita para quien la necesite. Bibliotecas, museos o escuelas pueden adaptarse y prestar ese servicio de forma temporal cuando sea necesario. El Círculo de Bellas Artes de Madrid acaba de hacerlo. A ver si cunde el ejemplo.
Este tipo de refugios son muy necesarios en ciudades que sufren calor extremo y especialmente en los barrios de poblaciones de bajos ingresos, con personas en situación de pobreza energética o que no pueden permitirse el lujo de usar aire acondicionado, barrios que, además, suelen carecer de zonas verdes y por ello sufren temperaturas varios grados más altos que las zonas con arbolado.
Los refugios climáticos son, por definición, espacios de uso temporal, especialmente si son lugares adaptados cuyo fin permanente es otro, pero llegados al momento de cambio climático que estamos, además de las medidas a corto plazo de lucha contra la emergencia climática es preciso introducir un cambio en la idea o el concepto de nuestras ciudades.
Desde un punto de vista urbanístico es preciso que nuestras ciudades se adapten al cambio climático que se nos viene encima; es preciso dotar a las ciudades de mucho más arbolado de fuste que proyecte sombra, evitar los suelos impermeables, colocación de bancos y fuentes de agua potable accesible, abrir fuentes ornamentales donde la gente (principalmente los niños) pueda refrescarse…
Otras medidas para adaptar las ciudades son reducir el tráfico de automóviles, fomentar el transporte público accesible y eficiente para reducir las emisiones de carbono, desarrollar carriles y aparcamientos de bicicletas para impulsar su uso como medio de transporte y no solo como uso recreativo y deportivo, impulsar sistemas para capturar y reutilizar el agua de lluvia en edificios y espacios públicos, implementar techos verdes y jardines verticales, crear y mantener espacios verdes horizontales para mejorar la calidad del aire y proporcionar áreas de recreo, utilizar las tecnologías de la información y la comunicación para mejorar la gestión urbana y monitorizar la calidad del aire el consumo de agua y energía y otros indicadores ambientales.
En resumen, son necesarias medidas permanentes que ayuden a mitigar los efectos del cambio climático en un contexto de un desarrollo urbano eficiente y sostenible. Sin embargo, no parece que la mayoría de los responsables de los gobiernos municipales estén muy convencidos de la inevitabilidad de estas medidas y, en la mayoría de las ocasiones, se resisten a aplicarlas o lo hacen de forma tímida y a regañadientes. El futuro ya está aquí y va a ir a más, la visión cortoplacista y dilatoria en el tiempo solo encarecerá medidas que son inevitables y que, cuanto antes se pongan en marcha, más rápidamente mejoraran la calidad de vida de los ciudadanos.
Miguel Barrueco Ferrero, médico y profesor universitario
@BarruecoMiguel
2 comentarios en «Olas de calor, refugios climáticos y urbanismo»
Bueno en este aspecto estoy muy contento con las condiciones que tengo en Móstoles puedo estar caminando tres horas tres horas y media con el 85 o el 90% del tiempo entre árboles y la sombra y luego hay tres centros de mayores que conozco que creo que hay más que todos tienen aire acondicionado y allí se puede ir a leer el periódico o echar unas partidas o o pasar un rato o tomarte un café bastante económico que no cuesta más de 90 céntimos y puedes pasar una tarde o una mañana bastante fresco y bastante bien esperemos que continúe por mucho tiempo
En Barcelona todo eso es pedir peras a un olmo. Frente a la Sagrada Familia ni un solo árbol, suelo de cemento y turistas achicharrandose